Falta de tuberías, déficit...: las fallas del acueducto Higüey-Bávaro

A 13 años de contratarse, el Inapa prepara licitación para 21 kilómetros que faltan de la red de distribución

Vista de los tanques que almacenan el agua del acueducto Higüey-Bávaro.
POR: Mariela Mejía

En la cima de una loma se divisan dos enormes tanques. Almacenan el agua del nuevo acueducto Higüey-Bávaro, cuyo servicio no llega a todo Higüey ni a Bávaro. A pesar de que se contrató en 2006 para construirse en 36 meses, ahora el Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (Inapa) indica que la demanda supera su capacidad y el presupuesto no alcanzó, por lo que será una nueva licitación que permitirá instalar unos 21 kilómetros de tuberías faltantes en el centro de la ciudad y en el sector Los Platanitos.

“Para lo que fue contratada, diseñada y estimada se terminó (la obra)”, afirma el director del Inapa, Horacio Mazara.

Pero hay situaciones que hacen que Higüey tenga un nuevo acueducto, que ha ido variando su costo (el monto más reciente, dado por Mazara, es US$93.7 millones; unos RD$4,000 millones), pero su sistema de distribución esté inconcluso, y en muchos barrios la gente aún compre agua a granel para suplir el desabastecimiento.

Con el paso de los años se registró un incremento poblacional y la aparición de nuevos asentamientos urbanos en Higüey. La red de distribución original contemplada para el acueducto era de 300 kilómetros y se aumentó a 388. Faltan alrededor de 21 kilómetros sin instalar porque las variaciones en el diseño y el costo “no daban” para incluirlos en el monto de las adendas “y hubo que dejarlos fuera”, explica Mazara. De inmediato defiende que eso no pasó en su gestión y su administración los va a completar.

“Teóricamente en el alcance del proyecto original estaban pero no se llegaron a ejecutar”, dice.

Pero el ingeniero Luis Rafael Medina, quien indica que entre 2010 y 2012 trabajó en la red de distribución como empleado para la empresa italiana Ghella, encargada de la construcción de la obra, asegura que en ese entonces se dejó de último el casco de la ciudad porque era un periodo de campañas políticas.

“Hubo una política de que los lugares donde había asfalto (había que) dejarlos de último, entonces se dejó de último (el centro), y tuvo la mala suerte ese sector, inclusive uno de los sectores más populosos de Higüey, que es Los Platanitos, también se quedó sin tuberías”, recuerda Medina, quien además fue director del Inapa en Higüey entre 2004-2008. Él estima que en esas dos zonas residen unas 30,000 personas.

Pero las fallas del acueducto no solo tienen que ver con una red de distribución sin terminar, sino también con una limitada disponibilidad de agua de las fuentes que lo abastecen.

Mazara observa que la obra se diseñó para suplir una demanda de 500 litros de agua por segundo, para una población al 2007 estimada en 125,858 habitantes, pero los estudios que maneja el Inapa indican que, por el aumento de la población, la demanda actual en Higüey es de 1,200 litros. “O sea que para nosotros hay un déficit en Higüey de alrededor de un 60 por ciento”, dice. Además, cita los cortes energéticos como una retranca para mantener en operación las estaciones de bombeo que abastecen el sistema.

Higüey es un municipio de la provincia La Altagracia cuya población la Oficina Nacional de Estadísticas estima sobre las 318,000 personas. En la ciudad central, llamada Salvaleón de Higüey, residen más de 168,500 individuos. Sus habitantes son nativos y de otras provincias y países, de los que una buena proporción se ha movido hacia el este de la isla por las plazas laborales que ofrece la zona turística Bávaro-Punta Cana, un destino de vacaciones con reconocimiento internacional que comenzó su desarrollo en la década de 1970 y ya cuenta con más de 40,000 habitaciones hoteleras.

Por años, Higüey ha tenido un servicio de agua potable deficiente y carencia de tratamiento de aguas residuales. Por igual Bávaro-Punta Cana, donde sus habitantes, comercios y complejos hoteleros se abastecen de agua subterránea extraída mediante pozos, lo que ha generado un incremento de la intrusión salina que alcanza hasta 6.1 kilómetros, según estudios. La mala calidad de los servicios incide en el incremento de las consultas dermatológicas y gastroenterólogas.

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Para subsanar esas deficiencias, el Estado dominicano, representado por el entonces director del Inapa, Víctor Díaz Rúa, firmó en 2006 un contrato con el Consorcio Ghella & Asociados por US$134 millones (unos RD$4,422 millones), para el proyecto Acueducto Higüey-Bávaro.

El Estado solicitó la construcción de un nuevo acueducto para Higüey y las zonas de desarrollo turístico de Bávaro y Punta Cana, que ofrezca agua potable con las garantías de salubridad recomendadas por la Organización Mundial de la Salud y en suficiente cantidad como para satisfacer a plenitud la demanda de agua potable de los usuarios para los próximos 20 años.

