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Rebeca Grynspan, la economista enamorada del desarrollo, regresa a su hábitat

Macarena Soto

Madrid, 11 jun (EFE).- Rebeca Grynspan, la economista, exvicepresidenta costarricense y aún secretaria general iberoamericana, fue nombrada este viernes secretaria general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), y tras siete años al frente del espacio más político de Iberoamérica regresa a su hábitat natural, el desarrollo.

Antes de llegar a Madrid en 2014 para liderar la Secretaría General Iberoamericana (Segib), esta economista de origen polaco nacida en San José en 1955 ya había sido secretaria general adjunta de la ONU y administradora asociada del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Optimista convencida y defensora incansable del multilateralismo, Grynspan dedica su primer agradecimiento por el cargo al secretario general de Naciones Unidas, el portugués António Costa, y sobre el organismo, aunque reconoce que es imperfecto, insiste en que si no existiera 'habría que inventarlo' ya que 'es el único espacio con legitimidad para representar a todo el mundo'.

Otra vez más le tocará ser la primera mujer en ostentar un cargo, después de haber superado 'todos' los obstáculos que el sistema pone en el camino de las mujeres: 'Los he pasado todos, todos los que nos ponen a las mujeres, hacer el doble y que te reconozcan la mitad, el que te hagan de menos en una reunión... y sobre todo esa discriminación invisible que es la más difícil de enfrentar', dice en una entrevista con EFE.

ENTRE LA POLÍTICA Y EL DESARROLLO

La costarricense lleva toda la vida manejándose entre la política y el desarrollo, dos ambientes que cree indisociables, y en los que también ha ido rompiendo todo tipo de techos y de marcas.

Precoz vicepresidenta de su país con solo 39 años, había renunciado antes a la cartera del ministerio de Finanzas por una falta de conciliación laboral que tampoco existe ahora: 'Ahí me di cuenta de que era feminista', asegura.

Fue una rotura del talón de Aquiles la que le dio la voz de alerta y el recordatorio de que no tenía que ser 'una super mujer', sino que el sistema era el que debía apoyarla y decidió apartarse por un tiempo de la vida pública.

El descanso fue corto y acudió a las urnas junto al expresidente costarricense José María Figueres, hijo de una de sus mayores referencias en la política del país centroamericano, José Figueres, y tras cuatro años como vicepresidenta pasaría de 'funcionaria pública de Costa Rica a funcionaria internacional'.

Cuatro años de vicepresidencia y ocho años en puestos de responsabilidad en Naciones Unidas rubricaban su entrada en la Secretaría General Iberoamericana para suceder al uruguayo Enrique V. Iglesias.

En Madrid, sede la Segib, ha pasado los últimos siete cursos, siete 'duros años' para América Latina, en los que le tocó manejar cuatro Cumbres Iberoamericanas (en México, Colombia, Guatemala y Andorra), impregnadas por la situación venezolana, el proceso de paz en Colombia o la pandemia mundial que monopolizó la última de las citas.

Una 'experiencia extraordinaria' en la que, según afirma, consiguió cumplir el principal mandato que le dio la comunidad iberoamericana, renovar las Cumbres, que llevaron a la región a tener 'una mayor presencia internacional' y donde la 'sustancia' fue 'más importante' que la presencia de ciertos presidentes.

Su gran orgullo es que el organismo quedará 'fortalecido' tras su marcha, donde dejará 'un grupo profesional comprometido y unas personas excepcionales que han logrado cosas muy importantes en momentos muy difíciles para la región'.

UNA ECONOMISTA QUE QUERÍA SER CANTANTE Y ESCALAR UNA MONTAÑA

De no haber sido economista Rebeca Grynspan habría sido cantante. Habría cantado trova, aunque reconoce que la de cantar no es su mejor cualidad.

Entre lo que habría querido hacer y no ha hecho está escalar una montaña. Lo primero que hace al levantarse es tomarse un café, el primero de muchos, y leer los diarios que aún compra en papel.

Nada más llegar a Ginebra, ciudad sede de la Unctad, se encontrará con la asamblea cuatrienal del organismo, una suerte de cumbre, que no podrá preparar tanto como querría por la premura de los tiempos.

Durante esos días, irá a 'escuchar y aprender' además de dar su 'aporte', respetando y confiando 'en las capacidades de los países' presentes en el organismo, todos los de la ONU, y 'de la propia organización'.

Entre los deberes que tiene al frente de esta agencia de Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo será ayudar a los países más humildes a superar la pandemia y acelerar su recuperación económica para que las desigualdades con otros Estados no se profundicen aún más.

Otro de los objetivos será dar visibilidad a un organismo mucho menos conocido que otras entidades de la ONU como ACNUR, UNICEF o el PNUD, algo que también se marcó como meta al tomar las riendas de Segib.

Grynspan vuelve al ruedo del desarrollo de Naciones Unidas, donde la diplomacia es un sello personal y en el que morderse la lengua es más necesario de lo que ella consigue, según reconoce. EFE

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