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Michael Winterbottom: 'Hay una desigualdad grotesca en el negocio de la ropa'

David Villafranca

Los Ángeles (EE.UU.), 28 feb (EFE).- Siempre heterodoxo y a su aire, Michael Winterbottom presenta 'Greed', una sátira sobre el capitalismo y, en particular, sobre la explotación laboral, la 'desigualdad grotesca' y los salarios inhumanos sobre los que se fundamenta la industria de la moda.

Voz clave de la escena independiente con cintas como '24 Hour Party People' (2002) o 'Wonderland' (1999), el cineasta británico fichó a su inseparable colaborador Steve Coogan para dar vida en la ácida 'Greed' a un estrafalario magnate que organiza una ridícula bacanal romana en una isla para celebrar su 60 cumpleaños.

Pregunta: ¿Quién es Philip Green, el millonario en que se inspira 'Greed'?

Respuesta: La película es ficción y el personaje Sir Richard McCreadie es un magnate del negocio de la ropa. El punto de partida fue Philip Green, pero no es él. Philip Green es muy famoso en Inglaterra: es el dueño de marcas como Topshop, es millonario, organiza fiestas muy extravagantes... Todo esto lo tomamos prestado, pero no es una cinta sobre Philip Green.

'Greed' es una sátira pero no sobre un individuo: 'Este es un tipo malo y este es el problema'. La idea era hacer una sátira sobre cómo funciona la industria en el mundo y, concretamente, cómo funciona el negocio de la ropa. Hay una desigualdad grotesca entre la riqueza del hombre al mando de las marcas y sus trabajadores.

P.- De todos los problemas de desigualdad en el capitalismo, ¿por qué escogió la industria de la ropa?

R.- Cuanto más leo sobre ella más siento que es una industria particularmente interesante en que fijarse. Es enorme, un negocio de billones de dólares, y es particularmente importante en países como Sri Lanka, donde filmamos parte de 'Greed', Bangladesh, Myanmar... Es decir, economías con salarios bajos.

Y, además, es una industria muy móvil así que las marcas van al propietario de una factoría en Sri Lanka y le dicen: 'Este vestido para primavera, ¿por cuánto lo puedes hacer?' Y les dicen que por 5 dólares. Luego van a Bangladesh y les dicen que por 4,50 dólares. Después van a Myanmar y les dicen que por 4,20. Así que es muy móvil... y es brutal.

En la cúspide, no solo tienes a millonarios ganando dinero sino que también tienes el uso de famosos y del mundo del glamur para que la moda sea atractiva.

Cuando entras en una tienda, ves fotografías de famosos como Kate Moss o Beyoncé y asocias las prendas que compras con la riqueza, el glamur y la belleza. Y no piensas en la gente que hace la ropa, que vive en duras condiciones y que cobra unos salarios muy bajos.

P.- ¿Hasta qué punto somos cómplices por comprar esas marcas? ¿Somos también culpables por ir a esas tiendas?

R.- No lo creo (...). Por supuesto, como consumidor individual, hay una cierta parte que puedes hacer, pero creo que es algo así como una distracción, una distracción que beneficia a los millonarios. Decir: 'Bueno, depende de ti como consumidor individual...'.

Esta sátira va principalmente sobre cómo ha funcionado el sistema en los últimos cuarenta años: un sistema globalizado de mercados incansables que han permitido esta macabra brecha (de desigualdad).

P.- Recientemente hemos visto bastantes películas sobre desigualdad en el capitalismo: basta pensar en el éxito de 'Parasite' (2019). ¿Por qué cree que se presta más y más atención a estos temas?

R.- En los cuarenta años que van desde Margaret Thatcher, hemos tenido esta especie de ideología fundamentalista del mercado libre: 'Los mercados son dioses, no puedes interferir en ellos, es bueno que la gente en la cima se haga rica porque entonces, gradualmente, las personas del fondo se harán ricos...'.

Pero la gente ha empezado a darse cuenta de que realmente esto no funciona para ellos. Desde la crisis financiera, hay un sentimiento de que hay algo loco y que va mal.

Les dimos millones de dólares a los bancos para mantenerles felices y después, en Gran Bretaña y Europa, hemos tenido como diez años de austeridad (...) en la red de apoyo, como profesores y enfermeros, que todos necesitamos para vivir.

P.- En este mundo globalizado pero también de ascenso del nacionalismo, ¿qué opina del Brexit? ¿Qué espera para su país en el futuro cercano?

R.- Creo que el Brexit fue una medida deliberada de gente en la derecha para tratar de distraernos de la austeridad.

Primero, la narrativa de los conservadores fue que gastamos mucho en escuelas y en estado de bienestar. Luego, que la razón de la austeridad es que hay muchos inmigrantes para ir a las escuelas o que atender en los hospitales.

Este es un intento de distraernos de lo que necesitamos: un cambio genuino en nuestro sistema. Desafortunadamente, culpar a los inmigrantes parece más fácil. EFE

dvp/arm

(foto)

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