Pero al año siguiente el contrato fue modificado, el alcance de la obra se limitó y se redujo su monto a US$75 millones (unos RD$2,475 millones).

La primera adenda, firmada el 22 de mayo de 2007, indica que los empresarios hoteleros de la zona Bávaro-Punta Cana plantearon al Estado dominicano “la necesidad urgente de que les sea garantizado el acceso al agua potable, para asegurar un futuro inmediato viable al sector turístico, actualmente amenazado por las insuficiencias existentes en el servicio de agua potable”.

Agrega que el Estado tomó en consideración la propuesta de los empresarios turísticos “para el abastecimiento inmediato de agua, mediante pozos a ser explotados por los mismos hoteleros de la zona”. Se suspendieron entonces los trabajos para esa demarcación, en la que viven más de 100,000 personas, quedando para otra etapa del proyecto, si el Estado lo consideraba necesario.

En una cuarta adenda al contrato, hecha en 2013, se volvió a mencionar la etapa Bávaro-Punta Cana y el interés del Estado en incluirla para contribuir al desarrollo de la demarcación turística, conllevando un financiamiento de US$111,252,940.52. Pero esta etapa no se comenzó, y es al sector hotelero que en un principio indicó que se abastecería de pozos, al que el 15 de mayo de 2019 el Inapa le dio el visto bueno para declarar de interés público una iniciativa privada, presentada por la sociedad comercial PCVC Acueductos & Alcantarillados, para la construcción y operación de un acueducto y alcantarillado en el polo turístico.

El ingeniero Medina asegura que para conseguir el financiamiento internacional para la obra era más factible promoverla y mantenerla como un acueducto que beneficiaría a Higüey, Bávaro y Punta Cana, por el atractivo que representa ese destino turístico a nivel económico.

Con agua pero sin agua

Residentes en Higüey han protestado para expresar su descontento por cómo se ha desarrollado la construcción del acueducto.

El diputado de la provincia La Altagracia, Hamlet Sánchez Melo, estima que, de 58 barrios, se benefician algunos 45 del sistema.

Desde que el acueducto está operando, Jazmín Ubiera ha notado una mejoría en el servicio de agua potable en su vivienda del barrio Los Prados. Pero tiene sus bemoles. Ella calcula que antes llegaba el servicio dos veces a la semana. “Ahora dura hasta 12 días, 15 días y hasta ocho días sin venir”, dice. Cuando recibe agua, apenas sale de la llave por unas horas o, en algunos casos, un día completo.

Esa mañana Ubiera llenaba una ponchera con agua de una llave instalada en el frente de su casa. Hacía pocas horas que el servicio había regresado. Además de esta forma de almacenamiento, también compra agua a camiones que venden el tanque hasta a RD$80. Le alcanza para tres o cinco días a su familia de cinco miembros.

Noé Cornielles vive en el barrio Lotificación Sajour, a pocos minutos de donde están los tanques del nuevo acueducto. Según el mapa de la red de distribución preparado por el Inapa, su sector está conectado al acueducto Higüey-Bávaro, pero Cornielles indica que el servicio dura hasta 15 días para recibirlo.

“Cuando llega (el agua) es por media hora y se pierde porque las tuberías no sirven y no aguantan la presión del agua, es un desastre”, se queja.

Al igual que Ubiera, Cornielles compra agua a camiones, dos veces a la semana, a RD$500 cada uno, para una familia de seis personas. Tiene 18 años comprando el líquido, antes a RD$300, luego subió a RD$400 hasta el precio actual.

“Hay algunos sectores en los que el agua llega dos días a la semana, son pocos, pero llega”, reconoce, “pero el 80 por ciento de la ciudad no recibe el agua del acueducto, todo el mundo aquí dice que es a propósito (para beneficiar a los vendedores de agua)”.

Jazmín Ubiera almacena agua en una ponchera para abastecerse. Por (Diario Libre/Pedro Bazil)
Un vendedor de agua a granel oferta su servicio en el barrio Los Prados. Por (Diario Libre/Pedro Bazil)

Cornielles es del grupo de usuarios que paga la factura del agua. El director del Inapa se regocija al decir que La Altagracia es la provincia con más crecimiento en recaudación anual. Solo el año pasado se cobraron RD$736,913,805.84.

Mazara se defiende de las quejas por el servicio de agua potable reiterando razones de cortes energéticos y una demanda que supera la capacidad del sistema. El acueducto Higüey-Bávaro se suple de una toma directa del río Sanate -cuyo caudal ha mermado por la actual sequía- y del campo de pozos La Matilla, de donde se extrae agua subterránea.

