El gobierno de las sorpresas

Antes de cumplir 100 días como jefe de Estado, Danilo Medina sorprendió al país -el 15 de noviembre de 2012-, con el inicio de un modelo de apoyo a productores del campo que motivó a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) a invitar al mandatario a Roma a explicar la iniciativa.

Este modelo de gobierno lleva al presidente Medina a pequeñas comunidades, donde escucha los problemas que afectan la vida de los campesinos, mostrándose como un mandatario cercano a la gente, o -como anticipaba en su discurso de toma de posesión- que gobierna "con el oído siempre puesto en el corazón del pueblo". De ahí que no era de sorprender ver a Medina saltando un charco de lodo en una visita a El Seibo, sosteniéndose de una cuerda al cruzar un puente improvisado en Manzanillo, Montecristi, o agachado bajo alambres de púas cruzando la cerca en una hacienda... como un ciudadano más.

Danilo Medina ha realizado 85 visitas sorpresa y apoyado en estas 535 proyectos, con un presupuesto programado de RD$6,353 millones 384, 794 -con RD$4,014 millones 960,604 ejecutados-, según la web de esta iniciativa. De los proyectos, 340 estarían en desarrollo y 195 terminados. DL visitó por sorpresa tres proyectos apoyados entre noviembre y diciembre de 2012 para ver su evolución y el cambio en la vida de los beneficiarios a los dos años del apoyo presidencial.

Sesenta millones de pesos para impulsar el cultivo de jengibre



Hace dos años, Agustín Soriano percibía el entusiasmo de otros campesinos de Bayaguana, Monte Plata, con la siembra de jengibre, pero no se planteó cosechar este producto hasta que un yerno se lo recomendó. Para entonces Papi -como le llaman- ya había dejado el trabajo en un proyecto de cítricos en el que duró 15 años para dedicarse a la cría de animales.

Agustín fue a la Cooperativa Agroindustrial Esmeralda (CoopEsmeralda)-que el 19 de noviembre de 2012 logró un financiamiento de 60 millones de pesos para impulsar la siembra de jengibre orgánico en la sexta visita sorpresa del presidente Danilo Medina- buscando facilidades, y se convirtió en uno de los 258 beneficiarios iniciales del proyecto.

Como Agustín no posee tierras, el propietario de las que trabajaba su padre -ahora enfermo- y que ya dejaba que tuviera allí sus reses, le permitió que también incursionara en el proyecto estimulado por Medina. En la primera cosecha, como el 85  % de los participantes, Soriano tenía unas 10 tareas sembradas de jengibre, compartidas con Francisco Antonio Sánchez -Quico-, un señor de 77 años primo de su madre, quien es además su socio en el negocio de las más de 40 cabezas de ganado del que subsistía antes de la visita del presidente. Aunque nunca había sembrado jengibre, le fue bien: quedó entre los 176 que finalmente cosecharon.

El gerente de CoopEsmeralda, Domingo Lebrón, recuerda que los que salieron del proyecto eran productores que estaban en zonas donde "había dificultades de acceso" en temporadas de lluvias, y eso provocó que no fueran a los cultivos durante 30 o 45 días a darle el mantenimiento debido, a poco tiempo de la siembra.

Para Lebrón, "el año pasado fue una especie de ensayo" porque algunas de las personas que participaron estaban "muy acostumbradas a que lo que viene del Gobierno, del Estado, es gratis y que no tienes que pagarlo"• Así, rememora, muchos entendían que el financiamiento era un "regalo" y estaban más pendientes a los desembolsos que a los cultivos, pese a que la Cooperativa había dado entrenamiento al grupo en diciembre de 2012, tanto sobre las condiciones de los préstamos como sobre los requerimientos del cultivo, entre estos, que necesita un 50 % de sol y un 50 % de sombra, y el manejo de las plagas del jengibre, cosechado en terrenos casi selváticos, entre verdes amapolas, palmas reales, javillas y plantas de mango.

