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Poté
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El trabajo de los "potè" y la ilusión de una frontera cerrada

Una comunidad importante de haitianos y dominicanos hacen vida a ambos lados de la frontera

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El trabajo de los potè y la ilusión de una frontera cerrada
Un grupo de potè se ofrece a cargar los bultos de quienes llegan a la fronera para cruzar hacia Haití (EDDY VITTINI)

Los "potè" son personas que se dedican a ayudar a cargar los bultos llenos de mercancía a sus compatriotas haitianos que llegan a la puerta fronteriza de Dajabón. El término significa traer en creole haitiano. 

Sólo está permitida la salida peatonal por los portones de hierro de ambos países, así que muchos se auxilian de ellos para llevar su pesado equipaje, gran parte del cual está lleno de productos comerciales. Cobran desde 300 hasta 1,500 pesos, según la carga y la distancia.

Para hacer un viaje, los inmigrantes sin papeles deben cruzar a su país, pero deben volver para hacer otro, una y otra vez. La pregunta es cómo lo hacen en un tramo fronterizo muy vigilado y donde se construye una verja perimetral. 

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Infografía
Un hombre se dedica a cambiar los gourdes haitianos por pesos haitianos antes de cruzar la frontera (EDDY VITTINI)

Los potè dicen con seguridad que conocen muy bien los puntos en el monte y en el río Dajabón por los que pueden cruzar sin ser atrapados. 

"Por el río y por el monte entramo pa'cá, pero no es fácil no, asechando a los jefes, a los 'cesfrones' (agentes del Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza, Cesfront)", cuenta un dominico-haitiano que prefiere no dar a conocer su nombre. 

"Yo cargo los bultos y las maletas y cualquier cosa pa'entrá pa'cá, eh raro, eh difícil, pero uno entra como quiera, eh buscando vida que estamos", agrega.

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Infografía
Miles de haitianos cruzan sin ningún tipo de formalidades la frontera hacia el territorio haitiano (EDDY VITTINI)

Otro de los trabajadores explica que cuando cruzan se agachan para evitar ser vistos. Lo peor que les puede pasar es ser detenidos y devueltos a su tierra.  

Un comerciante haitiano también relató que hace vida en ambos lados sin ningún tipo de documento cruzando la frontera habitualmente. Se dedicaba a vender plátanos cuando era posible. 

Para él, es natural hacer sus actividades a ambos lados de la línea fronteriza, como si del mismo pueblo se tratara. Por eso, le enoja la actitud de los militares y policías que de vez en cuando le hacen perder un día de trabajo "sin necesidad" cuando lo detienen y dejan preso para deportarlo al otro país, que se encuentra a unos pocos metros. Dice que todo ese tiempo lo pasan sin comer. 

Diario Libre fue testigo del momento en que los guardias detuvieron a un hombre que intentaba pasar el Masacre con un saco de salchichas para vender asadas en Haití. Las llevaba por ahí porque en su país están incautado este tipo de productos. El hombre había entrado a la República Dominicana con el mismo método. 

Los haitianos han rechazado la reapertura parcial del comercio que ordenó el gobierno dominicano, limitándolos al área del mercado y con restricciones para pasar al pueblo. También sigue prohibido el tránsito a través del puente sobre el río Dajabón. 

Los dominicanos abrieron sus puertas y los haitianos cerraron la suya. Mientras tanto, el tránsito peatonal por la entrada oficial y el paso ilegal son las únicas alternativas.

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Periodista y escritor egresado de la UASD con una trayectoria en prensa televisiva y varios medios impresos.