Haití se sume nuevamente en la lucha política de color

Historiadores manifiestan preocupación porque el tema de la raza enmascara los problemas reales de ese país

Miembros de la Policía abandonan un vehículo en medio de una protesta que se tornó violenta, sobre todo contra esa institución a la que se acusa de no haber evitado el magnicidio. (AP/Matias Delacroix)

Haití se sumergió ayer en la violencia, en parte por la raza y el color, uno de los principales conflictos que divide a ese país desde hace más de dos siglos cuando logró, unido, independizarse de Francia, venciendo al ejército de Napoleón Bonaparte.

Las agencias destacan que las tensiones históricas entre el norte y el oeste, donde está la capital, Puerto Príncipe, resurgieron a 16 días del asesinato de Jovenel Moïse, como consecuencia, entre otros factores, del viejo antagonismo entre los negros descendientes de esclavos del norte y los mestizos, también llamados mulatos, del sur y el oeste.

Moïse será enterrado este viernes en Cabo Haitiano, la capital del Departamento del Norte, vecino a su región natal. Las tensiones en Cabo Haitiano surgen porque simpatizantes y no partidarios atribuyen el crimen a la élite del país, con pieles más clara y sede en Puerto Príncipe.

Emile Eyma Jr, historiador local y presidente de la Sociedad Capoise de Historia y Patrimonio, dijo que tratar el tema de la raza en el discurso sobre la muerte de Moïse es preocupante, pero que es un tema que Haití debe abordar porque “enmascara” los problemas reales del país.

“Mientras no los abordemos el colorismo y el regionalismo siempre se usarán políticamente”, dijo al diario Miami Herald.

Entiende que no son los problemas fundamentales, como lo es la producción, porque en el territorio no se produce y se ha vuelto dependiente de las importaciones, además de que las riquezas son desiguales.

Los problemas de la justicia, el problema de la corrupción, esos son otros “problemas reales”.

Para el politólogo Robert Fatton, también entrevistado por el Miami Herald, los políticos en busca del poder han manipulado el tema del color una y otra vez, y se desvía la atención de los asuntos cruciales que afectan a la nación caribeña.

La realidad es que “tanto el mulato de piel clara” como la “élite negra” se han comportado con similar desprecio para la mayoría negra pobre”, dijo Fatton.

Las protestas que se iniciaron en esta semana exigen, igualmente, que se detenga la inhumación del cadáver de Moïse hasta tanto haya “justicia” por el asesinato del presidente.

El Miami Herald publica que la coyuntura es aprovechada por parlamentarios y funcionarios para endiosar al exmandatario que en vida era impopular, con el fin de beneficiarse políticamente.

Antes de la muerte de Moïse, hubo cuatro presidentes en la historia de Haití asesinados en el cargo, que fueron Jean-Jacques Dessalines, el 17 de octubre de 1806; Sylvain Salnave, el 19 de diciembre de 1869; Cincinnatus Leconte, el 8 de agosto de 1912; y Vilbrun Guillaume Sam, el 27 de julio de 1915, este último magnicidio desencadenó la ocupación estadounidense que se extendió por 19 años.

Monseñor Launay Saturné, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Haití y arzobispo de Cap Haïtien, al hablar durante la misa del jueves eludió el tema de la raza y el color en el país y centró su mensaje en la violencia, a la que nadie es inmune y que el presidente Moïse fue “la última víctima de un crimen severo”.

Hizo un llamado para que la prioridad de Haití se a la estabilidad política y el fin de las matanzas.

Desde el pasado año, la situación haitiana ha empeorado por reiteradas manifestaciones contra la corrupción, especialmente con el uso de más de 2,000 millones de dólares provenientes de Petrocaribe, y en los últimos meses por las bandas armadas que amenazan comunidades y obligan a sus residentes a abandonarlas.

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