El suicidio económico

Por Alejandro Fernández W.

Analista financiero

Cabizbajo, Alberto llegó a la playa de Long Beach. Se quitó su camiseta para amarrarla a una mata de uvas de playa a la que subió. Saltó. Murió, “asfixiado por ahorcamiento”, según el médico legista.

En San Pedro de Macorís, Matías procuró un cable eléctrico. Sin decirle a nadie, entró a su habitación. Colgó el cable a un madero que se destacaba en el techo. Subió a una silla y saltó. Murió,

José, de 36 años, estuvo por dos días en casa de su hermano en Villa Duarte. Lo acompañaba su hijo, de solo cinco años. En la tarde del domingo se despidió. Se pensaba que iría a la parada de transporte guaguas que los llevarían a Santiago.

Aunque parecía “tranquilo y que no padecía de trastorno mental ni problema psicológico”, según afirmaron sus familiares, José no fue a la estación. Se acercó al puente Juan Pablo Duarte y desde lo más alto, saltó de la mano de su pequeño hijo. Murieron en el acto.

DE SUICIDIOS REPORTADOS EN EE.UU. En personas entre 40 y 64 años, según el “American Journal of Preventive Medicine” se debían a “dificultades económicas.”