La periferia lisboeta, un nuevo foco de Covid que inquieta a los trabajadores
Cynthia de Benito
Azambuja (Portugal), 29 may (EFE).- 'Estamos preocupados, pero hay que trabajar'. Es el mantra de los trabajadores de la periferia de Lisboa, un nuevo epicentro de contagios de COVID-19 que interrumpe la buena tendencia de Portugal. Humildes y sin posibilidad de teletrabajo, sienten que se la juegan a diario.
Las autoridades hablan ya de 'preocupación' por el repunte de casos en los alrededores de la capital, mientras dan por controlado el avance del coronavirus en el resto del país, elogiado internacionalmente por su gestión de la pandemia, con un balance total de 1.379 fallecidos para 10 millones de habitantes.
Pero en lo referido a contagios, se han disparado las alarmas por la región de Lisboa y Valle del Tajo, que concentra el 85 % de los nuevos registros durante la última semana, según los datos divulgados por la Dirección General de Salud.
Este incremento ha caído como un jarro de agua fría esta semana, cuando entre las eufóricas salidas a la playa y la vuelta a los restaurantes que permite la desescalada se empezaban a destapar focos en la periferia de la capital.
El golpe llega muy cerca de la ciudad, con Sintra, Loures, Amadora o Cascais con incrementos que rondan los 150 casos en una semana y la tasa de transmisión, confirman los expertos, es superior a la media nacional.
A las puertas de que el próximo lunes, 1 de junio, comience la tercera y última fase de la desescalada lusa, el Gobierno se plantea incluso si tomar medidas diferenciadas para la región, según ha dicho el presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa.
¿Qué ha pasado en la capital? Los expertos que asesoran al Gobierno hablan ya de 'factores socioeconómicos', ha comentado el Rebelo de Sousa, asociados a este brote. A saber: personas de la periferia, con empleos en los que teletrabajar no es opción y que se desplazan en transporte público. Algunos, con miedo.
CONTAGIOS EN LA FÁBRICA
'Estamos preocupados, pero hay que trabajar', dice a EFE una de las empleadas de la fábrica de Sonae MC, en Azambuja, a unos 40 kilómetros de Lisboa.
Es la zona cero del principal foco localizado en la región de Lisboa: 175 de los 800 trabajadores de la plantilla de esta empresa, dedicada a la alimentación minorista y por tanto servicio esencial que nunca paró, han dado positivo por coronavirus.
Es la segunda empresa, tras Avipronto, también del sector de productos alimentarios, con positivos -en este caso más de un centenar- en esta plataforma logística, donde operan 230 compañías con un total de 8.500 trabajadores.
Muchos de ellos llegaban en un trayecto de unos 50 minutos en trenes de cercanías que parten poco después de la salida del sol; cuando las imágenes del apeadero de esta zona industrial repleto de trabajadores se difundieron la semana pasada y se divulgaron las cifras de contagio, Sonae MC tomó medidas.
Entre ellas, tomar la temperatura de los empleados antes de entrar y, para evitar aglomeraciones, distribuir a los trabajadores en más turnos y disponer autobuses para evitar que se desplacen mayoritariamente en estos trenes, detalla la empresa en una nota remitida a EFE.
Por parte de los trabajadores, un denso silencio es la norma. Minutos antes de que arranque el turno de las 8.00 nadie quiere dar su nombre y, separándose como pueden, atraviesan la estación para empezar su jornada laboral.
LOS TRANSPORTES, EN EL PUNTO DE MIRA
'A pesar del miedo, me gusta mi trabajo, me gusta venir', asegura uno de los empleados, con el uniforme azul oscuro de Sonae, en el tren de vuelta a Lisboa. Ha terminado el turno y, enfadado, apunta que el problema no es la empresa, sino el tren.
'En el estado de emergencia no había tantos a la primera hora de la mañana, veníamos todos en el mismo, el tren de las 7.40, para entrar a las 8. Ni distancia, ni vigilancia. Ahora estamos pagando la factura. Perdone el desahogo, pero es así', afirma.
La oferta integral de trenes urbanos se repuso el 4 de mayo, primer día de la desescalada, apunta Comboios de Portugal a EFE. El aforo máximo se estableció entonces en dos tercios y además de desinfectar se recalcó la importancia de llevar mascarilla.
Las medidas se cumplen a rajatabla ahora, pero el empleado de Sonae, que tampoco quiere dar su nombre, insiste en que fue durante semanas a trabajar sin ver medidas de control, con una inquietud que se traducía en una desinfección similar a la de los sanitarios que realizaba al llegar a su casa, en el área metropolitana de Lisboa.
En esta zona, a la que muchos portugueses se vieron forzados a trasladarse tras el boom turístico que vive el centro de Lisboa desde 2016, comparte vivienda con su pareja, con quien disfrutar de la desescalada en un restaurante, como hacen miles de ciudadanos, le parece inconcebible.
'Simplemente no tengo valor para salir de casa', relata.
Según los registros del Área Metropolitana de Lisboa (AML), en abril -durante el estado de emergencia- se vendieron 48.082 pases metropolitanos, que por 40 euros mensuales permiten usar cualquier medio público de transporte para desplazarse en los 18 municipios del aérea metropolitana de la capital.
Una opción preferente para quienes no pararon por tener tareas esenciales, como Ana, trabajadora de un hospital de Lisboa que vive en el margen sur del Tajo y diariamente usa el ferry.
'Inicialmente tuve recelo, pero ya no, es parte de la rutina', dice a EFE en la terminal fluvial.
'Parece que el recelo está disminuyendo, pero hay que mantener la cautela', concluye. EFE