¿Llegaron los celtas a América antes que Colón? La leyenda del viaje de san Brendan
Solo con velas, remos y las estrellas como guía, cruzó el Atlántico rumbo a EEUU
SD. San Brendan fue un sacerdote irlandés nacido en 483 ó 484 en Ciarraighe Luachra, Kerry. Desde temprana edad tuvo contacto con la tradición católica. Fue educado por santa Ita y finalizó sus estudios con san Erc (o Ercas) de Dungarvan, en el condado de Waterford, y con su contemporáneo San Finian de Clonard, en el condado de Meta. Fue ordenado sacerdote en 512. Según la leyenda viajó durante siete años por el océano Atlántico recorriendo diversas geografías. La aparición de la obra Navigatio, trescientos años después, muestra una descripción que, aunque exagerada, permite inferir la similitud con lugares, animales y aspectos meteorológicos que se pueden observar casi excluyentemente en esta parte del globo.
La fama de navegante y descubridor de tierras para la fe hizo crecer su popularidad rápidamente. Su monasterio llegó a albergar a 3.000 monjes irlandeses, escoceses, ingleses, galeses, bretones y del resto del Europa. Posteriormente continuó su ministerio por 3 años en Inglaterra y Gales fundando centros de fe. De sus últimos días legó escritos sobre la "Vida y los tiempos de Santa Brígida". Falleció en 577, luego de una larga vida dedicada a la fe y su propagación. Fue enterrado en Clonfert.
El faro que iluminó la baja Edad Media
Los monjes irlandeses, para esa época, eran muy conocidos en el mundo por su erudición. Durante toda la baja Edad Media, Irlanda fue un bastión, un refugio de la cultura mundial. La geografía aislada la hizo inmune a las invasiones sajonas a Inglaterra, donde el primitivo cristianismo anglo fue sometido a la nueva autoridad, al caos y al desorden. Así, estudiosos que escapaban de situaciones difíciles en sus países de origen encontraban en la isla verde un ámbito ideal para su desarrollo intelectual y su fervor religioso. Numerosos manuscritos fueron transportados allí para ser copiados, atrayendo a gran cantidad de estudiantes de todo occidente.
Si bien en 413 la isla contó con su primer obispo, Paladio, no fue sino hasta su sucesor, San Patricio, que fue convertida al cristianismo mayoritariamente. Tan importante fue la función irradiadora de la isla que aún hoy se la conoce tanto como la "isla verde" como por el mote "isla de los santos y los sabios".
Los conocimientos de los monjes irlandeses en navegación también estaban ya muy desarrollados. Prueba de ello es el descubrimiento de las islas Orkney (Orcadas) en 579 d.C., Shetland en 620 y Faroes en 670. Estas navegaciones eran efectuadas por monjes errantes denominados anacoretas que buscaban lugares de apacible soledad donde pudieran adorar a Dios. Incluso se adelantaron a los vikingos en Islandia, y se asentaron en ella en 795 d.C. A la llegada de los vikingos a Islandia sus crónicas mencionan la presencia de los monjes irlandeses.
Navitatio Sancti Brendani
Si bien Brendan fue un personaje histórico, es menos comprobable su periplo allende el océano. Algunos historiadores piensan que quizá Navigatio sea una amalgama de numerosos viajes efectuados por muchos sacerdotes. Tampoco se sabe el grado de veracidad de todo lo contenido en la obra.
No obstante, once manuscritos de la Biblioteca Imperial de París, además de otras investigaciones, apoyan la hipótesis de su viaje. La narración más antigua es en latín, Navigatio Sancti Brendani, y pertenece al siglo X u XI. La primera traducción al francés data de 1125 y desde el siglo XIII la leyenda aparece en las literaturas de los Países Bajos, Alemania e Inglaterra.
En busca de nuevas tierras para predicar la palabra de Dios, discutió su plan de navegación con San Enda, en Inishmore, y con pescadores de Galway y Mayo. Alimentaba la fantasía de aquellos hombres la leyenda de una tierra extraña más allá del mar. En Kerry construyó una embarcación de cuero y madera. Zarpó de Dingle Bay con unos pocos compañeros. El número de los navegantes varía según la fuente, entre 15 y 150.
Una cacería geográfica
Al cabo de un largo viaje de siete años llegaron a la Terra Repromissionis o el Paraíso, la tierra más hermosa con la vegetación más frondosa. La ambigüedad del relato impide un correcto posicionamiento de la misma.
Las interpretaciones cartográficas del texto no pueden ser más erráticas. Los geógrafos Alexander von Humboldt, Peschel, Ruge y Kretschmer catalogaron la historia entre las leyendas geográficas, restándole seriedad.
Finalmente, a principios del siglo XIX, la creencia en la existencia de la isla fue completamente abandonada y fue reemplazada por una nueva teoría de algunos investigadores que reclamaban para Irlanda la gloria del descubrimiento de América.
Solo con velas, remos y las estrellas como guía, cruzó el Atlántico, y habría llegado a Virginia o Connecticut. De allí se habría dirigido por tierra hasta el Mississippi o el Ohio. Otros lugares visitados habrían sido las islas Madeira, las Açores, Jamaica y Bahamas.
