La guerra de la Restauración fue popular, anticolonial y antillanista

Se conmemora el 156 aniversario de la contienda

La nación dominicana conmemora el 156 aniversario de la hazaña de la Restauración de la República Dominicana, iniciada el 16 de agosto de 1863, con el objetivo de que se recuperara la independencia nacional perdida luego de que se produjera la anexión a España, proclamada por el caudillo Pedro Santana en 1861.

A juicio de Juan Bosch, escritor y expresidente, fue “el acontecimiento histórico más importante de la República Dominicana” porque en el conflicto “tomó parte directa, activa y principal el propio pueblo dominicano”.

Y de acuerdo al historiador Adriano Miguel Tejada se trató de “una guerra popular, anticolonial y antillanista por sus consecuencias”.

“Un pueblo mal armado, un ejército mal alimentado y precariamente avituallado, insuficiente en número, pero inmenso en el valor y en la táctica, supo enfrentar todos los obstáculos, para preservar no solo su independencia sino también su modo de vida, sus costumbres, sus tradiciones y la tolerancia característica de toda sociedad digna y libre”, añadió.

El pueblo se reveló porque no estuvo conforme con la decisión de Santana, que cercenaba la independencia lograda en el 1844, cuando fue proclamada la separación dominicana de Haití, luego de 22 años de férrea dominación.

Se ha entendido, conforme al humanista Eugenio María de Hostos, que la Restauración fue la verdadera independencia dominicana porque gracias a ella los criollos se despojaron de todo apego colonial español.

¿Cómo fue la guerra?

No fue solo una conflagración de guerrillas. La confrontación generó movimientos de tropas regulares, líneas estables de frente y acciones guerrilleras continuas que quebrantaron el vigor del ejército enemigo, escribió Cassá.

“Su principal componente fue el sacrificio atroz de casi todos los dominicanos mientras se prolongó la contienda. Hasta campeaba el hambre entre los integrantes del Gobierno Restaurador. Basta referir que el arancel de la exportación irregular de tabaco por la frontera norte se elevaba a un 50 por ciento”, indicó.

Cassá ha recordado que todos vivían en condiciones de privaciones extremas por la desorganización que entraña una conflagración de esta naturaleza.

Castro Ventura ha contado que la provincia de Santo Domingo fue convertida en el eje central de las tropas exóticas, y que desde esta localidad se dirigían los operativos terrestres y marítimos en principio para ocupar todo el territorio nacional y luego para tratar de contener la irreversible marejada insurrecta.

“Tras el estallido revolucionario de Capotillo el 16 de agosto de 1863 ante el poderío colonial congregado en la zona metropolitana, los insurgentes en toda la periferia de la provincia desarrollaron escaramuzas relámpagos que perseguían y lograron obligar al enemigo a mantener un enorme despliegue de tropas y material bélico en la Capital para evitar la toma de la ciudad. Creando la sensación de un gran asalto al centro de la ciudad, los rebeldes distraían tropas coloniales que no podían ser enviadas a hostilizar los muy importantes frentes patrióticos del interior”, narró.

Además, indicó: “Desde su punto de vista la rebelión alcanzó el grado supremo de guerra prolongada, en atención al objetivo estratégico de promover el desgaste del ejército de ocupación.... el designio diseñado para la provincia Santo Domingo fue atormentar de modo sistemático a las tropas anexionistas, con ataques imprevistos en todo el contorno de la provincia: Pajarito, Galindo, San Carlos, La Esperilla o Esperillon, San Jerónimo, Guajimia, Manoguayabo, Bayona, Bondillo, Los Frailes, Santa Cruz, periferia del Ozama y demás localidades, obligando a mantener grandes contingentes de la soldadesca colonial en la provincia Santo Domingo previendo un intento de asalto a la ciudad intramuros”.