La importancia de tener un techo

Tener casa propia es el deseo de muchos dominicanos, alcanzar esa meta da una estabilidad con la cual proyectarse, ya con menos ansiedad, hacia nuevos horizontes.

A sus 54 años, Milán Cadet siente que recién comienza a vivir, al menos a su gusto. Finalmente ha logrado convertirse en el héroe de su propio relato, el reto de conseguir su propia casa.

Se trata de un dominicano dedicado a la docencia, en los niveles técnico y profesional, donde enseña inglés y francés, además de la debida corrección de estilo del español. Sin embargo, no es hasta hace unos meses que se pudo mudar a un apartamento, al que puede anteponerle, finalmente, un adjetivo posesivo. “Mi apartamento”, dice sin medias tintas.

“Encontré un lugar muy bueno, muy bien diseñado, en el residencial Palmeras del Este 2. Y ya sabes, hice mis sacrificios, mucho esfuerzo de por medio, porque sentía que finalmente estaba cerca de lograrlo. Trabajé el doble durante diez meses para pagar el inicial”, recuerda Milán.

Se trata de una carrera en la que él no es el único. El país tiene un déficit habitacional, que la Unidad Asesora de Análisis Económico y Social del Ministerio de Economía contabilizó en 824,829 viviendas, cifra divulgada en 2018. En la zona metropolitana la cantidad es de 259,867 viviendas.

Así que es de entender la alegría de Milán cuando desde Codelpa, empresa a cargo del conjunto residencial, le notificaron la aprobación del financiamiento para la adquisición de su nuevo hogar.

“Después del inicial y orar para mi aprobación, me dijeron que calificaba. Hoy me siento a gusto donde vivo. Es un sueño para mí y para cualquier ciudadano de bajos recursos tener un techo propio”, expresa.

Milán había vivido un largo y variado recorrido antes de conseguir su propio espacio en diferentes sectores del Distrito Nacional y Santo Domingo Este. Pero es recién ahora que comienza a ponerle un techo a su sueño más preciado.

Vivir en verdadera comunidad. “Este es el residencial que más se destaca en Ciudad Juan Bosh; tiene un diseño muy bonito. Además, me siento tranquilo, como no me había sentido en los otros lugares en los que había vivido. Tienen seguridad en las cuatro entradas y un motor que se mantiene recorriendo el residencial”, relata.

Tanto desorden alrededor, tanta desorganización que vivió en sus antiguas residencias han terminado por convertir a este docente en un defensor de la tranquilidad y la vida en comunidad. De allí que haga énfasis en que los espacios comunes son indispensables.

“Mi espacio favorito del residencial es el bulevar, porque es seguro y de allí vienen otras ventajas. Por ejemplo, tengo un espacio donde caminar y trotar. Eso es algo que también hacen otros vecinos. Otros prefieren montar bicicleta, los muchachos los patines. Pero a lo que me refiero es que contamos con un espacio donde esparcirnos con tranquilidad”, resalta Milán.

Cuando saca a colación la comparación con sus antiguas residencias, y con la ciudad en general, lamenta que haya pocos espacios creados para los niños, que fomenten el esparcimiento y la interacción entre ellos, tan crucial para su socialización.

“Creo que esa es una batalla ganada aquí en el residencial, porque hay un área creada para que los papás saquen a los niños, jueguen entre ellos y con sus papás. Uno incluso se siente seguro estando en los alrededores del residencial, donde, además, es fácil conseguir la OMSA”, declara.

Mientras los niños alrededor aprenden a reconocer los rostros de sus pares, se entregan al arte inmemorial de encontrarse con el otro a través del juego. Milán, la verdad, hace algo muy parecido, va a la casa club y, dominó de por medio, aprende un poco más sobre sus nuevos vecinos.

Descarga el brochure de Palmeras del Este AQUÍ.

Para más información, llama al 809-748-2626 o haz clic en www.palmerasdelesterd.com.

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