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“Vía del diálogo se agotó y en Morales recae salida pacífica a la crisis”

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“Vía del diálogo se agotó y en Morales recae salida pacífica a la crisis”
El expresidente boliviano Carlos Mesa (2003-2005) habla este sábado durante una entrevista con Efe en La Paz (Bolivia). El candidato presidencial de la oposición dijo este sábado en una entrevista con la Agencia EFE que la vía del diálogo ya se agotó, que el país está en un momento histórico por la naturaleza de las manifestaciones y que recae en el mandatario Evo Morales la salida pacífica a la crisis. ( EFE/MARTÍN ALIPAZ)

Gina Baldivieso y Laura Núñez Marín

La Paz, 9 nov (EFE).- El expresidente y candidato a la Presidencia de Bolivia Carlos Mesa dijo este sábado en una entrevista con la Agencia EFE que la vía del diálogo ya se agotó, que el país está en un momento histórico por la naturaleza de las manifestaciones y que recae en el mandatario Evo Morales la salida pacífica a la crisis.

Pregunta (P): ¿Por qué no es válido un diálogo con el presidente Evo Morales?

Respuesta (R): Primero es muy sugerente, muy sorprendente que quien va a proponer un diálogo comience por acusar a aquellos a los que quiere convocar a un diálogo de estar llevando adelante un golpe de Estado. La lógica sería un espacio de reflexión y una propuesta positiva.

Segundo, tal golpe de Estado ni está en marcha ni existe. Lo que estamos viviendo es una movilización popular, democrática en el conjunto del territorio boliviano que plantea la defensa del voto y la recuperación de la democracia.

No podemos nosotros aceptar una responsabilidad que no tenemos, el diálogo no tiene sentido, el presidente tiene que tomar una decisión, es una decisión del Gobierno que debe ser asumida por él.

P: ¿Tal vez es esto una estrategia para sembrar la división dentro de estos movimientos políticos y ciudadanos, teniendo en cuenta que Luis Fernando Camacho dijo ayer que marcaba distancia de los políticos?

R: Nosotros estamos persuadidos de que la oposición tiene una línea unitaria de recuperación democrática. En este contexto, por supuesto hay posiciones en una u otra dirección, pero el objetivo último es recuperar la democracia y defender el voto que ha sido burlado el 21 de febrero de 2016 y hoy.

Lo que nos preocupa es el planteamiento y el llamado del presidente otra vez, aunque hace la referencia a movilizaciones pacíficas, que ya es algo por lo menos significativo, de que sus movimientos sociales se confronten con el conjunto de la sociedad.

P: Lo que se percibe afuera es que en la oposición no hay una unión, por ejemplo por lo que dijo Camacho.

R: Yo no lo veo así, yo veo que hay matices distintos y es legítimo y lógico que así lo sea. Esta es una movilización popular que está moviéndose con una convicción que tiene que ver con dos cosas: la defensa del voto intentada de burlar por segunda vez por Morales y la recuperación de una democracia frente a un Gobierno autoritario y casi dictatorial.

El hecho de que haya diferencias de matiz (...) puede ser el planteamiento de la forma de salida del Gobierno, pero todos estamos absolutamente conscientes y todos estamos empujando el carro en una dirección específica, movilización popular, pacífica y democrática.

P: ¿La oposición tiene un plan B?

R: El plan B está en manos del presidente, la ventana de oportunidad se le va achicando cada vez más (...) Probablemente mañana no va a tener ningún margen de juego. Nosotros estamos defendiendo un voto popular con una nueva elección y con un nuevo Tribunal Supremo Electoral.

El límite se nos está acortando también a nosotros, pero ese no es un tema de plan A o plan B de nosotros, es el presidente el que tiene que entrar en razón.

El presidente ya no tiene respaldo popular, no se da cuenta de que su fraude ha sido muy chapucero, no es defendible en ningún contexto. La auditoría de la OEA ha quedado desplazada no porque uno esté de acuerdo o en contra de la auditoría, sino porque los acontecimientos están yendo a una velocidad vertiginosa y en ese contexto el plan A o el plan B no está en nuestras manos.

P: El presidente insiste con el tema del golpe de Estado, teniendo en cuenta que muchos policías se han amotinado en varias regiones, acá en La Paz se han replegado. ¿Se puede hablar de que hay un golpe de Estado?

R: Por supuesto que no, no hay ningún golpe de Estado en curso ni hay ninguna acción en esa línea y en esa dirección.

La situación y el contexto en el que está viviendo Bolivia tienen unas características que para nosotros que estamos muchos años en este tema y que hemos vivido crisis muy complejas es una novedad. La Policía no se ha amotinado en el sentido tradicional del motín porque piden una reivindicación salarial (...) Si la Policía estuviera en un golpe de Estado, intentaría tomar físicamente el centro del poder. La Policía ha dicho dos cosas: no vamos a reprimir a la gente y estamos con el pueblo en la reivindicación democrática.

