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Un 72 % de políticos locales alemanes han sufrido hostilidades en pandemia

Berlín, 27 abr (EFE).- La agresividad contra los políticos alemanes, así como de los representantes de los medios de comunicación, ha ido en aumento durante la pandemia y se estima que un 72 % de alcaldes del país han sufrido insultos o agresiones en los últimos meses.

Una encuesta entre 1.611 cargos locales, realizada este abril, ha revelado este porcentaje de políticos locales que han recibido amenazas, verbal o física, según el programa de la televisión pública ARD 'Report München'.

Hace un año, durante la primera fase de las restricciones en la vida pública alemana, el porcentaje de agresiones o insultos relacionados con la situación creada por la pandemia se situaba en el 62 %.

En la mayoría de los casos -un 79 %- se trató de ataques físicos o verbales -desde agresiones o golpes a insultos y escupitajos-; el resto fueron amenazas o alusiones hostiles en internet y redes sociales.

El principal motivo de discordia o detonante de estas actuaciones fue el malestar por la obligatoriedad de usar mascarilla.

Las movilizaciones contra las restricciones por la pandemia se han venido generando en Alemania desde el inicio de la pandemia. Han ido en aumento desde finales del verano pasado, en que llegaron a concentrarse decenas de miles de personas en ciudades como Berlín o Stuttgart, pero también en localidades de provincias.

En ellas se aglutinan desde ciudadanos hartos de la paralización de la vida pública a comerciantes afectados por el cierre obligado de su actividad, pero con presencia abultada de defensores de teorías conspirativas, negacionistas de la pandemia y ultraderechistas.

Las convocatorias parten principalmente del movimiento de los llamados 'Querdenker' -'Pensadores transversales'-, a los que los servicios secretos de Interior siguen por sus vínculos cada vez más claros con la derecha radical.

ATAQUES A MEDIOS

Entre esos movimientos se ha observado asimismo una hostilidad creciente hacia los medios de comunicación, a los que se considera parte de lo que denominan 'sistema dictatorial' que, a su parecer, se esconde tras las restricciones impuestas por las autoridades.

El portavoz del Gobierno, Steffen Seibert, condenó hoy el ataque sufrido ayer por dos periodistas del diario 'Die Welt', que fueron atacados por dos hombres identificados como miembros de los 'Querdenker' mientras hacían un directo.

En prácticamente todas las marchas contra las restricciones se han producido situaciones de hostilidad hacia los medios, tanto alemanes como extranjeros.

Entre abril y finales del año pasado se denunciaron 69 ataques a profesionales de la comunicación en marchas o actos de los 'Querdenker', según datos del Centro Europeo para la Libertad de Prensa y Opinión (ECPMF).

Esta cifra supera a los registrados durante las manifestaciones de Pegida -los llamados Patriotas contra la Islamización de Occidente-, que en su año de máximo impacto, en 2015, llegó a aglutinar en sus convocatorias semanales a 25.000 personas.

VULNERABILIDAD DE LOS CARGOS LOCALES

La agresividad contra cargos locales ha ido en aumento de manera continuada en Alemania también desde 2015, el año en que el país recibió a casi un millón de refugiados en medio de la crisis migratoria generada por el conflicto sirio. También ahí creció el principal partido de la ultraderecha, Alternativa para Alemania (AfD), que en 2017 se convirtió en la tercera fuerza a escala nacional, tras conservadores y socialdemócratas.

Alcaldes y representantes de corporaciones municipales de los dos grandes partidos de la coalición gubernamental, así como de La Izquierda, sufrieron situaciones de acoso relacionados con la acogida de refugiados en su localidad.

La alerta ante esas situaciones entró en una nueva dimensión con el asesinato en 2019 de Walter Lübcke, un político local de la Unión Cristianodemócrata y jefe de distrito en el estado de Hesse (oeste).

Lübcke sufría amenazas de la ultraderecha desde 2015, por haber defendido la línea de acogida de refugiados de Merkel. Murió en la terraza de su casa, de un tiro en la cabeza que le disparó de noche un neonazi de 45 años, condenado hace unos meses a cadena perpetua. EFE

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