La izquierda y el 24 de abril

El coronel Francisco Caamaño Deñó recorriendo la calle El Conde.

Les contaré que: la primicia la aportó Oscar Santana, miembro de la juventud del 1J4, en el seno de la reunión del Comité Central de Fragua, organización estudiantil universitaria que fue el frente de los revolucionarios universitarios, dirigido por las juventudes del MR 1J4 (Movimiento Revolucionario 14 de Junio), del MPD (Movimiento Popular Dominicano) y del PSP (Partido Socialista Popular).

Liqui Florentino y Romeo Holguín Veras plantearon la necesidad de que aquella información pasara a los partidos políticos, haciendo una velada crítica a la espontaneidad de Oscar, pero él era así.

Sin embargo, de todas maneras, se acordó obtener más información, indagando con el padre de Oscar, don Isidro Santana, y con don Manolo Fernández Mármol, sobre que era ese ‘contragolpe’, palabras que definían una supuesta conspiración en el ejército para derrocar a Donald Reid Cabral, cabeza del Triunvirato.

Era la segunda semana de abril del 1965.

Con esa misión, visitamos a don Manolo, Amín Abel y yo, en un almacén de su propiedad, atestado de toneles de aceitunas, vacíos y llenos, en una calle que nace en la San Martín, en la primera manzana del lado derecho, y sondeamos a don Manolo, pues éste era a quien Oscar había oído hablar de aquello en una reunión con otros miembros del depuesto gobierno del profesor Juan Bosch, en la casa de la familia de Oscar.

Cuando don Manolo se vio abordado sobre tal tema, calcularía el riesgo al que estaba expuesto, y al que estaba el ‘contragolpe’, y con afabilidad, pero con firmeza, después de un suspenso, nos dijo: “oigan, eso no es cosa de muchachos, olvídense de eso”.

“Miren lo que le pasó a Manolo, no se puede hablar de eso”.

“Váyanse, y díganme con qué les puedo ayudar en sus elecciones (universitarias). Ocúpense de eso”.

Salimos de allí sin conocer el contenido del bulto, pero habíamos visto el bulto.

Para aquel período, y después del fracaso guerrillero de Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo), líder del 1J4 y de la clase media rebelde en todo el país en el mes de noviembre de 1963, el Partido Socialista Popular tuvo un auge significativo, y comenzó a atraerse, de aquella generación, jóvenes de condiciones políticas y humanas excepcionales, y a influir socialmente con el debate ideológico que gracias a él se abrió en nuestro país, rectificando la práctica política, aunque limitadamente.

De esa actitud nació en el PSP una línea política que en lo esencial buscaba incorporar a las masas a la lucha política, de la que se había abstenido, por dos traumas consecutivos del 1963:

1°. El golpe de Estado septembrino, y

2°. El alzamiento guerrillero del 14 de junio en noviembre, y su fracaso.

Esa línea del PSP se concretizó en la consigna con la que estampamos las calles y carreteras del país, periódicos y volantes que decían: “Vuelta a la constitucionalidad, sin elecciones”.

En el debate ideológico entre los partidos de izquierda, que particularmente en la universidad era violento, aunque con gran resistencia, era el PSP el que avanzaba, aunque se nos negara, la práctica obligada a los demás a adoptar las posiciones políticas correctas para entonces.

Fue lo que ocurrió en la semana de abril que fechamos con el día 19.

Fragua, sin conocer detalles del “contragolpe militar”, pero ya enterada de su existencia y marcha, considera que el mismo no puede ser más que una nueva maniobra de los conservadores del PRD, y del imperialismo, y decidimos hacerle oposición, pero ¿con qué?

Sólo existía un instrumento por el que había que dar batalla en Fragua, la línea de masas, “vuelta a la constitucionalidad sin elecciones”, ganarla en Fragua, era oficializarla en el movimiento estudiantil, era hacerla voz en la Federación de Estudiantes Dominicanos, el alma de la UASD, y hay que recordar qué peso, cuánto peso tenía entonces en el país la voz de la FED, la posición del Consejo Universitario o del Rector.

