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Los Juegos del más difícil todavía para Simone Biles y para Japón

Natalia Arriaga

Tokio, 23 jul (EFE).- Simone Biles, una de las estrellas indiscutibles de los Juegos Olímpicos de Tokio, saca brillo desde hace meses a su repertorio de saltos y piruetas para lograr en el Ariake Arene una gesta que no logró ni siquiera Nadia Comaneci: enlazar dos oros olímpicos consecutivos en el concurso completo.

Del mismo modo, la selección japonesa masculina se enfrenta a la oportunidad de repetir el triunfo por equipos por primera vez desde 1976, y en su propia casa, aunque a su tradicional rival por el título, China, se ha unido un potente combinado ruso que ya adelantó a ambos en el último mundial.

La gimnasia artística arranca este sábado en Tokio con retos tan atractivos como esos, pero también con la oportunidad de ver sobre el tapiz a la uzbeka Oksana Chuzovitina a los 46 años en sus octavos Juegos; de asistir a la consagración de gimnastas de países como Filipinas o Nigeria que nunca tuvieron protagonismo en este deporte; o de ver los últimos ejercicios de campeones que anuncian su retirada como el holandés Epke Zonderland.

Simone Biles, que solo ha dejado de ganar tres medallas de oro desde los Juegos de Río 2016 -sin contar el año sabático que se tomó después-, se ha dedicado las últimas temporadas a elevar la dificultad de sus ejercicios hasta cotas insólitas, para desconcierto de las jueces y asombro de las rivales.

Desde Río la gimnasta se ha convertido además en un referente social tras denunciar que fue una de las víctimas de los abusos de Larry Nassar y subrayar la pasividad de la federación y del comité olímpico de su país ante esos delitos.

Solo dos gimnastas en la historia, la rusa Larisa Latynina (1956 y 1960) y la checoslovaca Vera Caslavska (1964 y 1968) enlazaron dos títulos olímpicos consecutivos. Simone Biles, que ya cuenta incluso con un emoji que la reconoce como GOAT, la mejor de la historia, se convertirá probablemente en la tercera el próximo día 29, cuando se dispute la final individual.

Con todo, su derrota en la última jornada del torneo estadounidense de preselección ante su compañera Sunisa Lee dota a la competición de un interés añadido. Biles atribuyó aquel resultado a los nervios ante la proximidad de una nueva cita olímpica. En el entrenamiento de podio del jueves no se mostró en absoluto nerviosa y clavó sus máximas dificultades.

Junto a Biles y Lee, la presencia en el equipo de Jordan Chiles y Grace McCallum asegura a Estados Unidos salvo catástrofe el oro femenino por equipos, que sería el tercero seguido.

La china Tan Xijing y la rusa Angelina Melnikova, segunda y tercera en los últimos campeonatos del mundo, tienen concursos para entrar en el podio individual, mientras que en un segundo grupo, con más opciones en las finales por aparatos, figuran la belga Nina Derwael, doble campeona mundial de asimétricas, las brasileñas Rebeca Andrade, campeona panamericana, y Flavia Saraiva o la canadiense Ellie Black, cuarta en el último Mundial.

En las pruebas masculinas el orden del podio por equipos se presenta incierto por la cerrada lucha que mantienen Japón y China y por el nuevo ímpetu de Rusia, que en los Mundiales de 2019 ganó el primer oro desde la desintegración de la Unión Soviética.

Japón no contará para luchar por esta medalla colectiva con el gimnasta con mejores resultados de todos los tiempos, Kohei Uchimura, oro individual en Londres 2012 y Río 2016 y seis veces campeón mundial. Esta vez se centrará solo en el ejercicio de barra. Sus entrenamientos en el gimnasio Ariake anticipan una presentación espectacular, con sueltas de máximo riesgo.

La barra, el ejercicio que cierra la competición de gimnasia el 3 de agosto, promete ofrecer una de las finales más apasionantes. En ella pueden coincidir Uchimura, Epke Zonderland (oro en Londres 2012) y el brasileño Arthur Mariano, el croata Tin Srbic y el ruso Artur Dalaloyan, oro, plata y bronce en este aparato en el último mundial.

Entre los seleccionados rusos se encuentran el vigente campeón mundial, Nikita Nagornyy, y el subcampeón, Dalaloyan. El ucraniano Oleg Verniaiev, bronce mundial y plata en Río 2016, ha sido suspendido cuatro años por dopaje por consumo de meldonium, la misma sustancia por la que fue sancionada la tenista rusa Maria Sharapova, entre otros. Por supuesto, Verniaiev no tiene ni idea de cómo llegó ese dopante a su cuerpo.

El británico Max Whitlock, que en los anteriores Juegos se hizo con el oro en suelo y en caballo con arcos, ha seguido dominando este aparato e intentará firmar otra victoria en el Ariake. Su compañero Joe Fraser, campeón mundial de paralelas, es la otra gran apuesta de su país.

En los mundiales de 2019 ganó el primer título para la historia de su país el Filipino Carlos Yulo, oro en suelo. Ahora tendrá que vérselas con un renovado Ray Zapata, el gimnasta español que ha subido a 6,4 la dificultad de su ejercicio y busca en Tokio el podio que se le quedó en Río más lejos de lo que esperaba; y con el israelí Artem Donlgopyat, que se atreve con una rutina de 6,6.

Y, para la historia, los Juegos registrarán la participación del primer gimnasta olímpico nigeriano, el ingeniero informático Uche Eke. Aunque nació en Estados Unidos, compite por el país natal de su padre. EFE

nam/jad

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