Pandillero operaba desde la iglesia donde era pastor

En el centro y esposado a otro preso, Marvin Quintanilla Ramos, un pastor evangélico al que la policía de El Salvador acusa de ser el financista de la Mara Salvatrucha. (AP/ Salvador Melendez)

SAN SALVADOR. Cuando salió de prisión hace tres años, Marvin Adaly Ramos Quintanilla, pareció dar un giro después de un historial de crimen y violencia en las pandillas.

Comenzó a trabajar como asesor de desarrollo comunal de la alcaldía de Ilopango, en la periferia de la capital salvadoreña, y también se hizo de un negocio de venta de autos usados importados de Estados Unidos. Se unió a una iglesia evangélica, en la que se congregaba regularmente e incluso estudió hasta graduarse como pastor.

Pero el 28 julio, Ramos fue detenido junto con varios cabecillas de la pandilla Mara Salvatrucha, declarada por Estados Unidos como una organización criminal trasnacional. Las autoridades también incautaron bienes, miles de dólares, cerraron negocios y congelaron cuentas bancarias, en lo que describieron como un golpe el corazón financiero de la MS 13.

Las autoridades sostienen que la nueva vida de Ramos era solo una fachada y que usó sus credenciales de pastor evangélico para entrar a las cárceles, donde se reunía con otros cabecillas de la pandilla con quienes planificaba actividades criminales.

Con la figura de pastor, dicen los fiscales, buscaba esconder su verdadero trabajo: ayudar a la Mara Salvatrucha a ejecutar sus operaciones en la calle y manejar sus finanzas en un momento en que, en medio de golpes de las autoridades, la pandilla ha avanzado en la diversificación de sus operaciones, lo que incluye ocultar dinero a través de empresas o negocios que funcionaban en una aparente legalidad.

Pero Ramos niega todas las acusaciones y trata de mostrarse como un hombre arrepentido, convertido por Jesús.

Al parecer, como muchos jóvenes salvadoreños, Ramos se unió a la pandilla cuando apenas era un adolescente. En 2000 fue declarado culpable de homicidio agravado en grado de tentativa, condenado a 15 años y encerrado en una prisión de máxima seguridad en el municipio de Zacatecoluca, conocido como “Zacatraz”.

En el 2012 fue uno de cabecillas de las pandillas favorecidos con los beneficios de la tregua entre las pandillas que fueron trasladados a una prisión de mediana seguridad en ciudad Barrios y fue liberado en octubre de 2013.

Ramos se trasladó a la capital, donde viven su esposa e hijos y mantuvo un perfil bajo.

El alcalde del municipio de Ilopango, Salvador Ruano, confirmó a la AP que Ramos dirigió el Programa de Apoyo Temporal al Ingreso, financiado a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) y que buscaba ayudar a los más vulnerable de las áreas urbanas del país, con énfasis en jóvenes y madres cabezas de familia.

Después de que dos pandillas rivales en Ilopango declararon la paz en 2013, los cabecillas que participaron en el acuerdo dieron una orden: “me traen a este señor Marvin para que pudiera trabajar en el proceso de lo que ellos denominaban tregua”, según Ruano.

La AP tuvo acceso a documentos oficiales de la alcaldía en los que se confirma que Ramos tenía el cargo de “asesor” en el Departamento de Desarrollo Ciudadano Municipal, desde noviembre de 2013 hasta que lo despidieron en mayo de 2016.

Ramos vivía con su esposa, una maestra de una escuela cristiana bilingüe, y sus dos hijos pequeños en La Miramonte, un barrio de clase trabajadora donde varios vecinos entrevistados por la AP dijeron que casi no lo conocían. Nadie respondió en la puerta de su casa y una mujer que vive en las proximidades dijo que no los había visto desde hacía un par de días y que al parecer se habían ido.

Asistían a la iglesia evangélica Nazareth, cuyo pastor se negó, a través de un intermediario, a conversar con la AP.

“Él no era nuestro pastor, solo se congregaba aquí”, dijo una mujer en la iglesia, quien habló con la condición de guardar el anonimato por temor a represalias de las pandillas. Dijo que la policía había ido a la zona desde la captura de Ramos y que decían que era la iglesia de la Mara Salvatrucha.

“Parecía buena persona. Había oído que había dejado las pandillas”, añadió.

De hecho, fue una organización sin fines de lucro, la Red de Pastores y Líderes para el Desarrollo Nacional Torre Fuerte, la que lo graduó como pastor y le extendió su credencial como Capellán Mayor en 2015 después de un año de estudio.

“Para mí, Marvin es una persona de espiritualidad y desde que lo conocí lo he visto como un hombre pegado al Señor”, dijo a la AP el pastor Nelson Valdez, quien dirige la también conocida como RED Torre Fuerte. Aseguró que no sabía que siguiera en las pandillas.

Tal vez lo único que hoy lo hace dudar es que se conducía en diferentes tipos de vehículos, algunos de ellos lujosos, pero dijo que en su momento no le dio importancia “porque vendía carros usados y de eso vivía”.

Ramos tenía dos armas registradas, una pistola y un fusil calibre 22. “Cuando lo capturaron andaba la pistola registrada y otra ilegal”, dijo el encargado de la RED.

Valdez, quien también es abogado y representa a la esposa de Ramos, dijo que ella no quería hablar con los medios de comunicación.

Las autoridades salvadoreñas dicen que apenas dos meses después de salir de prisión, Ramos consiguió certificados oficiales de no antecedentes penales, lo que le permitió tramitar permisos para portar armas de fuego. Los fiscales investigan si fue ayudado por algún funcionario del gobierno.

También se investiga cómo logró el permiso para visitar las cárceles, a pesar de que hay restricciones para los miembros de las pandillas.

“Estamos investigando”, dijo el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Mauricio Ramírez Landaverde.

La Fiscalía presentó el documento que le permitían a Ramos ingresar a las cárceles, aunque él rechazó todo. “Mi trabajo ha estado en las comunidades”, dijo.

Según las investigaciones, Ramos era el financista de la Mara Salvatrucha, responsable de administrar el dinero producto de las extorsiones y los ingresos de la venta de droga y otros ilícitos.

Por medio de testaferros, la Mara Salvatrucha manejaba varios hoteles de paso, restaurantes, cervecerías populares, strip clubs, importadoras de vehículos, talleres mecánicos, empresas del transporte colectivo y de moto taxis, taxis piratas, y hasta una casa de citas ubicada en una zona exclusiva de la capital.

Ramos está acusado de haber sido la figura clave en una nueva estructura corporativa conocida como “La Federación”, que controla las operaciones junto a la llamada “Ranfla”, como se conoce al grupo tradicional de líderes.

“Los miembros de ‘La Federación’ son cabecillas en libertad, mientras que los de La Ranfla son cabecillas presos”, explicó el jefe del ministerio Público, Douglas Meléndez.