Así, para contrarrestar la maniobra, se aprueba denunciarla en la FED, y el Comité Ejecutivo de la FED aprueba que las Asociaciones de Facultad promuevan asambleas de facultades que denunciarían esa “farsa”, y pedir la participación de las masas en el proceso hacia la constitucionalidad.

Era el triunfo del PSP y de su Comité Universitario “Julio Antonio Mella”, integrado y, según el orden de mi admiración y respeto de compañeros de entonces, por:

- Asdrúbal Domínguez

- Narciso Isa Conde

- José Israel Cuello

- Antonio Isa Conde

- Ramón Antonio Veras (Negro)

- Carlos Julio Dore Cabral

- Diómedes Mercedes

Nadie sospechaba la inminencia de los acontecimientos. Después de la anterior resolución de la FED, el Comité Ejecutivo tomó otra resolución, otorgar licencia al Secretario General Amín Abel Hasbún, para que éste pudiera ausentarse de la capital, en vista de que el 24 de abril, Amín contraería nupcias con Mirna Santos, y las bodas se efectuarían en Puerto Plata.

Otra resolución: el sábado 24 de abril a las 11:00 a.m. se efectuaría una asamblea de la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UNER), en el Liceo Juan Pablo Duarte, el compañero Diómedes Mercedes, como Secretario de Organización de la FED, deberá asistir a hacer en ella la denuncia de la “farsa”, tal como entes había sido aprobada.

Una circunstancia 

Además de ser Secretario de Organización de la FED, era presidente de la Asociación de la Facultad de Derecho, la que había convocado su asamblea, para el viernes 23 de abril, en el Paraninfo de Ciencias Médicas. Como secretario de la asociación me correspondía el discurso central. Discurso que resultó conmovedor y convincente, y que por una circunstancia tendría un efecto trascendente.

En la Facultad de Derecho entonces estudiaban algunos miembros oficiales y sub-oficiales de las Fuerzas Armadas, que había reconocido, pero para que no fueran objeto de malos tratos, el doctor Froilán Tavárez, siendo decano, nos había sugerido no identificarlos para que hicieran sus carreras normalmente.

En aquella asamblea del 23 de abril, algunos de ellos estaban presentes, y sin nominarlos, evocando a Mella y a José Contreras, me dirigí a ellos para que en ese tiempo crucial acudieran a servir a la Patria verdadera (el pueblo).

Uno de aquellos estudiantes oficiales, del Ejercito Nacional, alto y moreno, se levantó antes de concluir mi discurso, y al salir me dirigió una mirada de militar (a la cara).

El sábado 24 de abril de 1965, después de las 12 meridiano, aún no se había iniciado la Asamblea del Juan Pablo Duarte, y cuando comenzó, si mal no recuerdo, habían hablado sólo Henry Segarra (MPD), Amaury Germán (1J4) y Pedro Lora hacía uso del micrófono, fue cuando escuchamos de voz de un estudiante y dos hombres y una mujer de pueblo, que entraron al salón, y anunciaron preocupados por nosotros, que había un golpe de Estado, que lo acababan de dar, que lo estaba diciendo Peña Gómez por radio. Tremenda confusión y corre corre en la asamblea.

Tuve que quitarle el micrófono y la bocina portátil a Pedro Lora, y ordenar a alguien que cerrara la puerta del salón de actos. Allí sólo yo sabía lo que podía estar ocurriendo. Luego llegaron más informaciones, y por primera vez oí el nombre del capitán Peña Taveras.

Pasada la confusión y reordenada la asamblea, ya la agenda no pesaba, había una tremenda inquietud en todos, manos levantadas, me preguntaban, ¿qué vamos a hacer? Yo también me lo preguntaba. Los cuadros políticos voceaban a sus compañeros “hay que consultar al partido”, “busquemos a la Ju-Ca-Ju” (Juventud Catorce de Junio), fue cuando intervine, y propuse más o menos:

“Compañeros, hoy es sábado, de lo que está pasando venía yo a hablarles. Nadie esperaba que esto sucediera hoy. Todos los dirigentes están desprevenidos, y también tendrán que reunir sus organismos (descontrol en la asamblea). Presten atención a lo que voy a proponerles” (una voz: “¡Silencio coño!”).