Otro elemento muy importante a discutir es el rol de las Fuerzas Armadas. Nos da la impresión, y lo celebramos en ese contexto, que las Fuerzas Armadas no están dispuestas a salir a la calle a reprimir y esto es muy importante.

Bolivia ha vivido una experiencia traumática en 2003, las Fuerzas Armadas salieron a la calle y el resultado fueron 67 muertos en dos semanas. Esta es una experiencia que ha llevado a la cárcel a varios jefes militares.

El poder político no asumió su responsabilidad, está fuera de Bolivia y quienes están pagando esa acción son los propios jefes militares que obedecieron las órdenes de la Presidencia.

En ese contexto, creemos que es una lección aprendida.

P: ¿Qué diferencia política hay de la crisis de 2003 a la que vive el país?

R: Estamos a dos semanas de un proceso electoral, en 2003 se había llevado una crisis de otra naturaleza, en otro contexto de una crisis de partidos políticos y de liderazgos, aquí lo que estamos es ante la necesidad de definir el momento de transición democrática lógico y que debe llevarse en el contexto de cualquier democracia del mundo, que es que cuando se termina un período democrático se hacen elecciones y el ganador entra al Gobierno democráticamente.

Esta crisis está generada como consecuencia de un fraude de un Gobierno que no acepta la evidencia de que debió haber un segunda vuelta (...) Además ha hecho fraude cambiando los resultados de la elección de diputados y senadores, lo que ha modificado y ha desnaturalizado las mayorías y minorías en el Congreso.

P: Hablando un poco de estas similitudes o diferencias, existe algún temor de que podamos llegar al nivel en el que está Venezuela en el que grupos civiles se enfrentan unos contra otros, ¿cuán cerca o cuán lejos estamos de que algo así ocurra en Bolivia?

R: La pregunta es pertinente. Yo diría que el dilema, la disyuntiva que tiene que resolver Evo Morales es qué camino quiere seguir. Intentar permanecer indefinidamente en el poder, rompiendo nexo con la legitimidad democrática, aceptar que su tiempo se ha agotado y que tiene que salir como debería salir el 22 de enero del año 2020.

El segundo punto, la naturaleza y la construcción de la fuerza social en Bolivia tiene diferencias con Venezuela. Yo no estoy al tanto ni conozco que hayan grupos paramilitares organizados en el caso de Bolivia, lo que el Gobierno intenta sobre todo con un sector muy duro, que es el de los cocaleros en el Chapare, es que sus movilizaciones violentas pero no en la naturaleza equivalente a Venezuela o Nicaragua, puedan generar confrontación violenta.

El presidente no entiende que la defensa de la democracia está en la ciudadanía movilizada y tiene que entender que una convocatoria de esa naturaleza ya ha tenido antecedentes inmediatos, 10.000 cocaleros entrando a la ciudad de Cochabamba con una violencia inusitada, con el saldo de un muerto, y ya tenemos tres en el resto del país, no quisiéramos que esto se genere.

P: ¿Ustedes han hecho algún llamado específico a la comunidad internacional sobre la crisis?

R: La comunidad internacional se ha pronunciado de manera clara después de que la misión de observación de la OEA (Organización de Estados Americanos) y la Unión Europea (UE) han manifestado que son tales las irregularidades del 20 de octubre, que lo que debe llevarse a cabo es una segunda vuelta, posición a la que se han sumado países como Brasil, EE.UU. y Colombia.

El problema que estamos enfrentando es que el Gobierno no ha escuchado esa demanda. También que lamentablemente un gravísimo error del secretario general de la OEA, Luis Almagro, que respaldó entre comillas el derecho humano de Evo Morales de ser reelecto contradiciendo sus propias palabras, cuando pidió a Morales que reconociera su derrota del 21 de febrero de 2016 (fecha en que se realizó el referendo que permitió al presidente a volver a presentarse en las elecciones) ha generado una gran susceptibilidad, un gran descrédito y escepticismo en la comunidad boliviana sobre lo que la OEA pueda decir, esto ha complicado la legitimidad de la auditoría de la OEA y de la segunda vuelta.

El problema adicional es que los días que estamos viviendo son vertiginosos, este es un movimiento que no tiene antecedentes en nuestra historia y ha colocado al Gobierno contra la pared y reformulará lo que la comunidad internacional tenga que hacer.

Ojalá no tengamos que pedir una mediación para pacificar al país, todavía estamos a tiempo y está a tiempo Evo Morales. EFE

gb-lnm/cav

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