El viaje quedó documentado, pero ¿cómo identificar lugares cuya toponimia era inexistente?, y ante la carencia de nombres o referencias geográficas concretas, ¿cómo situar esos lugares sin métodos de posicionamiento y máxime teniendo en cuenta que la finalidad de los descubrimientos no era geográfica sino religiosa? La inexistencia de la isla que se pensó había sido el destino final de San Brendan, le dio un nuevo giro a la investigación. Con el descubrimiento de América como hipótesis, la narración incluida en Navigatio tomó un alcance inesperado. Los investigadores, a partir de allí relacionaron los lugares mencionados en la obra con sitios reales a la vera del Atlántico. Así, San Ailbe sería Madeira, la isla de las malas aguas sería Azores, el mar Coagulado sería el mar de los Sargazos, la isla de las uvas sería Jamaica, Llanos sería las Bahamas y finalmente la Tierra Prometida no sería otra que la costa oriental de Estados Unidos.
En 1977, Tim Severin navegó exitosamente cruzando el Atlántico en un currach, embarcación similar a la usada por Brendan, develando una parte del misterio. No obstante la falta de restos arqueológicos incontrastables dejan abiertas dudas sobre el relato.
Continuará
Los monjes irlandeses, para esa época, eran muy conocidos en el mundo por su erudición. Durante toda la baja Edad Media, Irlanda fue un bastión, un refugio de la cultura mundial. La geografía aislada la hizo inmune a las invasiones sajonas a Inglaterra, donde el primitivo cristianismo anglo fue sometido a la nueva autoridad, al caos y al desorden. Así, estudiosos que escapaban de situaciones difíciles en sus países de origen encontraban en la isla verde un ámbito ideal para su desarrollo intelectual y su fervor religioso. Numerosos manuscritos fueron transportados allí para ser copiados, atrayendo a gran cantidad de estudiantes de todo occidente.
Si bien en 413 la isla contó con su primer obispo, Paladio, no fue sino hasta su sucesor, San Patricio, que fue convertida al cristianismo mayoritariamente. Tan importante fue la función irradiadora de la isla que aún hoy se la conoce tanto como la "isla verde" como por el mote "isla de los santos y los sabios".
Los conocimientos de los monjes irlandeses en navegación también estaban ya muy desarrollados. Prueba de ello es el descubrimiento de las islas Orkney (Orcadas) en 579 d.C., Shetland en 620 y Faroes en 670. Estas navegaciones eran efectuadas por monjes errantes denominados anacoretas que buscaban lugares de apacible soledad donde pudieran adorar a Dios. Incluso se adelantaron a los vikingos en Islandia, y se asentaron en ella en 795 d.C. A la llegada de los vikingos a Islandia sus crónicas mencionan la presencia de los monjes irlandeses.
Navitatio Sancti Brendani
Si bien Brendan fue un personaje histórico, es menos comprobable su periplo allende el océano. Algunos historiadores piensan que quizá Navigatio sea una amalgama de numerosos viajes efectuados por muchos sacerdotes. Tampoco se sabe el grado de veracidad de todo lo contenido en la obra.
No obstante, once manuscritos de la Biblioteca Imperial de París, además de otras investigaciones, apoyan la hipótesis de su viaje. La narración más antigua es en latín, Navigatio Sancti Brendani, y pertenece al siglo X u XI. La primera traducción al francés data de 1125 y desde el siglo XIII la leyenda aparece en las literaturas de los Países Bajos, Alemania e Inglaterra.
En busca de nuevas tierras para predicar la palabra de Dios, discutió su plan de navegación con San Enda, en Inishmore, y con pescadores de Galway y Mayo. Alimentaba la fantasía de aquellos hombres la leyenda de una tierra extraña más allá del mar. En Kerry construyó una embarcación de cuero y madera. Zarpó de Dingle Bay con unos pocos compañeros. El número de los navegantes varía según la fuente, entre 15 y 150.
Una cacería geográfica
Al cabo de un largo viaje de siete años llegaron a la Terra Repromissionis o el Paraíso, la tierra más hermosa con la vegetación más frondosa. La ambigüedad del relato impide un correcto posicionamiento de la misma.
Las interpretaciones cartográficas del texto no pueden ser más erráticas. Los geógrafos Alexander von Humboldt, Peschel, Ruge y Kretschmer catalogaron la historia entre las leyendas geográficas, restándole seriedad.
Finalmente, a principios del siglo XIX, la creencia en la existencia de la isla fue completamente abandonada y fue reemplazada por una nueva teoría de algunos investigadores que reclamaban para Irlanda la gloria del descubrimiento de América.
Solo con velas, remos y las estrellas como guía, cruzó el Atlántico, y habría llegado a Virginia o Connecticut. De allí se habría dirigido por tierra hasta el Mississippi o el Ohio. Otros lugares visitados habrían sido las islas Madeira, las Açores, Jamaica y Bahamas.
El viaje quedó documentado, pero ¿cómo identificar lugares cuya toponimia era inexistente?, y ante la carencia de nombres o referencias geográficas concretas, ¿cómo situar esos lugares sin métodos de posicionamiento y máxime teniendo en cuenta que la finalidad de los descubrimientos no era geográfica sino religiosa? La inexistencia de la isla que se pensó había sido el destino final de San Brendan, le dio un nuevo giro a la investigación. Con el descubrimiento de América como hipótesis, la narración incluida en Navigatio tomó un alcance inesperado. Los investigadores, a partir de allí relacionaron los lugares mencionados en la obra con sitios reales a la vera del Atlántico. Así, San Ailbe sería Madeira, la isla de las malas aguas sería Azores, el mar Coagulado sería el mar de los Sargazos, la isla de las uvas sería Jamaica, Llanos sería las Bahamas y finalmente la Tierra Prometida no sería otra que la costa oriental de Estados Unidos.
En 1977, Tim Severin navegó exitosamente cruzando el Atlántico en un currach, embarcación similar a la usada por Brendan, develando una parte del misterio. No obstante la falta de restos arqueológicos incontrastables dejan abiertas dudas sobre el relato.
Continuará
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