Venezolanos se abastecen de plantas eléctricas y velas en Colombia por apagones

Otrora potencia petrolera, el país está sumido en su peor crisis moderna: hiperinflación, desabastecimiento y desde las últimas semanas fallas reiteradas en el servicio eléctrico

Vista general de un apagón en Caracas (Venezuela), el martes 09 de marzo de 2019. (EFE/ Miguel Gutiérrez)

Los apagones en Venezuela obligan a decenas de venezolanos a cruzar hacia Colombia para comprar plantas eléctricas y velas, que consiguen a mejores precios aunque a cambio deben aventurarse a regresar con su carga a cuestas por pasos ilegales ante el cierre fronterizo.

Josué Angulo es uno de los que debe arriesgarse por una “trocha”, como se conocen a los innumerables caminos irregulares que hacen más porosa la frontera que une a la ciudad colombiana de Cúcuta con Venezuela.

Desde el 22 de febrero los puentes fronterizos están cerrados por orden del mandatario Nicolás Maduro.

Por esas rutas polvorientas e inseguras un “trochero” -como se llama a quienes llevan mercancía de un lado a otro- carga una pesada caja de cartón. Adentro está lo que Josué llama un “milagro”.

Su “milagro” es verde y le costó 1,3 millones de pesos colombianos (unos 430 dólares), que pagó con su trabajo como enfermero en Cúcuta y en San Antonio, la ciudad del lado venezolano donde vive.

“Lamentablemente hoy tenemos que venir a comprar una planta eléctrica (a Colombia) para cargar un celular o cuatro bombillas de una casa”, dice a la AFP. “Fuimos uno de los países más poderosos del mundo, y ahora luchando para prender un bombillo”.

Bonanza para otros

Lo que para los venezolanos es sacrificio, para los comerciantes colombianos ha resultado en una bonanza.

Ever Manzano administra un local de herramientas. En los últimos días por sus pasillos desfilan plantas eléctricas verdes, rojas y azules que sus hombres empacan con apuro.

“A raíz de la problemática venezolana de los apagones, aquí en Colombia se ha disparado (...) la venta de generadores eléctricos”, cuenta.

Manzano asegura que antes vendían entre dos y tres plantas al día y ahora hay jornadas en que comercializan hasta cuarenta. Los precios oscilan entre 200 y miles de dólares, según la capacidad.

“Ahorita se venden muchas plantas en el mes, algo que no sucedía anteriormente”, explica el vendedor Dani Rincón.

Junior Escobar quisiera comprar una planta pero el dinero no le alcanza. Vendedor de golosinas en Cúcuta, a su portafolio comercial le añadió velas, que compra al por mayor para después venderlas en Maracay, en el estado venezolano de Aragua.

“Vengo a comprarlas acá para llevarlas allá, donde son más caras”, asegura este hombre de 30 años. “La gente las compra bastante”.

Luis Alfonso Ramírez, cinco años menor, es uno de sus competidores. Además de cobrar hasta tres dólares por ayudar a sus compatriotas a cruzar seguros por “trochas”, donde operan bandas criminales y contrabandistas, compra velas para venderlas en San Antonio.

Adquiere paquetes de ocho a unos 80 centavos de dólar, que luego vende en más de 1,5 dólares. “Con eso uno tiene para pagar su arriendo y comprar alimentos”, explica.

Por la zona va Javier Prato vendiendo velas, que advierte como “el nuevo bombillo venezolano”.

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