La lucha de los yanomami renace ante Bolsonaro en fotos de Claudia Andujar
Luis Miguel Pascual
París, 30 ene (EFE).- La fotógrafa Claudia Andujar dio a conocer en la década de los 70 la lucha de los yanomami frente a la dictadura militar brasileña. Medio siglo más tarde, una retrospectiva de la artista en París emerge para recordar que la amenaza contra este pueblo indígena se ha acrecentado con la llegada al poder de Jair Bolsonaro.
'Ayúdennos a dar a conocer al mundo entero que vienen a matarnos', clamó en la capital francesa el portavoz de los yanomami Davi Kopenawa en la presentación de más de 300 imágenes salidas de esta pionera de la fotografía de los pueblos amazónicos que desde hoy se exhiben en París.
La Fundación Cartier, que la acoge por vez primera antes de viajar a Italia, Suiza y España, la considera 'la mayor retrospectiva jamás consagrada' a Andujar, que a sus 88 años, físicamente muy débil, apenas asomó por los salones donde cuelgan sus retratos.
Concebida inicialmente como un homenaje al trabajo artístico de Andujar, la exposición se ha convertido en un nuevo grito de socorro de un pueblo que siente la amenaza de las políticas de Bolsonaro y la creciente presión de furtivos y buscadores de oro en sus tierras del norte de Brasil, junto a la frontera con Venezuela.
Kopenawa, que viajó hasta la capital francesa y compareció con el tradicional tocado de plumas de su pueblo, aseguró que su lucha no puede encontrar mejor embajador que Andujar.
'Es como una madre para nosotros', dijo este chamán que conoció a la fotógrafa en la década de los años 70 y que confiesa que fue su talante quien les enseñó a defenderse de las agresiones.
'Me enseñó a luchar y a defender a mi pueblo, mi tierra, mi lengua, las costumbres, las fiestas, las danzas, los cánticos y el chamanismo', asegura el indígena, que considera que ese combate ha recobrado de nuevo actualidad.
Kopenawa no duda en considerar al presidente Bolsonaro como 'un hombre enfermo que cree que hay demasiada tierra para pocos indios' y acusa de querer robarles el territorio que con mucha pelea consiguieron que les reconocieran en los años 90, en parte gracias a la sensibilización de las fotos de Andujar.
El actual Gobierno brasileño, considera el portavoz yanomami, deja vía libre a que furtivos y buscadores de oro campen a sus anchas por el territorio que su pueblo necesita para proseguir con sus actividades de cazadores recolectores.
Hasta 22.000 intrusos han contado los defensores de los derechos de los indígenas, atraídos por la subida del precio del oro.
'La vida de un pueblo autóctono está sometida a la cotización de un metal', denunció el antropólogo Bruce Albert, experto en los pueblos del Amazonas y colaborador de la exposición.
En su opinión, los yanomami están ahora 'más amenazados' que durante la dictadura, pues Bolsonaro no tiene los escrúpulos que a los militares les imponía la presión internacional.
La retrospectiva es 'tan estética como política' para Albert, que considera que la muestra 'adquiere en el contexto actual una actualidad dramática'.
Andujar nació en Suiza y se crió en Transilvania, donde los nazis apresaron a su padre para deportarlo al campo de concentración de Dachau, del que no salió.
Ella se exilió en Nueva York, donde estudió arte y donde conoció a un refugiado español con quien se casó y de quien tomó el apellido, que no abandonó tras el divorcio para esconder sus orígenes judíos.
Aterrizó en Sao Paulo en 1955 y se convirtió en fotoperiodista de éxito, con portadas en 'Life', 'Look', 'Realidade' o 'The New York Times'.
Convertida en una de las cámaras más célebres de Brasil, en los años 70 su vida dio un giro cuando entró en contacto con el pueblo yanomami y decidió consagrarse completamente a él.
Primero con una actitud puramente artística y antropológica, experimentando nuevas técnicas, como el uso de película infrarroja, el juego de luces, la aplicación de vaselina en el objetivo o la superposición de planos para captar los ritos chamánicos de los yanomami.
Pero cuando a mediados de la década de los 70 el Gobierno brasileño decidió construir la autopista Perimetral Norte, que rompía el territorio yanomami y abría una puerta de entrada a enfermedades contra las que sus organismos no tenían defensa, Andujar adoptó una actitud más combativa.
'Me dio un arco y una flecha. No para matar a los blancos. Eran el arco y la flecha de la palabra, de mi boca y de mi voz para defender a mi pueblo', recuerda Kopenawa. EFE