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Pocos cambios tras un año de la despenalización de la homosexualidad en India

Este viernes se cumple un año que los homosexuales de la India dejaron de vivir con el miedo de ser perseguidos bajo una arcaica ley que criminalizaba las relaciones “contra natura”, pero más allá de eso la comunidad coincide en que 365 días son pocos para cambiar a la sociedad india.

“Lo que pasa es que modificar la actitud de la sociedad en un año es imposible, porque la gente se ha comportado de una forma determinada durante siglos y no van a cambiar porque haya desaparecido una ley”, explica a Anjali Gopalan, directora de la organización The Naz Foundation.

Gopalan es una de las activistas detrás de la batalla legal que culminó el año pasado con la decisión del Tribunal Supremo de la India de tumbar el artículo 377 del Código Penal, heredado del Imperio Británico.

Esa disposición castigaba con penas de cárcel las relaciones entre personas del mismo sexo, y aunque era raro que se aplicase, ponía a los discriminados homosexuales a merced de las autoridades.

Para lo que sí ha servido la decisión del máximo órgano judicial indio es para reafirmar que en el gigante asiático hay vida más allá de la norma heterosexual.

Ya no podemos esconderlo bajo la alfombra y decir que se trata de un fenómeno occidental”, dice la activista, aunque añade que la descriminalización en sí misma no es suficiente.

Lo ideal para Gopalan sería una ley amplia contra la discriminación, que incluya a toda la población, “para que no se puedan denegar derechos a un grupo de personas”.

Las leyes no suceden tan pronto, nos ha costado 18 años ser descriminalizados”, recuerda.

El activista Shaunak Mahbubani, que se describe como un curador nómada basado ahora en Nueva Delhi, explica a Efe que es responsabilidad del Gobierno desarrollar leyes que pongan en pie de igualdad a la comunidad LGBTQ con el resto de una población.

Una población que en general da por sentados derechos como el de poder casarse con quien deseen, a pesar de las presiones sociales como la casta y la clase que siguen vivas en la India, pero que el resto no disfruta.

Mahbubani, que coorganiza para este sábado un evento artístico y festivo en el que busca reflexionar sobre el futuro de la comunidad en la India, coincide en que un año es un periodo de tiempo muy corto para ver un cambio en la sociedad, pero señala que la decisión ha servido para “validar” a toda la comunidad.

“Creo que, legalmente, el beneficio es que la Policía ya no puede acosar a la gente con esa ley, aunque por desgracia todavía existen otros tipos de acoso a través de otros mecanismos”, explica.

Vidisha-Fadescha, coorganizadora del evento junto con Mahbubani y miembro fundadora de un colectivo de DJs compuesto solo de mujeres, destaca a Efe que desde la descriminalización de la homosexualidad han aparecido en la India algunas iniciativas de grandes compañías para atraer el “dinero rosa”.

Y es que hoy en día la comunidad LGBTQ tiene la mirada puesta en otras batallas, y algunos proyectos recientes del Gobierno del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP) son motivo de preocupación.

El Ejecutivo del primer ministro indio, Narendra Modi, publicó el pasado 5 de agosto el mismo día en el que la nación entera estaba pendiente de la eliminación del estatuto especial a la región de Cachemira una ley para regular la maternidad subrogada que deja deliberadamente fuera a las parejas del mismo sexo.

En ese mismo saco también entran los transexuales, los padres solteros o los divorciados.

Otra fuente de preocupación para la comunidad es la Ley de Personas Transexuales (Protección de Derechos) de 2016, que pretende proteger a las transexuales pero ha sido acusada por activistas de la comunidad de hacer lo contrario.

La normativa, pendiente de aprobación por el Senado, afectará en especial a la discriminada comunidad “hijra”, transexuales o travestidos que forman parte de una antigua tradición en el subcontinente asiático en la que se les atribuye ciertos poderes sobrenaturales, pero que en la práctica suelen verse obligadas a la mendicidad o a realizar trabajos sexuales.

Se trata de una ley que está completamente en contra de la comunidad trans”, lamenta a la activista Grace Banu.

Una transexual debe entregar varios documentos para probar que se identifica como mujer y no como hombre, lo que a ojos de la comunidad resulta inaceptable porque supone perder el derecho a la auto identificación.

“Este gobierno trata a las transexuales como dioses pero no pueden tratarnos como a seres humanos”, lamenta Banu.

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