“Se estimó que Sanate podía producir 300 litros, y la otra parte los pozos, pero ¿qué pasa?, Sanate se pasa la parte del año con muy poco caudal por el tema de la sequía. Nosotros hemos ido a Sanate y lo hemos cruzado prácticamente a pie y los equipos que están ahí, a veces uno, hay que sacarlos porque no succionan el agua”, dice el funcionario.

Agrega que la energía usada para producir agua por bombeo se le debe pagar a la Empresa Distribuidora de Electricidad del Este (EDEEste).

En la primera adenda al contrato original se excluyó la construcción de una presa en el río Sanate, cuyo caudal está a merced de las variaciones pluviales. Un proyecto que el director del Inapa presentó al presidente Danilo Medina incluye esa obra para aprovechar los limitados recursos hídricos superficiales de la región este y resolver las deficiencias en el acceso al agua potable.

“Hay que hacer tres presas en el este, pero presas solamente para agua potable, no para riego. Una de ellas es la del río Sanate, que es de donde sale parte del agua de Higüey con deficiencias”, asegura Mazara.

Una licitación para 21 kilómetros

El director del Inapa explica que los barrios del centro de la ciudad y Los Platanitos, que faltan por enlazarse, están conectados al acueducto viejo -construido en la década de 1970- “pero con muchas deficiencias”.

El Inapa entregó a Diario Libre cuatro adendas al contrato del acueducto Higüey-Bávaro. La tercera mantenía un costo de la obra en US$75 millones, pero la cuarta es más ambiciosa y plantea la ejecución de la Etapa II. Esta última adenda, firmada en 2013, tiene un monto ascendente a US$154,400,000, para un total del proyecto de US$213,725,278.29 (unos RD$8,933 millones), que incluye la fase que buscaba extender su servicio a Bávaro-Punta Cana y que no ha sido ejecutada.

El diputado Sánchez Melo indica que la compañía Ghella incumplió el contrato en lo referente a plazos de tiempo y el Estado faltó en la erogación de fondos en los periodos programados. Destaca que denunció en la Cámara de Diputados que se estaba tramando recibir la obra como finalizada.

De enero de 2009 a mayo de 2010 la empresa contratista paralizó las obras por falta de financiamiento.

En mayo de 2013, el diputado de la provincia La Altagracia, Juan Julio Campos Ventura, sometió un proyecto de resolución para que la Cámara de Diputados designara una comisión especial para investigar la construcción del acueducto Higüey-Bávaro. El 11 de julio de ese año, la comisión de Obras Públicas y Seguridad Vial del hemiciclo se reunió con los ingenieros Ricardo Dina, presidente del Consorcio Ghella & Asociados, y Michele Frencia, director de Proyecto del referido Consorcio, para conocer el proceso en que se encontraba la obra.

“Cuando la compañía fue a la comisión lo que alegaron era eso, falta de recursos”, recuerda el diputado Campos.

En abril de 2014, el Gobierno hizo público la entrega de un cheque de RD$712.5 millones, a través del Inapa, para la terminación del acueducto. El entonces director del Inapa, Alberto Holguín, entregó los fondos al Consorcio Ghella & Asociados. En ese tiempo dijo que se tenía previsto concluir los trabajos en noviembre. “Luego se volvió a paralizar y no se ha continuado más”, recuerda Campos.

El ingeniero Medina explica que cuando dejó de trabajar con la empresa Ghella en agosto de 2012, lo más que se podía tardar para terminar los trabajos eran unos ocho meses porque la obra tenía 80 % de avance. “Por julio de 2013 tenía que haberse terminado ese acueducto y han pasado siete años”, recalca. También, indica que falta automatizar la planta potabilizadora.

Agrega que la empresa se quedó con sus equipos en Higüey esperando el desembolso para el reinicio de los trabajos. Sin embargo, el director del Inapa informó que hace menos de un año que la compañía entregó al Inapa el control del acueducto y reconoció que la institución tiene una deuda de US$4 millones con la compañía.

Diario Libre insistió en obtener una opinión de Ghella sobre el proyecto, pero no fue posible. Desde su oficina de enlace en el país se alegó que todas las informaciones de la obra ya deben provenir del Inapa.

El Inapa ahora está preparando los pliegos finales para una nueva licitación que buscará adjudicar la instalación de los 21 kilómetros faltantes en la red de distribución, y agregar dos sectores más: Villa Hortensia y Anamuya. Esos proyectos tienen un costo estimado en aproximadamente RD$60 millones.

El ingeniero Medina entiende que el acueducto Higüey-Bávaro no se ha terminado por un asunto político. “Aquí nadie le da continuidad, los presidentes no le dan continuidad a las obras que deja el otro presidente”, dice.

Editora de Economía y docente de periodismo. Se ha especializado en periodismo de investigación, multimedia y de datos.