El filósofo budista Daisaku Ikeda expresa preocupación por el cambio climático

El pensador hace una profunda reflexión sobre el tema

Daisaku Ikeda, presidente de la Soka Gakkai Internacional (SGI). (Foto: fuente externa)

El doctor Daisaku Ikeda, presidente de la Soka Gakkai Internacional (SGI) expresó que el Instituto Toda por la Paz, fundado por él, tiene un programa de investigación sobre cambio climático y conflicto con énfasis en los desplazados, que analiza la preocupante situación de los países insulares del Pacífico cuyas comunidades tendrán que ser reubicadas por la subida del nivel del mar.

El filósofo budista agregó que, lamentablemente, el deterioro del estado anímico y moral de las poblaciones afectadas por el desplazamiento ha sido materia de poco interés.

A continuación, el texto completo de Ikeda sobre el tema:

Aristóteles denunció una tendencia humana: “Lo que es común al mayor número, es de hecho, objeto de menor cuidado”. Esta proclividad, que aún persiste, es lo que debemos modificar en nuestra batalla contra el cambio climático.

El Acuerdo de París, adoptado en diciembre de 2015, es una convención marco destinada a intensificar los esfuerzos para mitigar el calentamiento global que amenaza la supervivencia humana. El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha subrayado que “el cambio climático avanza más rápido que nosotros y debemos alcanzarlo antes de que sea demasiado tarde”. En lo que va del año (2019), se han registrado intensas olas de calor en Europa e India y temperaturas elevadas récord en Alaska, Siberia y todo el Ártico.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) señala que el aumento de la temperatura global es una condición indiscutiblemente ligada a los fenómenos extremos que afectan el planeta, y eso seguirá siendo recurrente.

La Conferencia sobre el Cambio Climático (COP25) tendrá lugar del 2 al 13 de diciembre en Madrid, en medio de un ambiente enardecido por la crisis y la emergencia climática. A la espera de que el Acuerdo de París se lleve a su plena aplicación a partir de enero de 2020, la humanidad está ante una encrucijada. ¿Podrán los gobiernos redoblar los objetivos de reducción de emisiones? ¿Podrán responder al impacto de las temperaturas más altas y de los daños generados por los climas extremos mediante la potenciación de acciones colectivas?

El aumento del nivel del mar causado por el derretimiento glacial en la Antártida y Groenlandia, así como las olas de calor, las lluvias torrenciales y demás fenómenos meteorológicos extremos han tenido una repercusión devastadora en economías y empresas. El cambio climático está induciendo la movilización forzosa de poblaciones cada vez más numerosas.

El Instituto Toda por la Paz, que fundé en 1996, tiene un programa de investigación sobre cambio climático y conflicto con énfasis en los desplazados, que analiza la preocupante situación de los países insulares del Pacífico cuyas comunidades tendrán que ser reubicadas por la subida del nivel del mar. Lamentablemente, el deterioro del estado anímico y moral de las poblaciones afectadas por el desplazamiento ha sido materia de poco interés.

Para ciertos pueblos insulares del Pacífico, la tierra de los ancestros es tan importante como la madre. La gente está íntimamente conectada a su lugar de procedencia. El desalojo forzado del terruño significa perder la identidad. Ninguna promesa de seguridad material en un nuevo lugar puede reemplazar el bienestar ontológico que brinda el entorno natal. El programa del Instituto Toda por la Paz advierte que debemos tener en cuenta estos vínculos inquebrantables con la tierra en el momento de implementar planes de acción para combatir la problemática del clima.

El principio budista de las Cuatro Vistas del Bosque de Salas habla sobre la divergencia subjetiva y mental entre personas. Dada la óptica individual del ser humano, cada quien tiene un enfoque distinto en torno a una misma materia.

El paisaje de una floresta puede causar inspiración por su belleza o puede generar curiosidad por su valor económico, dependiendo de quién la mire. Por desgracia, no se accede al panorama completo cuando la vista es parcial. Como consecuencia, las penurias que sufren las personas que pierden algo preciado e insustituible suelen pasar inadvertidas por la gran mayoría y terminan generando situaciones más dramáticas.

Es apremiante que tengamos en cuenta las necesidades de los damnificados por el calentamiento global que se encuentran en una situación vulnerable de desigualdad de género y de discriminación estructural y que nos pongamos en su lugar al desarrollar estrategias contra el cambio climático, sin dejarnos llevar meramente por la evaluación de cálculos económicos.

En la Cumbre de Acción Climática de la ONU celebrada en Nueva York el pasado mes de septiembre, 65 gobiernos equivalentes a una tercera parte de los estados miembros se comprometieron a lograr cero emisiones netas para el 2050. Existe una necesidad

urgente de expandir a escala global el ambicioso reto por lograr cero emisiones y dirigir la atención a los afectados por el cambio climático.

Concretamente, los gobiernos y otros agentes deben emprender la búsqueda de soluciones para detener la emisión de gases de efecto invernadero en todos los sectores

—sea el energético, sea el de transporte, sea de la producción y la distribución de alimentos— así como estudiar métodos para absorber dióxido de carbono en forma paralela a la plantación de árboles con tal de dar un impulso decisivo al Acuerdo de París.

Como parte de la antesala a la Cumbre de la Acción Climática, se realizó la Cumbre de la Juventud sobre el Clima de las Naciones Unidas, en la que se dieron cita jóvenes del orbe entero.

No será fácil detener el calentamiento planetario. Pero estoy seguro de que encontraremos la manera de construir una sociedad global sostenible rescatando la iniciativa de los jóvenes y generando ámbitos de esperanza que congreguen a más gente dispuesta a ser agentes del cambio. El destino de la humanidad depende de nuestra acción colectiva junto a las jóvenes generaciones.

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