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Una Libia sin legitimidad se desliza al caos 4 años después de morir Gadafi

UE recalca que sancionará a quien obstruya formación gobierno unidad libio

TRÍPOLI/TÚNEZ. Cuatro años después del asesinato de Muamar al Gadafi, Libia se asoma a un peligroso vacío de poder a causa de la negativa del Parlamento de Tobruk, internacionalmente reconocido y cuyo mandato finalizó ayer, a aceptar el gobierno de unidad propuesto por la ONU.

Según las normas que rigieron su constitución, la legitimidad de esta cámara concluye este martes, sin que exista una alternativa más allá de aceptar la extensión de seis meses que el propio Parlamento votó días atrás de forma unilateral, una decisión de cuya legalidad existen dudas.

“Libia afronta tres opciones, todas ellas pésimas y alejadas de los supuestos objetivos de la revolución” que en octubre de 2011 acabó con la tiranía gadafista, explica a Efe una fuente diplomática en Túnez.

“La primera, una fragmentación aún mayor. La segunda, el eventual triunfo del yihadismo y la tercera el retorno de la dictadura”, en este caso en la figura del controvertido general Jalifa Hafter, agrega la fuente, que prefiere no ser identificada.

Miembro de la cúpula golpista que aupó al poder a Al Gadafi en 1969, Hafter está considerado el principal escollo para la paz en un país rico en petróleo, con apenas seis millones de habitantes que siempre ha vivido de espaldas al radicalismo.

Un hombre de la vieja guardia, vinculado a otros dictadores como el presidente de Egipto, Abdel Fatah al Sisi, o a autocracias como Arabia Saudí, que en la década de los ochenta huyó a Estados Unidos, donde se convirtió en uno de sus principales opositores en el exilio.

Tres meses después de que estallara la revuelta, regresó a Libia con un grupo de hombres armados a través de la frontera egipcia y se movió con inteligencia entre los rebeldes hasta ser nombrado este mismo año jefe del Ejército leal al gobierno de Tobruk.

En mayo de 2014, emprendió una ofensiva bélica, denominada “Operación Dignidad”, para tomar Bengasi, segunda ciudad en importancia del país, a la plataforma de milicias “Fajr Libya”, afín al Ejecutivo en Trípoli, considerado rebelde.

Más de 18 meses después, la urbe sigue asediada, unas 100.000 personas se han visto obligadas a abandonarla por la virulencia de los combates, y en el caos, grupos yihadistas se han hecho con el control de ciertos barrios.

“Hay mucha gente en el este que está cansada de tanta guerra y que ve con buenos ojos una mano de hierro que ponga orden y sujete a los yihadistas. Por eso apoyan a Hafter”, explica un exiliado libio en Túnez.

“Ahora eso es lo que puede que ocurra. Sin acuerdo para formar el gobierno de unidad nacional, y con Tobruk deslegitimado, lo más probable es que Hafter trate de establecer un Consejo Militar desde el que ejercer el poder”, agrega el exiliado, activista de una asociación que luchó contra la dictadura.

El general es uno de los actores que desde el principio se han opuesto de forma abierta y directa al moribundo proceso de diálogo promovido por el enviado especial de la ONU para Libia, Bernardino León.

A finales de septiembre, escasas horas después de que el propio León celebrara la aceptación del acuerdo para la formación del gobierno de transición, Hafter anunció que redoblaría los bombardeos sobre Bengasi con la excusa de la lucha contra el yihadismo.

El pasado domingo, un día antes de que el Parlamento de Tobruk se reuniera para aceptar o rechazar la composición de ese gobierno impuesto por la ONU, el oficial subrayó que no apoyaría acuerdos políticos que “respalden el terrorismo en Libia”.

Según la prensa local, el general advirtió de que sus manos “no estarán atadas si el Parlamento de Tobruk va demasiado lejos, bajo el dictado de Occidente y la presión exterior sobre su presidente y otros miembros, para que formar un gobierno que se llama a sí mismo de Acuerdo”.

“Pero que en realidad es un acuerdo parcial a favor de los que apoyan el terrorismo en Libia. No descansaremos hasta que la seguridad de nuestro herido país haya sido restablecida”, afirmó el militar, que ampliado sus lazos y ahora también dice negociar con Rusia.

Su objetivo declarado es anular el embargo de armas que pesa aún sobre el país y acceder a material bélico pesado con el que intentar derrotar a las milicias afines a Trípoli, tanto en el frente de Bengazi como en el que ya se está abriendo en torno a la capital.

“El general Hafter ha tratado de llevar la guerra a Trípoli y de derrocar al gobierno y a sus facciones islamistas. Ha sido la amenaza la que ha contribuido a la división del país”, afirmaba días atrás el prestigioso politólogo estadounidense Frederic Wehrey.

Un espectro, el de la guerra incesante, que aún domina el futuro de Libia cuatro años después de que Al Gadafi muriera linchado por un escuadrón rebelde en Sirte, su ciudad natal, ahora en gran parte bajo el control, paradójicamente, de la creciente rama libia del grupo yihadista Estado Islámico (EI).

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Infografía
El representante especial de la ONU para Libia, el español Bernardino León. (EFE/GIUSEPPE LAMI)

UE sancionará a quien obstruya formación gobierno unidad libio

La Unión Europea (UE) aseguró ayer que está dispuesta a imponer sanciones unilaterales a las personas que interfieran u obstruyan el proceso para intentar formar un gobierno de unidad en Libia, para el que hay un preacuerdo pendiente de ratificación de los dos parlamentos que hay actualmente en el país.

“En algunas ocasiones algunas partes han obstaculizado deliberadamente un acuerdo. Estamos dispuestos a adoptar sanciones autónomas contra esas personas que están intentando poner en peligro estos esfuerzos”, indicó en la rueda de prensa diaria de la Comisión Europea la portavoz del Servicio Europeo de Acción Exterior, Maja Kocijancic.

Preguntada por si tiene evidencias de que haya personas que estén intentando obstaculizar el proceso, la portavoz declinó dar más detalles.

“La negociación y el diálogo siguen siendo la única solución viable para que los libios superen el actual conflicto”, señaló, y agregó que “sea cual sea la situación legal, es esencial que continúen con ello para lograr un resultado que sea aceptable por diferentes secciones en el país”.

La portavoz insistió en que la UE “urge” a las partes implicadas a “que protejan los progresos logrados a través de meses de negociaciones”, incluyendo por ejemplo los alto el fuego locales, y a “que se abstengan de cualquier acción que pueda poner el proceso en peligro y atizar las tensiones en el país”.

“Seguiremos apoyando, como hemos hecho hasta ahora, a la ONU”, asistiendo al representante especial del secretario general de la organización para Libia, Bernardino León, “en sus esfuerzos de llegar a un acuerdo con las partes”.

El acuerdo, impulsado el 8 de octubre por León, necesita la ratificación del Parlamento de Tobruk, reconocido por la comunidad internacional, y la del Parlamento rebelde de Trípoli.

Libia es un Estado víctima del caos y la guerra civil desde que fuerzas rebeldes apoyadas militarmente por la comunidad internacional lograron derrocar al régimen tiránico de Muamar al Gadafi en 2011.

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