Historia DL. - La Ciénaga, entre la miseria y la mirada puesta en el río

Sus habitantes se preguntan cuándo será el próximo desalojo

La gente de La Ciénaga vive en la pobreza extrema.A TERRERO
Santo Domingo. Hablar con los habitantes de La Ciénaga es hablar de desalojo, de promesas sin cumplir y de sueños sepultados a la orilla del río. También de aguas negras, de basura y del Ozama, siempre el río Ozama.

Hacer una radiografía de sus habitantes es retratar a ancianos solitarios, a madres solteras y a parejas jóvenes, muy jóvenes. Es el caso de Rafael Arismendy, de 20 años, y Altagracia Martínez, de 17. Se casaron hace dos años y tienen una niña de nueve meses.

La pared trasera de su casa linda "casi" con el río Ozama, ese "casi" son apenas dos metros de distancia. Él tiene un puesto como "clasificador de pulseras" en la avenida Duarte. Viven con lo mínimo, una cama, dos sillas rotas y una pequeña estufa. Todo sobre un suelo de tierra y paredes de chapa y zinc.

Son expertos en sacar agua, no tanto en esquivar mosquitos. Las marcas en la piel de la madre y de la niña lo confirman.

La leche la consiguen a duras penas. Así, día a día, mes a mes. No se quejan, pero sí admiten que si pudieran volver atrás "sería distinto". Por lo pronto, habrían terminado sus estudios de bachillerato, habrían hecho todo "un poco más tarde".

Subsistir en la escasez

Por una estrecha callejuela, Silverio Vásquez cojea mientras camina. No usa bastón. Y eso que dice que nació en 1900. "¿Tiene 105 años?". "Mis hijos aseguran que más", responde con picardía. Sólo le pide "al Señor" una cosa: "No morir cerca del río". Vive en sus orillas desde 1959. Allí crió a sus siete hijos.

Ahora es una de ellas, Francisca Rosa, quien se ocupa de él. La historia se repite. Tiene también siete hijos. "Ahora sólo duermen aquí tres", dice recordando tiempos peores. Vive en una casucha de dos habitaciones, construida con tablas, zinc y suelo de cemento y tierra. En la estufa se cocina siempre lo mismo: arroz y "con suerte" carne y habichuelas. Los mosquitos rondan por doquier.

Se mantienen con lo que gana su marido. ¿Su oficio? "Él se la busca", contesta en un murmullo. Ella, como muchos de sus vecinos, no entiende por qué los desalojos son siempre selectivos, a unos sí y a otros no. Y eso que desde su casa se ve y "se huele" el Ozama.

El río, de vecino

El Ozama surge en la conversación, incluso sin preguntarlo. Los vecinos de La Ciénaga tienen la mirada fija en él, temerosa, acuciante.

A pesar de eso, Desiderio de León, alias Bebi, dice "no" al desalojo. A sus 67 años, vive en La Ciénaga desde hace 32. Su única propiedad es su pequeño ranchito.

Sin embargo, admite las precariedades. Su casa está construida con tablas. La ducha está improvisada a la intemperie, de un pequeño grifo. Mientras habla, prepara unos pescados. Dice que su vida es el Ozama, pero admite que no es fácil. "Nada fácil", concluye y con esa respuesta y expresa lo que todos piensan casi a diario.

Una avenida

El Consejo Nacional de Asuntos Urbanos prevé crear una avenida que recorra La Ciénaga y Los Guandules, entre el Puente Duarte y el Puente de la 17, y construir unas 10,000 viviendas en San Luis, donde se ubicaría a la población que se desalojaría de estos dos barrios y La Zurza.

La opinión

Altagracia Minier, de la Organización para el Desarrollo de La Ciénaga, asegura que buena parte de los vecinos no desean ser desalojados. "Queremos vivir en mejores condiciones, no pasar de un hacinamiento a otro". Sólo en La Ciénaga de Guachupita hay unas diez cañadas.

LMartinez@diariolibre.com