Águilas recorrerán 3,390 kilómetros más que el Licey

Jugadores de las Estrellas descargan su utilería antes del juego contra el Escogido.

SANTO DOMINGO. Los dos autobuses que llevaron a las Águilas a La Romana ayer para enfrentar a los Toros a las 7:30 p.m. salieron de Santiago al mediodía y, si el partido no se extendía de las nueve entradas, debían regresar a la Ciudad Corazón entre 3:00-4:00 de la madrugada de hoy jueves, para los jugadores estar en el parque Cibao, hoy, a las 2:30 p.m. cuando reciban a las Estrellas.

Es la misma rutina de los bovinos cada una de las cinco veces que tienen que recorrer los 270 kilómetros que separan los parques Francisco Micheli y Cibao y los cinco viajes de 251 kilómetros al Julián Javier, las mayores distancias en la liga.

Son 8,880 kilómetros que recorrerán las Águilas durante los 25 partidos en la ruta de la serie regular, 3,390 más que los 5,410 que viajarán Escogido y Licey, una ventaja relativa de los conjuntos de la capital por su posición geográfica, y que se traduce en mayor descanso para sus peloteros.

Si el partido es a las 4:00 de la tarde, como ocurre los domingos, entonces amarillos y romanenses tienen que abordar a las 10:00 de la mañana, aun se haya jugado la fecha anterior hasta la madrugada, explicó Marcial “Cayito” Morla, encargado de viajes de los Toros desde su nacimiento como Azucareros en 1982. Ese día no se practica antes del juego. El kilometraje de los Gigantes es el segundo mayor (8,040), seguido por el de los Toros (7,900) y el de las Estrellas (6,220). Los nordestanos salen a las 11:00 a.m. cuando juegan en el este, hacen una parada para almorzar a la 1:00 p.m. y retoman carretera a las 2:00 p.m. para estar en la sede por lo menos tres horas y media antes del inicio del partido. Los equipos rentan los autobuses.

Las limitaciones de los rosters que desde la temporada pasada rigen en la liga (45 hombres por semana), y el hecho de que la mayoría de jugadores nativos no tienen hospedajes en las ciudades donde juegan (salvo los estelares), sino que tienen que desplazarse a diario a sus hogares, se suman a la fatiga.

Erick Almonte, que jugó 14 temporadas en ligas menores y un verano en México, cree que para el jugador dominicano no es un trauma, ya que “pasa un centro” en los Estados Unidos donde puede tener que viajar hasta 16 horas en autobuses en zonas remotas en las que escasean hasta los negocios de comida, además de estar lejos de sus familiares.

Pero esos viajes son para jugar series de hasta cuatro días, y no se realizan con las frecuencias de la Lidom, donde se desplazan a diario, salvo excepciones como cuando un equipo del Este tiene fechas seguidas en el Cibao (que suelen rentar hoteles para evitar pasar más tiempo en carretera) o del norte cuando van el extremo o la capital en días corridos. “Los viajes aquí no cansan comparados con las bajas ligas menores. Pero sí que es un poco complicado cuando uno llega tarde un viernes o un sábado para jugar temprano al día siguiente. En mi caso, que vivo en la capital y jugué nueve años en San Francisco de Macorís, tenía que salir temprano manejando para poder practicar y era un poco cansón. Pero si vives en la capital y juegas con Licey o Escogido es menos complicado”, dijo Almonte.

Jugar cartas, escuchar música, ver películas en los dispositivos móviles son algunas de las actividades que realizan los peloteros durante los desplazamientos.

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