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Las dudas en la gestión por la erupción del Volcán de Fuego

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Las dudas en la gestión por la erupción del Volcán de Fuego
El volcán de Fuego lanza una fumarola (EFE)

GUATEMALA- “Métanse en sus casas”. Esa fue la frase que minutos antes de la erupción del Volcán de Fuego, que ha dejado al menos 112 muertos, escucharon los pobladores en San Miguel Los Lotes, la comunidad guatemalteca desaparecida por la tragedia.

Domingo, un hombre que perdió entre la ceniza y el lodo a su hija, sus dos nietos, su cuñado y su yerno, asegura que nadie les avisó.

Mientras mira de reojo al cono, cuenta que el domingo 3 de junio, a las tres y media de la tarde, personal de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres llegó a decirles que se encerrarán en sus casas. Ya no había tiempo.

Alejandro Maldonado es un hombre sereno y de verbo pausado. Con sosiego, explica uno a uno los pasos que hay que seguir a la hora de atender o prevenir catástrofes naturales. Durante más de doce años dirigió la Coordinadora y tuvo que tomar grandes decisiones.

Pero casi tres semanas después de una de las mayores tragedias volcánicas de los últimos años, Maldonado sigue con dudas. Le faltan muchos datos, demasiados. La información oficial es escasa. Aún así, no duda en poner el dedo en lo que está mal. O en lo que le chirría.

Trabajó con Cabañas de cerca durante muchos años. Codo con codo.

Y por eso asegura a Efe que el actual secretario de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres, en el cargo desde junio de 2016, tiene 20 años de experiencia pero toda en el ámbito de la emergencia.

“El señor Cabañas efectivamente tiene fácil, fácil 18 o 20 años de experiencia, pero toda como respuesta a los desastres, no como gestión del riesgo, no como lo que se da antes de la emergencia, no como preparación, no como prevención y tampoco como administrado de una institución”, resume.

Maldonado, hijo del expresidente de Guatemala Alejandro Maldonado (2015), nunca entró en debates sobre su destitución. Estuvo a cargo de la Coordinadora en dos períodos: entre 2000 y 2004, y entre 2008 y 2016. Antes fue catedrático y profesor, además de consultor.

Desde que a primera hora de la mañana, el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh) emitió su primer informe especial alertando de la situación, dice que se debería haber activado el plan institucional de respuesta, que conlleva la convocatoria de Cabañas y del grupo que esté de turno, (Alfa, Bravo Charly o Delta).

Pero no se sabe si se hizo. O a qué hora.

“Al activarlo, lo que se hace es darle un período de 45 minutos para que se presente el personal que le toca turno” en un día inhábil como es el domingo, incluido el titular de la Coordinadora y y el director de repuesta, los únicos que pueden tomar decisiones.

Maldonado habla con conocimiento de causa. El 27 de mayo de 2010, el volcán Pacaya tuvo una erupción “parecida”. Dejó un muerto y más de 3.000 evacuados. Es por ello que está seguro de que hay personal “altamente calificado” dentro de la institución para analizar los boletines y ver situaciones como esta.

No le gusta especular y por eso pregunta a qué hora se activó el plan, a qué hora se avisó al secretario de la Coordinadora, a qué hora se envió el primero equipo al terreno o a qué hora el personal cualificado examinó los boletines y analizó la erupción del volcán, en constante actividad.

Lo que sí le molesta es que se intente culpar a la población de no querer evacuar. “Fue una de las cosas que más me afectó. Me siento muy cercano a esas comunidades. Trabajé muy cerca con ellas (...) y ellos confiaban mucho en nosotros, no sé ahora”.

Pero Cabañas, convencido de que hizo bien su trabajo y que no debe renunciar, dijo en el Congreso que la información había llegado tarde y que por eso no habían evacuado. Algo que niega el director del Insivumeh, Eddy Sánchez.

Él asegura a Efe que su entidad envió todos los detalles a tiempo y que en el segundo boletín se recomendaba evacuar por los “flujos piroclásticos”. Pero no se hizo.

Cuando se desató la erupción, la número 61 desde 1999, nadie se la esperaba. Fue fuerte, tanto como la de 1974, pero entonces el área estaba menos poblada. Cuando se desató la furia, la violencia fue al extremo. Ya era tarde. Patricia Pernas

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