El agrónomo Daniel Gómez tiene 34 años y es uno de los tres técnicos de la Cooperativa que asisten a los productores en la siembra. Oriundo de Castañuelas, Montecristi, estudió en Santo Domingo y llegó al proyecto en sus inicios, hace ya dos años. Esta es la segunda cosecha en la que participa y considera que será mejor que la pasada, cuando la exportación se vio afectada por problemas con el aporque o aterrado, necesario para el sano crecimiento del jengibre -el rizoma crece hacia arriba y si recibe la luz solar echa una capa verde-.

"Al igual que el cultivo de la papa, esto (el jengibre) echa una costra por encima, verde, que es tóxica. Entonces, ya ahí pierde calidad el jengibre porque a la hora de la exportación ese se corta, lo desechan, no les sirve. Ya ellos tuvieron la experiencia de cuando vinieron las mismas gentes de la exportación de otros países, ellos tuvieron la experiencia de ver cómo ellos les rechazaban su jengibre", explica Daniel.

Domingo Lebrón cuenta que en la cosecha de 2013-2014 -para la que el Fondo de Desarrollo Agropecuario (FEDA) desembolsó unos 40 millones de pesos- exportaron el 35 % del jengibre recogido, a España (18 %), Suiza (1.5 %), Alemania (2 %) y Canadá (13.5 %); esto indica que el rendimiento fue menor que lo usual en este cultivo. "En una campaña normal el 50% es la norma para exportar. No todo el jengibre califica", apunta Lebrón.

El 20 % del jengibre lo compró una empresa local para exportarlo a Miami como producto de segunda categoría; y el resto (el 45 %) se utilizó para la siembra de la campaña actual, afirma el gerente de la Cooperativa. Aunque da los porcentajes, Lebrón sostiene que no puede ofrecer a la prensa los datos referentes a las toneladas cosechadas, a los montos obtenidos por la venta, a las ganancias totales de los productores ni a lo que estos devolvieron a CoopEsmeralda del financiamiento, aunque sí expresa que algunos saldaron toda su deuda; otros, una parte; y hubo quienes no pagaron nada porque no cosecharon.

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Con azada en mano y la camisa sudada, remangada y abierta hasta el pecho, Quico recuerda que en la pasada cosecha les quedaron -a él y a Agustín- unos 88 mil pesos tras pagar cerca de 100 mil a la Cooperativa por el financiamiento.


De sus ganancias, pagó algunas "cuentecitas" y mejoró el estado de los potreros de los animales porque "cuando la piña tá bien apretá, entonces uno, de esos animalitos es que se sostiene".

Si repite en la siembra siguiente, piensa montarse "en cuatro gomas" porque con 36 años de trabajo en una finca (donde hacía de administrador y para rendir su paga sacaba la caña, aporcaba, araba... hasta hace tres años) y casi 78 años de vida a cuestas, no quiere andar "a pie", cuenta Quico, apoyado en un árbol que tumbó hace más de dos meses, antes de que una hija lo llevara a un hospital en Santo Domingo y recibiera más de 40 terapias para una inflamación en la próstata.

Pero Quico, quien tiene seis hijos y vive solo con su esposa, se siente bien tras el tratamiento, porque el único efecto que dice sentir es que aumentó unas "libritas" durante el proceso, que le mortificaban para el trabajo del campo, pero que ya está "quemando esa grasa" y se siente "liviano".

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Ahora Agustín y Quico tienen 20 tareas sembradas de jengibre. Ellos están entre los 100 productores de la segunda siembra en Bayaguana, porque -según Domingo Lebrón- se quedaron en el proyecto sólo los que mostraron "mayor nivel de compromiso" en la cosecha pasada.

Con mayor cantidad de tareas sembradas, estos 100 productores también tendrían más beneficios porque para esta cosecha se apuesta a un rendimiento de 30 quintales por tarea -en esta campaña hay 975 tareas de jengibre orgánico y 1,025 de jengibre convencional-, mientras en la pasada estaba entre 15 y 20 quintales por tarea. De los 20 millones que quedaban del financiamiento aprobado por el presidente Medina para la segunda cosecha, desembolsaron 10 millones y quedan otros 10 millones -según informaciones de la Presidencia de la República, en total el FEDA ha erogado RD$49, 591,983-.

