Extorsión en bitcoins

La información no causó mayor revuelo y fue dada con una extraña naturalidad por los afectados, pero las autoridades policiales sí la tomaron en serio. La semana pasada el presidente de un hospital estadounidense, el Centro Médico Presbiteriano de Hollywood, en Los Ángeles, anunció que había pagado a piratas cibernéticos para recuperar el control de su sistema de cómputos. Luego de que su red fuera “hackeada” el día 5 de este mes, el hospital perdió su capacidad de comunicarse por medios electrónicos y tuvo que recurrir al envío de faxes, llamadas por teléfono y mensajes e instrucciones en papel, teniendo que descifrar las con frecuencia casi ilegibles escrituras de los médicos. Los piratas encriptaron archivos clave, y aunque se trató de encontrar la contraseña para abrirlos los intentos no fueron exitosos.

Lo que hace el caso más notorio, aparte de la aparente facilidad con que la intrusión fue llevada a cabo, es que el pago de la extorsión se realizó en bitcoins, la controversial moneda virtual. Sin ningún banco central que la emita o la respalde, el bitcoin es un fruto de la informática, la cual, mediante un complejo mecanismo de algoritmos matemáticos, permite la emisión, propiedad y traspaso de ese medio de pago, bajo la supervisión de una comunidad esencialmente tecnológica que los inscribe en un registro asequible a todos los participantes.

El caso en sí mismo no es importante, siendo el pago involucrado de sólo 40 bitcoins, unos US$17,000, pero cae como anillo al dedo para organismos que claman porque esa moneda virtual, y otras menos conocidas, sean consideradas como instrumentos de lavado de activos y accesorios para la comisión de delitos, lo que daría pie a medidas en su contra.

Esos criterios se manifiestan también en la presión a la que Apple está siendo sometida para que invalide la encriptación de un teléfono de su marca iPhone usado por el perpetrador de un atentado terrorista recientemente.

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