Ser otaku en República Dominicana

Son fanáticos de la cultura popular japonesa. El anime, el manga y los personajes de videojuegos los desvelan. Chapurrean palabras niponas y los más entusiastas se inscriben en cursos para aprender este idioma. Algunos interpretan a sus héroes de ficción preferidos, e invierten sus ingresos en armar sus trajes. En Japón son más de 3 millones y parte importante de su economía. En RD, su número podría llegar a los 4 mil, y va en aumento.

Edgar Pérez (38 años) es dominicano, casado, y padre de dos. Es, también, uno de los organizadores de la J-Fest, uno de los festivales dedicado a la cultura japonesa que se realiza en estas tierras caribeñas, y tal vez uno de los otakus de mayor edad dentro de la frontera.

“Empecé a estudiar japonés en 1993, y desde ese año pertenezco a un grupo organizado que nos juntamos todos los fines de semana a compartir”. Se trataba de los primeros seguidores de la cultura nipona constituidos como tal en el país, en una época donde el término otaku estaba muy lejos de ser conocido en el suelo nacional. 

La primera manifestación oficial de que esta tribu urbana existía en República Dominicana apareció de manera tímida en 2006, cuando la Universidad Iberoamericana (Unibe) acogió a la primera convención de anime en el país, Conanime 2006. No hay registro del número de asistentes, pero quienes recuerdan el evento aseguran que “fue un grupo reducido” de gran entusiasmo. La importancia de este suceso no es menor y marca un hito en la cultura de los otakus dominicanos: en ese entonces irrumpieron los cosplay, la cara más visible e histriónica de la tribu, caracterizados por interpretar vistosamente a sus personajes nipones preferidos.

Desde entonces, y de la mano con el mayor acceso a Internet, los otakus se han multiplicado a una velocidad vertiginosa en el país. Tan solo en Facebook, donde tienen una presencia activa, el número de seguidores de la página ODU (Otakuz Dominicanos Unidos) alcanza a más de 3 mil. A la primera Feria Mundo Anime, llevada a cabo en junio de este año, asistieron más de 4 mil personas. “Te diría que la comunidad otaku activa viene estando en los 3,500”, calcula Juan Neder, uno de los organizadores de este último evento.

Quiénes son
“Ahora mismo hay muchos de entre 15 y 20 años, y tenemos un grupo de más ‘viejitos’ como yo, de 25 para arriba. Pero hay de todas las edades. Es un ambiente bastante sano: en ninguna actividad permitimos alcohol”, explica Carlos Rafael Pérez, administrador del grupo ODU en Facebook y de la página web del mismo nombre, y otaku confeso.

Por lo general, se trata de estudiantes de bachillerato o en sus primeros años universitarios que se reúnen en torno a una pasión común, en eventos organizados o por iniciativa propia. Hay abogados, médicos, arquitectos, ingenieros, diseñadores. La profesión no es determinante en esta tribu. El acceso a Internet, al contrario, es fundamental: los contactos se generan en las redes sociales, y la web es la vía para mantenerse informado de los últimos aconteceres. 

estudio llevado a cabo por el  Yano Research Institute en 2011, uno de cada cuatro japoneses sería otaku. El mercado, a estas alturas, ya es de ellos: solo el segmento de juegos en línea aumentó un 40,5% a 299.4 mil millones de yenes en 2010. La denominación ha dejado de tener una carga negativa, para acercarse más al concepto occidental de geek. 

En República Dominicana, el mercado todavía está lejos de satisfacer a sus otakus. La mayoría de ellos consume, descarga y comparte productos desde Internet. Su poder adquisitivo es considerablemente menor: de los asistentes a la Feria Mundo Anime, solo un 10% se hizo de algún ítem. “Muchos dependen todavía de sus padres, entonces van a compartir”, resume Neder. 

Mañana: El arte del cosplay dominicano