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Las pasiones encontradas por Trump no pasan de provocaciones en Cleveland

CLEVELAND. El intento de incendiar una bandera y el arresto de media docena de manifestantes fueron hoy los incidentes más destacados en las protestas de la Convención Republicana en Cleveland (Ohio, EE.UU.), donde las pasiones encontradas que levanta el candidato Donald Trump no pasan de provocaciones.

Al grito de “La única solución, revolución”, media docena de activistas fueron arrestados sin prestar resistencia tras las caóticas escenas vividas a las afueras del perímetro que controla el acceso a la Convención Republicana, donde hoy intervendrá el candidato de la formación a vicepresidente, Mike Pence.

El desencadenante fue el aparente intento de quemar una bandera estadounidense, algo que fue evitado por la intervención de la policía, que aprovechó para dispersar a los manifestantes que se concentraban en uno de los accesos utilizados por los participantes en el cónclave conservador.

Las tensiones entre los acérrimos de Trump y los opuestos al discurso del magnate siguen sin provocar la temida violencia en las calles de Cleveland, en las que se pasea un colorido coro de demandas aderezado por una presencia masiva de medios.

El grito de “¡Estados Unidos nunca fue grande!” de activistas negros cuando eran introducidos en los furgones policiales enervaba a los delegados, que vestidos con sus mejores galas accedían escoltados al plenario de la convención en esta tercera jornada.

“¡Comunistas al calabozo!” se mofaba un delegado, mientras les dedicaba un saludo detrás del cordón policial.

Los “Motoristas por Trump” comentaban en una esquina los rumores de la quema de la bandera, mientras los maquillados presentadores de CNN o NBC se dirigían entre la multitud a los estudios que han instalado en la calle.

Por ahora el centro de Cleveland vive con cierta tranquilidad la víspera de la “coronación” de Trump, que con su discurso ha ofendido a inmigrantes, musulmanes y mujeres.

El corazón de Cleveland, donde hoy se levantó un muro simbólico, se ha convertido en un desfile de demandas desatendidas y en escenario de las pasiones encontradas que despierta Trump, que mañana aceptará oficialmente ser el candidato republicano.

Convocados por la organización proinmigrante Mijente, decenas de personas, entre ellas indocumentados, se congregaron bajo la estatua de Moses Cleveland, fundador de la ciudad, para levantar un muro de tela con el que pretendían aislar simbólicamente a Trump.

El magnate, que ha prometido levantar un muro a lo largo de la frontera con México si llega a presidente para detener la inmigración irregular, fue el objetivo de las críticas de los participantes, que temen que el país pueda tomar una deriva xenófoba con el neoyorquino al timón.

“Le hemos venido a dar a Trump su muro, pero no el muro que él quiere, sino uno que nos protegerá de su ignorancia y racismo”, señaló a Efe Marisa Franco, cofundora de Mijente.

La plaza de Cleveland comenzó a abarrotarse antes del mediodía. Y la prensa, casi tan numerosa como los manifestantes, se amontonaba en grupos en torno a los proinmigrantes, milicianos que apoyan a Trump armados con rifles o personas dispuestas a dar color al acontecimiento.

Protestas por asuntos serios, parodias contra Trump o apasionados seguidores del magnate se aglutinan, gritan, claman al cielo o debaten bajo la atenta mirada de una densa presencia de policía estatal, local y antidisturbios.

Unos milicianos conservadores armados hacen guardia con rifles de asalto y un hombre con acento español, convertido en uno de los mayores seguidores del polémico candidato republicano, sostiene una gigantesca pintura de su ídolo.

El jefe de la Policía de Cleveland, Calvin Williams, se ha convertido en una presencia habitual, camina con su uniforme de verano entre la masa de ideólogos e interviene en una acalorada disputa entre dos jóvenes con gorras de “Make America Great Again” (lema de la campaña de Trump) y dos activistas negros.

El porte del “Jefe”, como llaman al atlético oficial negro, ayuda a bajar el tono de la discusión, mientras un enjambre de cámaras se abalanza para captar el momento.

Cuando se va poniendo el sol y se acerca el horario de máxima audiencia de televisión, las luces se encienden en el Quicken Loans, donde se celebra la Convención Republicana, y en la Plaza Pública se acalla la vorágine.

Vermin Supreme, un excéntrico candidato presidencial que se define como anarquista, se quita la bota que suele utilizar por sombrero y se desprende de su personaje.

“Las convenciones son pura dramaturgia. Trump interpreta su personaje, la policía el suyo, los medios el suyo y los manifestantes buscan atención”, dice.

“Como decía Shakespeare, todo el mundo es un actor”, reflexiona, al tiempo que se coloca la bota-sombrero que le caracteriza y se prepara a atender a alguien que le pide una autofoto.

Jairo Mejía

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