“Les propongo lo siguiente –proseguí-, ya los pasillos aquí están llenos de gente que esperan algo de nosotros. Propongo que los cuadros que quieran hacerlo, se pongan en contacto con su dirección política. Los demás vamos para la calle”. En mis pensamientos la consigna: “Vuelta a la constitucionalidad sin elecciones”, buscaba forma de sintetizarse, buscaba forma de herramienta para la voz popular, y salió cuando dije: “nuestra consigna es ¡Juan Bosch presidente! ¡A la Calle!

La asamblea tendría un promedio de 250 a 300 estudiantes, de ellos una parte se dispersó. Cuando al frente de quienes me siguieron pisé la Avenida Duarte saliendo del Liceo. Todo lo que vi fue silencio; expectación, por la hora y la situación. ¡Qué desolación! Yo estaba lleno de angustias y de tensión, pensaba en mi partido. ¿Debía consultar? No había tiempo, el instinto o el subconsciente me decía que había que romper ese hielo. Vi las caras de los policías que hacían patrulla frente al Liceo, estaban paralizados.

Me volví a los compañeros estudiantes que coreaban detrás de mí, y como quien dice un secreto les dije: “¡Patria o muerte! (la consigna cubana), y luego otra vez: “¡A la calle, Juan Bosch presidente!

Nos ubicamos en la Duarte con 17, los taxistas copiaron el ritmo de nuestra consigna con sus bocinas ta-ta, ta-ta-ta, ¡Juan Bosch presidente! Emoción, hoy lo recuerdo, y reconozco aquel momento como uno de los supremos de mi vida política llena de encrucijadas y responsabilidades.

La gente abría sus puertas, salían como estaban, las guaguas se paraban, de ellas y de los autos la gente se desmontaba, olvidaban a qué o hacia dónde iban, era la cita casual del hombre con su historia, ya no cabíamos en la intersección.

Hombres y mujeres, viejos, jóvenes. El uniforme color kaki de los estudiantes era uno en policromía. En ronda algunos bailaban, entonces me dije: “Es la hora de marchar”.

“¡Vamos para el Conde!, anuncié; se había roto la inercia, en cada esquina, más y más gente. Cuando llegamos a la Duarte con Teniente Amado García Guerrero, subí a un camión de cama estacionado en la acera de una estación de gasolina que allí existía, y vi hacia atrás. La gente parecía que estaba entrando toda en la avenida.

El comercio estaba cerrado a causa del mediodía, y me alegré de esa circunstancia, yo había asumido la responsabilidad de esa iniciativa, y no quería roturas ni saqueos, ni otros actos que debilitaran aquel impulso puro.

Al llegar a la Mella con Duarte fui desviando una parte de la multitud hacia la Mella en dirección a los Bomberos, la dirigía Amaury; con otra parte Henry Segarra marcharía por la Mella para tomar La Católica, y luego seguí con una tercera columna por la Duarte. Todos convergeríamos en El Conde, y en El Conde con el Parque Independencia.

Nuestra columna, al llegar a Las Mercedes, nutrida por los barrios de San Miguel se desvió por ésta para encontrarse con la gente del San Lázaro que ya estaba activa. Cuando el grueso de ésta se enrumbaba hacia El Conde, volviendo hacia la Duarte, desde allí penetró una móvil de los Cascos Blancos, que se dispuso a bloquear el paso, comandadas por un primer teniente de baja estatura-gordo-mulato, que en primera línea lanzaba bombas lacrimógenas sobre la marcha tan rápido como podía descargar su fusil especial, pero no había retroceso, ni desvío, por demás, las casas tenían cerradas sus puertas, y en ese tramo ni siquiera había paredes para escalar, los edificios son altos y de paredes unidas, y la presión de la marcha nos empujaba sobre la Policía.

