Hatuey de Camps, militante político de toda la vida

Tenía apenas 14 años cuando en aquel julio de 1961, arrimado a su padre, Hatuey de Camps Jiménez inició su andadura por la política. Los cuadernos habían quedado sobre la mesa de su Cotuí natal a la espera de que pasara la fiebre adolescente. Pero la fiebre no lo abandonó nunca.

De los 69 años cumplidos el pasado 29 de junio, Hatuey de Camps dedicó 55 a la política. No es que haya sido un récord en un país donde las figuras públicas no suelen abandonar a tiempo el escenario. Lo que sí fue notable en él fue la pasión de su ejercicio. Obstinado hasta parecer despreciativo y prepotente, hizo pocas concesiones cuando enfrentó adversarios, fuera y dentro del Partido Revolucionario en el que se hizo hombre.

Minado lentamente por un cáncer de colon diagnosticado en el 2006, el dirigente político rindió las armas con toda seguridad muy a pesar suyo. Y no porque se aferrara a la vida, sino porque su agenda continuaba repleta de proyectos. El último y más comprometedor de energía vital fue la proclamación de su candidatura presidencial el 12 de octubre del año pasado por el Partido Revolucionario Social Demócrata, organización que creara en 2004 tras su expulsión de las filas perredeístas.

Como la vida de todo hombre público que llena el escenario con su sola presencia, la de Hatuey de Camps Jiménez tuvo momentos particularmente luminosos. Uno de ellos lo vivió poco después de haber cumplido 31 años. Era julio de 1978 y el país estaba a punto de estallar. Prevalecido en su poder casi omnímodo, Balaguer y los suyos idearon mil formas de escamotear el aplastante triunfo obtenido en las urnas por el candidato perredeísta Antonio Guzmán Fernández en mayo de ese año.

Como abogado del despojo subió al estrado mediático el abogado Marino Vinicio (Vincho) Castillo. Hatuey de Camps lo retó a un debate y el zorruno abogado, entrenado en su curul de diputado trujillista y de comentarista en el albañal que fue Radio Caribe, aceptó convencido de que daría un fulminante jaque mate al joven contendiente. Se equivocó de plano. De Camps resultó imbatible, no solo porque la razón estuviera de su parte, sino por su capacidad y brillantez de polemista.

Ocho años atrás, Hatuey de Camps había conducido con notoria habilidad política las luchas universitarias de 1969 y 1970. Presidente de la entonces combativa Federación de Estudiantes Dominicanos (FED), encabezó la movilización de estudiantes, profesores y empleados de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) que pasó a los archivos de la Historia como “lucha por el medio millón” de presupuesto para la academia. Una reivindicación que alentaba el acceso de los más pobres a la educación universitaria.