La Cooperativa Agroindustrial Esmeralda apoya ahora a los 82 productores que no lograron la cosecha de jengibre y quedaron fuera de este proyecto con cultivos alternativos que no requieran tantas atenciones como éste, para que puedan cumplir con los pagos del financiamiento tomado, afirma Domingo Lebrón.

Buscando prever esto, la Cooperativa, creada a inicios de 2012 y a la espera de la incorporación, hizo socios colaterales a los participantes en el proyecto, que podían utilizar los servicios que ofrece sin cargos de suscripción durante la primera siembra.

"En el primer ciclo nosotros pudimos depurar aquellos que lo que buscaban era dinero del Estado y a esos no los hicimos socios", dice Domingo, con voz contundente.

Como es un dinero que tienen que pagar, CoopEsmeralda realizó un primer desembolso al FEDA de 5 millones 327 mil pesos con el dinero de la primera cosecha, a inicios de 2014, aún dentro del período de gracia -de 18 meses, luego a una tasa de interés del 5 % anual-.

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Antes, en Bayaguana se producía jengibre, pero los proyectos no eran exitosos. Bienvenido Severino es agrónomo y miembro de la Cooperativa. Aunque su siembra es de chinola, conoce bien el jengibre y cuenta la historia de este producto en Bayaguana mientras acompaña al equipo de DL por la zona de los cultivos. "Aquí había producción muy tímida de jengibre. Una vez un sacerdote, el padre Lorenzo (...) hizo unos proyectos de jengibre a nivel del municipio de Bayaguana, pero, muy bueno, pero no había mercado (...) cuando el jengibre quiso venirse a vender había tanto jengibre que el jengibre llegó a valer 200 pesos el saco (... ) y todo el mundo se desencantó y dejó eso", repasa. 


Ahora la expectativa es distinta. Para la próxima campaña, la Cooperativa firmó un contrato con una empresa canadiense para exportar 250 contenedores de jengibre convencional -el que permite el uso de pesticidas-. Domingo Lebrón cuenta que la meta para los próximos cinco años es aumentar la producción a 250 mil quintales anuales, para lo que junto al Banco Agrícola ya promueven el cultivo en otras zonas de Monte Plata, en el Valle de Hato Mayor, Sabana de la Mar, Miches, El Seibo, Moca, Barahona y San Juan, al considerar que en esos lugares hay condiciones para esta siembra.

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Con sus botas de goma, su camiseta verde y su pantalón y camisa caqui embarrados de tierra rojiza, Agustín recuerda que cuando estaba en el proyecto de los cítricos a las 2:00 de la tarde ya podía estar libre, pero que habiéndose levantado a las 4:00 AM para ordeñar sus vacas -usaba la luz del teléfono móvil para moverse entre las plantas buscando sus animales- y sosteniendo una bomba en sus hombros, sentía que esa rutina le estaba "agolpeando la espalda". Ahora, con sus reses y el jengibre, está "más descansado".

La casa de Agustín era de madera. Con los animales, el ventorrillo de su mujer y, sobretodo, el jengibre, ha podido iniciar la construcción del hogar, pero ahora en concreto y más grande. "Ahora me salió inmensa", dice Papi, sonriente.





Entre varas y sopletes, los artesanos del bambú trabajan para aumentar las ventas



Hace unos 10 años, Juan Antonio de la Cruz perdió una pierna en un accidente de tránsito, por lo que no pudo continuar su trabajo en fincas sembrando arroz o cargando sacos en una factoría. Encontrar trabajo era para él una tarea engorrosa hasta hace unos dos años, cuando en su novena visita sorpresa -el 9 de diciembre de 2012- el presidente Danilo Medina fue a la comunidad de San Isidro, en Juma, Monseñor Nouel, y aprobó financiamientos al Grupo Cooperativo de Fabricantes de Muebles de Bambú (CoopBambú), pues tras esto contrataron a dos personas con discapacidad para curar y dar color a las varas de bambú.