Los demás miembros de la patrulla se retiraban, el oficial disparaba, la marcha se le encimaba. Ya próximos, alguien corrió contra aquel infeliz, vi que rodó herido por un arma blanca (primer muerto), que lo despojaban. Alguien se me acercó con el fusil de boca ancha con el que disparaba las lacrimógenas, le dije bota eso, mételo en ese zafacón, seguido.

Así llegamos a El Conde. Abril 24 inauguraba su vertiente popular, paralela a la acción militar, esta vertiente entró como una intrusa a una fiesta a la que no había sido invitada, y por demás, tampoco se le había tomado en cuenta.

El resultado de lo programado por los actores del levantamiento militar a partir de la presencia de este intruso sería diferente.

Al morir la tarde del 24 de abril, después de intervenir en una balacera en la Puerta de El Conde dentro del Parque Independencia, donde fue baleado y muerto con sus propias armas otro oficial policía (segundo muerto), que trató de desalojar la plaza, disparando hacia todos lados, llegó hasta mí alguien, que me dijo que unos compañeros dirigentes del Partido me estaban buscando. Salí para allá, pensando en Alfredito Conde, en Getulio de León o Luis Gómez, por la descripción aportada.

Cuando llegué, sorpresa, un grupo bien armado me esperaba. Eran del Ejército Nacional, y estaban comandados por el mismo oficial que en la Asamblea del día anterior, viernes 23 de abril, había abandonado el Paraninfo de Derecho, mirándome a la cara.

Sin preámbulos me dijo: “sube”. Sin alternativas subí al jeep, el que tomó desde el frente del Teatro Independencia en la esquina Enrique Henríquez, hacia la Nouel, hasta la José Reyes, sin decir nadie palabra.

En aquella casa fui desmontado, y me creía un prisionero, que había caído en un gancho, y eso me hacía sentir avergonzando conmigo mismo. Fui trasladado a una salita, y allí, sólo con el oficial, éste me citó mis palabras de la víspera, sobre Mella y José Contreras, y me agregó: “Dicen que cuando Mella murió, escuchó los cañones de la Restauración, y que sus últimas palabras fueron “aún hay Patria”.

Yo estaba turbado, no entendía nada.

Le vi tomar un fusil Fal que me arrojó, y luego me pasó cinco cargadores en una cartuchera, saqué rápidamente y para su sorpresa el ratón del Fal, para verificar si tenía percutor. Me dijo: “vamos a ver, cómo lo usas”. ¡Un desafío!

Esa fue la forma en que fui el primer civil armando para lo que sería la Guerra de Abril.

Seguro se creerá que lo anterior era un regalo. Un Fal, no era un juguete para el 1965. Dentro de las FF.AA., muy pocas tropas lo conocían.

En Cuba, era una de las armas regulares del Ejército Rebelde. Allí, yo lo había conocido en 1963. Aquella arma venía con una misión que fue discutida con aquel oficial, en aquella casa de la José Reyes.

La oficialidad del Campamento del 7 ½ , entonces situado en donde ahora funciona la UNPHU, era consciente de que si -a su levantamiento no respondía San Isidro con respaldo, tendría problemas, y los indicadores eran que así iba a ser, por lo que urgía evacuar el campamento para no presentar un blanco aislado a la aviación. La solución era que las tropas rebeladas entraran a la ciudad, pero se temía a la “animosidad” de los civiles.

El teniente “X”*, que así lo identificaremos, me pedía conseguir la neutralidad de los civiles para entrar en la ciudad, suponía que el 14 de Junio, y los demás estarían en la calle y podrían atacarle armados, en represalia por lo de Manaclas. Yo no podría garantizar nada, pero creía que eso no sucedería, estaba claro que a quien había que atacar era a Reid Cabral y a quienes lo defenderían.

Yo me comprometía a hacer algo. Intentaríamos tomar la Radio Televisión Dominicana, con la ayudad de la patrulla que le acompañaba, y a eso salimos, para ponerla de vocero de la insurrección.

Al llegar a la San Martín, ya estaba tomada por fuerzas leales muy superiores. Iba a hablar Reid Cabral.

