Devoción y crítica a Federico el Grande, en Alemania
Su última voluntad fue que lo enterraran con sus perros en el parque de San Souci
Berlín. La figura de Federico II el Grande representa, como pocas, las contradicciones y tensiones de la historia de Alemania lo que explica que este país conmemore el martes el tercer centenario de su nacimiento con una actitud que oscila entre la devoción y la mirada crítica.
Hay una leyenda negra, que lo presenta como un representante del expansionismo prusiano y un antecesor de Hitler, frente a otra dorada, que lo ensalza como un símbolo de la Ilustración, como un intelectual y un artista que terminó siendo una figura histórica.
Federico II el Grande (1712- 1786) abolió la tortura, recuerdan sus partidarios. Sus enemigos, entonces, apuntan que desató tres guerras que fueron las que terminaron convirtiendo a Prusia en una potencia europea.
Sus admiradores recuerdan su pasión por la filosofía y su amistad con Voltaire, mientras que sus detractores dicen que esa relación terminó con el filósofo francés huyendo ante la ira del monarca.
El conflicto con su padre, Federico Guillermo I, anticipa para otros muchos conflictos generacionales. De un lado, el viejo rey, que cree en la disciplina militar y en la vida austera y, de otro, el joven heredero, interesado en las artes y en la filosofía.
En 1733 se casó con Isabel de Braunschweig-Wolfbuttel, por orden del padre y repetía con frecuencia que la repudiaría en el momento en que se convirtiese en un hombre libre. Muchos biógrafos sostienen que el matrimonio, que no tuvo hijos, nunca fue consumado, lo que tiende a fortalecer la teoría sobre su posible homosexualidad, lo cual no ha sido documentada aún.
En 1740, Federico sube al trono. Un año antes había escrito "El Anti-Maquiavelo" (1739), un ensayo prologado por Voltaire.
Ya en el primer año de su mandato, Federico muestra sus dos caras. Por un lado, toma medidas progresistas, como la abolición de la tortura y la reducción de los castigos físicos en el ejército, pero, por otro, emprende su primera aventura militar contra Silesia, territorio que anexará en 1745 tras dos guerras. EFE
Sus admiradores recuerdan su pasión por la filosofía y su amistad con Voltaire, mientras que sus detractores dicen que esa relación terminó con el filósofo francés huyendo ante la ira del monarca.
El conflicto con su padre, Federico Guillermo I, anticipa para otros muchos conflictos generacionales. De un lado, el viejo rey, que cree en la disciplina militar y en la vida austera y, de otro, el joven heredero, interesado en las artes y en la filosofía.
En 1733 se casó con Isabel de Braunschweig-Wolfbuttel, por orden del padre y repetía con frecuencia que la repudiaría en el momento en que se convirtiese en un hombre libre. Muchos biógrafos sostienen que el matrimonio, que no tuvo hijos, nunca fue consumado, lo que tiende a fortalecer la teoría sobre su posible homosexualidad, lo cual no ha sido documentada aún.
En 1740, Federico sube al trono. Un año antes había escrito "El Anti-Maquiavelo" (1739), un ensayo prologado por Voltaire.
Ya en el primer año de su mandato, Federico muestra sus dos caras. Por un lado, toma medidas progresistas, como la abolición de la tortura y la reducción de los castigos físicos en el ejército, pero, por otro, emprende su primera aventura militar contra Silesia, territorio que anexará en 1745 tras dos guerras. EFE
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