Jornaleros rumanos desafían la pandemia para rescatar cosechas de la UE rica
Marcel Gascón
Bucarest, 28 abr (EFE).- En pleno cerrojazo de fronteras decretado por los Gobiernos europeos ante la pandemia, miles de rumanos viajan estos días a los países más prósperos en la parte occidental del continente para recoger las cosechas que alimentarán a Europa en los próximos meses.
Lo han hecho gracias a los acuerdos entre Rumanía y países como Alemania y Reino Unido para aplicar excepciones al cierre de fronteras y la prohibición de vuelos.
Pese a las advertencias de ONG sobre el riesgo de contraer la COVID-19, la necesidad económica pesa más que el peligro sanitario entre las prioridades de los jornaleros.
MÁS MIEDO DA EL HAMBRE
'Soy joven, estoy sano y no tengo miedo al virus', dice a Efe un joven antes de subir al avión que le llevará al Reino Unido para recoger frambuesa.
'De lo que sí tengo miedo es de no poder comer si nos tienen una semanas más encerrados', explica el jornalero mientras hace cola para facturar en un aeropuerto de Bucarest desierto.
El joven, que no da su nombre, explica que viaja al Reino Unido cada año para trabajar de temporero.
Los trastornos provocados por la pandemia le han hecho perder ya cerca de un mes de trabajo y pronto se habría quedado sin dinero si no le hubieran contratado para esta campaña.
'Aquí no hay trabajo, no hay nada que hacer', dice sobre la situación en el pequeño pueblo donde vive en el este de Rumanía.
EXPORTAR 90.000 JORNALEROS
El primer ministro rumano, Ludovic Orban, dijo el pasado 9 de abril que Rumanía espera que entre 80.000 y 90.000 temporeros vayan a trabajar a Europa Occidental en las próximas semanas.
Las patronales agrícolas de Alemania y del Reino Unido han declarado que cada país necesitará unos 80.000 temporeros, sobre todo de países como Rumanía o Polonia, para recoger las cosechas, un trabajo que hace años no están dispuestos a hacer la mayoría de alemanes y británicos.
'En Rumanía se han suspendido un millón de contratos laborales y unos 300.000 han sido cancelados', indicó Orban, quien aludió a 'los más de 250.000 rumanos' que han vuelto a casa tras quedarse sin trabajos en sus países de acogida por la crisis del coronavirus.
'La absorción de esta fuerza de trabajo es prácticamente imposible', declaró el primer ministro.
MITIGAR LOS EFECTOS DE LA CRISIS
Según el analista Mihai Isac, la decisión de permitir vuelos chárter de temporeros será crucial para aliviar los efectos de la crisis entre la población rumana más vulnerable, sobre todo en las zonas rurales.
'Aunque esta ola de contrataciones sea por un período relativamente corto, de varios meses, las autoridades consideran que reducirá la presión fiscal sobre las arcas públicas', explica a Efe Isac, que cita el dsempleo y los bajos sueldos en el sector agrícola rumano como factores que empujan a emigrar a los temporeros.
IRRESPONSABILIDAD Y ABUSOS
Varios creadores de opinión, políticos y ONG han criticado los supuestos abusos a los que se somete a los jornaleros y la irresponsabilidad que supone, a su juicio, dejarles viajar pese al riesgo de contagio.
Una de las organizaciones que ha protestado es la Sociedad Germano-Rumana para la Integración y la Migración (SGRIM), integrada por rumanos residentes en Alemania, que ha acusado al Gobierno de Bucarest de propiciar abusos a los jornaleros.
Citando informaciones de la prensa sobre la muerte en Alemania de un jornalero rumano supuestamente infectado de COVID-19, la SGRIM recoge testimonios de varios temporeros rumanos en la región de Baviera.
'Ni siquiera las reglas de higiene y distancia social son respetadas, y son obligados a trabajar en condiciones inhumanas', se lee en una carta abierta enviada al Gobierno.
Igualmente crítica ha sido Lia Olguta Vasilescu, un alto cargo del opositor Partido Social Demócrata (PSD), que ha acusado a las autoridades rumanas de comportarse como una 'colonia' y enviar 'esclavos' a las 'plantaciones' de la metrópolis.
LAS SOLICITUDES SE MULTIPLICAN POR CINCO
Sin embargo, estas críticas y advertencias no parecen surtir efecto entre quienes se han quedado sin trabajo.
Según cuenta a Efe el empresario Marius Laurentiu Miu, que acaba de gestionar la contratación de un centenar de temporeros en Rumanía para las plantaciones de espárragos y fresas en Alemania, las solicitudes de empleo se han multiplicado por 'cuatro o cinco' respecto del año pasado.
'Ha venido mucha gente que nunca había hecho campañas en agricultura pero se han quedado sin trabajo con la crisis', explica Miu.
'Antes, casi todos venían de las zonas rurales, pero este año tengo a mucha gente de las ciudades, incluso de Bucarest', afirma.
Los trabajos ofrecidos por Miu se pagan a entre 1.500 y 1.900 euros al mes dependiendo del rendimiento y las labores realizadas. El sueldo medio interprofesional es de unos 660 euros en Rumanía.
LA PANDEMIA CAMBIA EL MERCADO
La explosión de la demanda no es el único cambio provocado por la pandemia en el mercado laboral.
Debido a la mayor resistencia en países como Holanda o España a abrir sus fronteras a jornaleros, algunas empresas rumanas de contratación prefieren contratar a los rumanos que viven en ya en esos países y se han quedado sin trabajo.
'Como el transporte y las gestiones para que viajen a Holanda son ahora tan complicadas, para esta campaña buscamos entre los rumanos que quieren trabajo desde Holanda', explica a Efe la dueña de una de estas empresas de empleo.
Uno de estos rumanos emigrantes que se han quedado sin empleo es Marius Andrei, de 42 años, que trabajaba con contratos temporales limpiando escuelas en el Reino Unido antes de que la pandemia paralizara la educación y la economía.
Sin dinero para volver a su país, Andrei pasa los días pidiendo trabajos por Facebook a empresas de contratación, especialmente en la campaña agrícola que ha empezado.
'No tengo miedo del coronavirus. Solo quiero poder volver a trabajar porque me he quedado sin dinero', dice a Efe en una entrevista por teléfono.
¿UNA NUEVA FORMA DE VIAJAR?
Los jornaleros han sido los primeros en volver a viajar por el continente y podrían ser pioneros en experimentar las condiciones de viaje en los aeropuertos que puede se apliquen los próximos meses o años.
Es mediodía a finales de abril y el aeropuerto de Otopeni en Bucarest está vacío. Un solo vuelo ha sido programado en todo el día. Tiene como destino Londres y ha sido fletado por empresas agrícolas británicas para transportar a decenas de trabajadores para la campaña de la frambuesa.
Los pasajeros que llegan a la terminal se lavan las manos con desinfectante y hacen cola a dos metros de distancia supervisados por el personal de seguridad el aeropuerto.
Uno de estos jornaleros es Constantin Purcaru. Tiene 18 años y hasta que llegó la pandemia se ganaba la vida haciendo trabajos ocasionales en su pueblo del suroeste de Rumanía.
Obligado a permanecer en casa desde que se decretó el estado de emergencia, Purcaru tuvo que buscarse otro medio de subsistencia y celebra haber sido seleccionado para recoger frambuesas en Inglaterra.
'Si tomamos precauciones no tenemos porque contagiarnos. Además, somos jóvenes. Necesitamos ganarnos la vida y no podemos estar parados', dice Purcaru con un gesto de esperanza, antes de pasar el control de seguridad. EFE