La emisora estatal estaba ya sumamente protegida, nosotros éramos nueve hombres, en un jeep del Ejército y un carro con placa oficial. Allí frente a la emisora fuimos interceptados, pero al vernos, se confundieron, nos creyeron fuerzas leales, y nos dieron paso.

¿Por qué no tomamos otra emisora? Después de este intento, rechazamos la idea, porque consideramos que había que ocuparla y sostenerla, y nueve hombres no éramos suficientes. Así que cambiamos de idea.

(Quien en el texto está identificado como Teniente X, es el Teniente Galvá, quien para la fecha de esta publicación (1985) era Coronel activo de las Fuerzas Armadas. Mantuvo siempre una conducta militar y familiar ejemplar.)

Como lo que importaba era el área popular de la ciudad de Santo Domingo, decidimos resolverlo de esa forma: guagüitas anunciadoras.

Nos fuimos a la calle Vicente Noble, y allí obtuvimos una, su propietario se entusiasmó cuando le dijimos que éramos soldados rebeldes, y lo que queríamos. Luego otra se puso a nuestro servicio.

Reid Cabral ya estaba hablando por una cadena de Radio y Televisión. Nosotros íbamos a hablar por los altoparlantes de una guagüita anunciadora.

Yo iba en la guagüita con un chofer, el jeep y cuatro soldados nos escoltaban.

El Oficial “X” volvería al campamento; a las 4:00 a.m. nos encontraríamos allí.

Desde ese momento hasta la 4:00 a.m., a pesar de existir toque de queda, estuvimos pasando boletines que improvisamos a nombre del Ejército Rebelado, en el que pedíamos (sin autorización) a nombre de la Federación de Estudiantes Dominicanos, a la población toda la cooperación y buena voluntad hacia el Ejército que en las próximas horas entraría en pie de combate a defender la ciudad y la constitucionalidad. ¡Juan Bosh, Presidente!

Las calles estaban desiertas, pero nadie dormía aquella noche en los barrios populares. Nos entusiasmaban, nos llamaban, abrazaban a los soldados del jeep. Al sargento que lo comandaba, en un momento le vi llorar en las proximidades del Mercado de Villa Consuelo; en una casa nos habían detenido para brindarnos jengibre con cazabe, ya próximo a las 4:00 a.m., y mientras allí estábamos la gente del vecindario se tiró a la calle y abrazaban y aplaudían a los soldados con esa sinceridad sin malicia y conmovedora, con que habla de sus sentimientos la gente del pueblo.

Era la hora de partir. Antes yo sentí deseos de volver a pasar por la Ciudad Nueva, quería ir a ver la gente del Partido, pasar por donde los Pichardo, en la Santomé No.48, una familia íntegra y revolucionaria, solidaria.

De ellos, Nicolás era un excelente militante y buen amigo. Al salir de esa casa, con el abrazo de madre de doña Carmen, al llegar a la Santomé con Nouel, en la esquina de los Bujosa, un grupo de jóvenes del 1J4, conocidos y queridos por mí, aún hoy, me vocearon “traidor”, “Agente de la CIA”. Yo levanté mi Fal, como signo de combate.

Estábamos pasados de tiempo, pero quise también pasar por la casa que me albergaba, la Santiago No.37, 3ª. planta, residencia de la familia del Dr. José Oscar Viñas Bonnelly, nos detuvimos allí, no tenía tiempo para subir, les llamé. Le mostré las armas, algarabía de él y sus hijas. Doña Haydée, su esposa, dijo ¡Cuídate! La española de la primera planta exclamó “¡Santo Dios!”.

Desde allí a todo gas para el Campamento del 7 ½ de la Duarte.

Tras de la aurora relatada, el domingo 25 de abril amanecía radiante.

"¡Atención Pueblo Dominicano, atención Pueblo Dominicano...!

