Acomodándose a la realidad

Al comenzar el año 1815, Napoleón Bonaparte se encontraba exiliado en la pequeña isla de Elba, en apariencia alejado para siempre del poder en Francia. Aprovechando un descuido de quienes lo vigilaban, escapó de los confines de la isla y dio inicio a su retorno a París y al poder. Al principio se creyó que sería detenido rápidamente, pero esa percepción fue cambiando con el paso de los días.

Junto con el cambio de percepción fue variando también la reacción respecto de la fuga, según pudo observarse en los titulares de las reseñas del periódico francés “Moniteur”. El del 9 de marzo dijo “El antropófago ha escapado...”, y en días subsiguientes “El ogro corso desembarca en...”, “El tigre se exhibe en...”, “El monstruo ha avanzado hasta Grenoble”, “El tirano pasó por Lyon...”, “El usurpador se dirige a Dijon...”, “Bonaparte avanza... pero es imposible que llegue a París”, “Napoleón llegará mañana a las murallas...”, “El emperador Napoleón está en Fountainbleau”, y finalmente, el 22 de marzo “Su majestad imperial hizo su entrada en Las Tullerías, entre las aclamaciones de sus súbditos”.

En los inicios de la campaña electoral de Trump, el Fondo Monetario Internacional consideró sus planteamientos como los de un excéntrico sin posibilidad de triunfo. A medida que los demás precandidatos republicanos se fueron retirando, el FMI arremetió contra sus propuestas proteccionistas, muy perjudiciales para el crecimiento económico mundial. Como candidato sin perspectivas de derrotar a Clinton, sus diatribas contra los pactos comerciales fueron consideradas preocupantes. Y ahora, con Trump ya instalado en la Casa Blanca, la directora-gerente del Fondo ha dicho que reclamar un comercio equitativo no es sinónimo de proteccionismo, que el FMI propugna también porque el intercambio comercial sea justo y equilibrado, y que confía en que la relación con el gobierno estadounidense progresará satisfactoriamente.