Profesores franceses en Turquía se sienten rehenes de un pulso Erdogan-Macron
Ilya U. Topper
Estambul, 26 feb (EFE).- Una veintena de docentes universitarios franceses en Turquía se sienten 'rehenes' de un pulso político entre el presidente francés, Emmanuel Macron, y el turco, Recep Tayyip Erdogan, al verse obligados a demostrar un buen dominio del idioma turco para poder seguir trabajando, según explicó alguno de ellos a Efe.
'Hemos venido a trabajar en una universidad que simboliza la amistad franco-turca, pero ahora estamos como rehenes de un juego político entre Francia y Turquía, con el que no tenemos nada que ver', se queja un profesor de la Universidad Galatasaray, francófona y creada en 1992 en Estambul por un acuerdo bilateral.
LIMBO DE IRREGULARIDAD
Los docentes franceses están desde hace seis meses en un limbo de irregularidad, sin renovación de sus contratos ni sus permisos de residencia, debido a la imposición de nuevas normas.
Contactados por Efe, varios de ellos, sin querer identificarse, han coincidido en atribuir esta situación a las tensiones políticas entre Erdogan y Macron.
'Todo empezó en diciembre', señala uno de los entrevistados. Entonces recibió una llamada telefónica para informarle de que la renovación de su permiso de estancia, solicitada como todos los años en septiembre, sería rechazada si no acreditaba un nivel B2 de turco; es decir, un dominio fluido del idioma.
La norma 'no es solo repentina sino ilegal, porque el acuerdo bilateral suscrito hace 25 años no pone nada de nivel de idioma y establece que todo cambio debe ser comunicado con un año de antelación', asegura.
Está claro, concuerdan todos, que se trata de una represalia por la nueva ley que exige el B2 de francés a todos los profesores extranjeros que trabajan en Francia para enseñar a los hijos de inmigrantes sus idiomas de origen.
EL TEMOR FRANCÉS AL ISLAMISMO
París renegoció este acuerdo con Marruecos, Argelia, Túnez, España, Portugal, Italia, Serbia y Croacia, pero debido a su acusación de que hay profesores turcos que difunden la ideología islamista en colegios franceses, mantuvo un largo pulso con Ankara.
A esto se añade la 'ley contra el separatismo', presentada en otoño pasado por Macron como medio de luchar contra el islamismo y criticada por Erdogan como un ataque directo al islam, lo que ha convertido a Francia en el enemigo número uno en la prensa conservadora turca.
Los profesores franceses en Turquía temen que las nuevas normas que les impone Ankara pueden dar al traste con la calidad de la Universidad francófona: 'Yo, al final, pude hacer mi examen, afortunadamente tengo el nivel exigido, pero ¿y los que llevan aquí apenas un año o acaban de llegar ahora? ¿Cómo van a saber turco de nivel B2? Ni que fueran genios', lanza uno.
'Hay docentes que vienen con contratos de investigación de uno o dos años; para ellos no tiene sentido preparar este examen. Dejarán de venir. La calidad de la universidad bajará', vaticina otro.
'Estamos bloqueados' es una frase recurrente. 'El embajador francés nos ha dicho que el tema se resolverá en una próxima conversación entre Macron y Erdogan. Será una negociación; es prácticamente seguro que Erdogan pedirá algo. Pero Francia no está dispuesta a ceder gran cosa. Nosotros tampoco somos tan importantes', reflexiona otro.
A esto se añade que 'últimamente ha habido una oleada de desinversiones francesas en Turquía. París no quiere invertir más dinero, y el Ministerio de Exteriores reduce el presupuesto para salarios de docentes en el extranjero', agrega.
EL CONTROL DE LA UNIVERSIDAD
Pero si uno achaca el problema más bien a una 'incompetencia' de los turcos, 'que han querido adoptar una medida similar a la francesa, un gesto político sin medir las consecuencias', otro cree que el problema va más allá.
'El fondo es la intención de recuperar la universidad. Desde 2016, todos los rectores que se han nombrado son conservadores, cercanos al partido de Erdogan; en la Universidad de Bogaziçi hay protestas contra el nuevo rector y en Galatasaray intentan presionar a los docentes extranjeros, porque tienen un espíritu crítico, y eso no lo soportan. El resto es pretexto', reflexiona.
Mientras tanto, todos siguen dando clase como si nada pasara, confiando en el futuro. Porque no quieren que los estudiantes paguen los platos rotos del conflicto. 'Menos mal que, de momento, con la pandemia, todo son clases virtuales, eso evita problemas', comenta, riendo, un profesor. EFE