Mensaje al pueblo dominicano hecho por José Francisco Peña Gómez, a través del programa Tribuna Democrática, por Radio Comercial, la tarde del sábado 24 de abril de 1965, hace 50 años:

“¡Atención Pueblo Dominicano, atención Pueblo Dominicano! En estos momentos Tribuna Democrática acaba de recibir una llamada telefónica del capitán Peña, de la jefatura de Estado Mayor, comunicando que las clases y rasos acaban de hacer presos en estos momentos a todos los miembros de la Jefatura de Estado Mayor. Nos comunican las clases y rasos, que han tomado esta dramática decisión en vista de que esos oficiales se habían reunido para cancelar a los oficiales, clases y soldados honestos de esa institución, y que en virtud de esas arbitrarias actuaciones de la jefatura del Estado Mayor, se encontraban presos el teniente coronel Gutiérrez Ramírez y el mayor Eladio Ramírez Sánchez, que ya han sido puestos en libertad por las clases, los rasos y oficiales subalternos de las Fuerzas Armadas.

En consecuencia, invitan a toda la ciudadanía y a todos los hombres honestos de las Fuerzas Armadas a sumarse a este movimiento libertador que habrá de destruir para siempre el yugo opresor de la oligarquía explotadora que tiraniza al valiente y bravío pueblo dominicano. ¡Pueblo Dominicano, a la calle!”En estos momentos Tribuna Democrática acaba de recibir una llamada telefónica del capitán Peña, de la jefatura de Estado Mayor, comunicando que las clases y rasos acaban de hacer presos en estos momentos a todos los miembros de la Jefatura de Estado Mayor. Nos comunican las clases y rasos, que han tomado esta dramática decisión en vista de que esos oficiales se habían reunido para cancelar a los oficiales, clases y soldados honestos de esa institución, y que en virtud de esas arbitrarias actuaciones de la jefatura del Estado Mayor, se encontraban presos el teniente coronel Gutiérrez Ramírez y el mayor Eladio Ramírez Sánchez, que ya han sido puestos en libertad por las clases, los rasos y oficiales subalternos de las Fuerzas Armadas.

Cronología

Abril 24, 1965: Se rebelan los campamentos militares 16 de agosto y 27 de febrero y un grupo de soldados toman prisionero al Jefe de Estado Mayor del Ejército. El Pueblo se lanza a las calles a apoyar el contragolpe. Los militares rebeldes leen una proclama, instando al pueblo a respaldarlos. El presidente del Triunvirato que gobernaba el país luego del golpe militar contra el gobierno del profesor Juan Bosch, doctor Donald Reid Cabral, habla al país, instando a los militares a deponer las armas.

Abril 25, 1965: Los militares constitucionalistas entran a Santo Domingo, y designan como Presidente Provisional al doctor José Rafael Molina Ureña, quien era presidente de la Cámara de Diputados durante el gobierno de Bosch, y de inmediato se anuncia el retorno del Presidente Bosch desde Puerto Rico. En la base aérea de San Isidro, donde se encontraba el Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA), el general Elías Wessin y Wessin se opone al retorno de Bosch, y de inmediato comienza el ametrallamiento y bombardeo aéreo al Palacio Nacional y otras posiciones constitucionalistas.

Abril 26, 1965: Continúan los bombardeos al Palacio y otras áreas de Santo Domingo.

Abril 27, 1965: La Marina de Guerra, que hasta entonces se había mantenido al margen, se une a las fuerzas de Wessin, y también bombardea el Palacio de Gobierno desde sus barcos.

Al deteriorarse la situación, el presidente José Rafael Molina Ureña y directivos del PRD y miembros del alto mando constitucionalista fueron a la Embajada de Estados Unidos buscando detener el bombardeo al Palacio y a la población civil de parte de las tropas de San Isidro. Es cuando el Embajador norteamericano William Tapley Bennett les dijo que no era momento de negociar, sino de rendirse. Después de este episodio, el Presidente José Rafael Molina Ureña renunció, y se refugió en la embajada de Colombia. Francisco Alberto Caamaño se dirigió al Puente Duarte, donde las fuerzas constitucionalistas enfrentaban el avance de las fuerzas de San Isidro, y su llegada infundió ánimos, de tal forma, que lograron que las tropas de Wessin retrocedieran.

Ese mismo día y, ante la imposibilidad de volver al país, Bosch delega sus derechos constitucionales en Francisco Alberto Caamaño, y el Congreso se reúne de emergencia para proclamarlo Presidente de la República.