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Los datos de la Presidencia de la República indican que el préstamo para este proyecto fue de RD$477, 175 para la compra de equipos. Sin embargo, Rafael Peña Rosario, el tesorero Coopbambú, dice que el Fondo Especial de Desarrollo Agropecuario (FEDA) les aprobó 20 millones de pesos y que de esos ya les habrían desembolsado 900 mil pesos para herramientas, unos RD$140 mil para remodelar el local y RD$365 mil para el capital de trabajo, siempre según Peña Rosario. En cambio, la Dirección de Proyectos Especiales del Ministerio de la Presidencia asegura que esos 20 millones estarían gestionándose a través de la Embajada de Taiwán, pero que no han sido entregados.

Los trabajos artesanales y la elaboración de muebles de bambú en Juma se inician en 1992, cuando la Misión Técnica de Taiwán fundó una escuela en la localidad, que funcionó hasta el año 2010, recuerda Rafael Peña Rosario, quien entró allí a sus 18 años -hoy tiene 36-. A los dos años de haber ingresado a la escuela, la Misión, envió a Samaná, a Monte Plata y a Constanza a dar cursos sobre la fabricación de muebles de bambú.

Rafael afirma que por recomendación de la Misión taiwanesa, en 2011 empezaron los trámites para formar una cooperativa, que en sus inicios tenía 43 socios y hoy suma 58 miembros más 10 personas que están a la espera de que se realice una asamblea para ser incorporadas, entre ellas Juan Antonio.

El vicepresidente del Consejo de Vigilancia de Coopbambú y encargado de ventas, Elvis Martínez, asegura que luego de que el presidente Medina los apoyara, las ventas han aumentado entre un 30 y un 40%. Según Rafael, el pasado año no llegaron a los dos millones y este año ya han sobrepasado esa cifra, mostrándose medroso para hablar de números exactos.

En CoopBambú fabrican desde muebles, camas y juegos de comedor hasta repisas y edificaciones... El mariposario del Jardín Botánico, en Santo Domingo, fue construido por ellos, a un costo de unos 800 mil pesos.

Por la vía estatal, la Cooperativa logró que el Instituto Agrario Dominicano (IAD) les facilitara 22 tareas de tierra en Piedra Blanca, Bonao, que ya sembraron de Bambú, afirma Martínez. Mientras pasan cinco años para cortar las varas del grosor que necesitan para los muebles, usan plantaciones del Ministerio de Medio Ambiente en Constanza -sembrada por la Misión de Taiwán-; y para el bambú grueso, de Villa Altagracia y Monte Plata.

Rafael Peña Rosario cuenta esperanzado que están a la espera de que el FEDA -desde donde colaboran con ellos en el transporte de los muebles- les apruebe un desembolso para adquirir un camión. Otra luz para los fabricantes de estos muebles es un proyecto de industrialización de este oficio de la Misión Técnica de Taiwán, que les permitiría usar madera de bambú prensada.

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Hasta las 6:00 de la tarde de cada día, Juan Antonio de la Cruz está sentado con un soplete en una mano y una vara de bambú en la otra, hasta lograr el color deseado. Durante aproximadamente ocho años, tras su accidente, estuvo en su casa sin poder trabajar. Luego de la visita sorpresa de Medina, el día 9 de diciembre de 2012, de Coopbambú fueron a su casa, cerca del local, y lo contrataron como encargado de almacén y para curar las varas. Cuando tiene que entregar herramientas a los otros trabajadores, Juan Antonio usa sus muletas y se desplaza como cualquiera por el cuarto donde guardan los equipos. El manejo del bambú lo aprendió allí y cuando se realice la asamblea, Juan Antonio también será socio de CoopBambú.