En la ruta de la seda

En septiembre pasado, el presidente de Sudáfrica viajó a China. Como parte de la visita fueron firmados cinco acuerdos bilaterales entre ambas naciones. Sumando esos acuerdos a otros que habían sido firmados durante los dos meses previos a la visita, el total de acuerdos llegó a cerca de veinte. Y no habían sido los primeros, pues ya anteriormente se habían firmado varios otros. El presidente Xi expresó que China estaba lista para invertir y trabajar con Sudáfrica en varios sectores, como infraestructura, medio ambiente, ciencia y tecnología, finanzas y transporte. Y por su lado, el presidente sudafricano indicó que su gobierno reconocía que aunque el comercio entre los dos países había crecido de forma sostenida en los últimos dos años, no había logrado sin embargo alcanzar su nivel potencial, por lo que se estaban explorando vías para incrementar el intercambio, identificar sectores para inversiones chinas, y promover el turismo entre ambas naciones.

El número de acuerdos que China firmó con nuestro país es bastante similar al de los que suscribió con Sudáfrica, a pesar de que la economía sudafricana es mucho mayor que la nuestra. Pero la efectividad de esos acuerdos se verá más adelante, en la medida que vayan ocurriendo hechos específicos en materia de comercio, turismo e inversiones.

Es evidente que la República Dominicana está muy lejos de la zona que en tiempos pretéritos recorría la ruta de la seda. Aun así estaremos en lo adelante formalmente vinculados a ella, pues la ruta que los chinos vislumbran en la actualidad abarca prácticamente a todo el planeta, sea por tierra como en el pasado, por aire, o a través de los océanos.

Aparte de las inversiones que puedan efectuar, y de los préstamos que puedan concedernos, son importantes las compras que los chinos puedan hacer de bienes y servicios dominicanos. Y es en ese aspecto donde nuestro país es más débil, dado lo exiguo y limitado de su oferta exportable.