Abril 28, 1965: Con el auspicio de la Embajada de Estados Unidos se crea una junta militar en la Base Aérea de San Isidro, presidida por el entonces Coronel Pedro Bartolomé Benoit.

En este día, el Presidente estadounidense, Lyndon B. Johnson, anuncia el envío de 400 Marines para proteger a los intereses y ciudadanos norteamericanos, así como a ciudadanos de otras nacionalidades.

Abril 29, 1965: Los constitucionalistas lanzan el asalto final a la Fortaleza Ozama, tras 4 días de sitio, logrando acceso a su arsenal de armamentos. El CEFA y los sectores opuestos a la revolución acusan a las tropas de Caamaño de estar dominadas por comunistas. Mientras tanto, Lyndon B. Johnson afirmó: “Los Estados Unidos no pueden y no van a permitir el establecimiento de gobiernos comunistas en el hemisferio occidental”. Comienza el desembarco masivo de tropas estadounidenses.

Abril 30, 1965: Llegó a Santo Domingo, John Bartlow Martin, enviado especial del presidente Johnson, bajo cuyos auspicios quedó disuelta la junta militar presidida por Benoit, y se creó el Gobierno de Reconstrucción Nacional, bajo la presidencia del General Antonio Imbert Barreras.

Mayo 19, 1965: Un grupo de constitucionalistas intentó tomar por sorpresa el Palacio Nacional. Cuando avanzaban hacia su objetivo fueron sorprendidos por francotiradores estadounidenses, quienes les dispararon haciendo fracasar la toma del Palacio. En el intento de asalto perdieron la vida el Coronel Rafael Fernández Domínguez, ministro de Interior y Policía del gobierno constitucionalista; Euclides Morillo, quien era un importante cuadro de la Agrupación 14 de Junio; el doctor Juan Miguel Román, destacado dirigente del 14 de Junio e Ilio Capozzi, entrenador italiano de los hombres rana.

Junio 15-16, 1965: Las tropas norteamericanas realizan un fuerte ataque con morteros a la Zona Constitucionalista.

Junio 28, 1965: Llega al país Joaquín Balaguer, con un permiso de 72 horas otorgado por Antonio Imbert Barreras para ver a su madre enferma, pero una vez cumplido el plazo, se niega a salir del país, y dijo que se presentaría como candidato presidencial en las siguientes elecciones, que aún no tenían fecha.

Agosto 30, 1965: Como consecuencia de las negociaciones que se venían preparando durante todo el mes de Agosto, se firmó un acuerdo con los auspicios de una comisión mediadora de la OEA, titulada Acta Institucional, mediante el cual se escogió al Dr. Héctor García Godoy como presidente provisional, y se acordó la celebración de elecciones presidenciales para el año siguiente. Con la firma del acta institucional quedó finalizada la guerra, se procedió a retirar las trincheras que limitaba la zona constitucionalista, y se inició el desarme de la población por parte de las tropas estadounidenses.

Septiembre 3, 1965: Hector García Godoy asume la Presidencia Provisional, y el mismo día el presidente constitucionalista Francisco Alberto Caamaño Deñó presenta renuncia aen una manifestación en la plaza de la Fortaleza Ozama.

“Porque me dio el pueblo el poder, al pueblo vengo a devolver lo que le pertenece. No pudimos vencer, pero tampoco pudimos ser vencidos. Nunca tal vez en la vida de los dominicanos se había luchado con tanta tenacidad contra un enemigo tan superior en número y en armas. Luchamos, sí, con bravura de leyenda, porque íbamos desbrozando con la razón el camino de la Historia. Ante el pueblo dominicano, ante sus dignos representantes que aquí encarnan el Honorable Congreso Nacional, renuncio como Presidente Constitucional de la República. Dios quiera y el pueblo pueda lograrlo, que esta sea la última vez en nuestra historia que un Gobierno legítimo tenga que abandonar el poder bajo la presión de fuerzas nacionales o extranjeras.

Y tengo fe en que así será”.