Más de lo mismo

En su reunión de ayer, aguardada con ansiedad por políticos, analistas, bancos e inversionistas, el Banco Central Europeo acentuó sus políticas de estímulo, poniendo de paso bajo presión a sus colegas en los EE.UU., Japón, China, Inglaterra y otros lugares.

El BCE redujo las tres tasas de interés que maneja, y al mismo tiempo anunció que ampliará sus compras de activos, al estilo de la Fed estadounidense en su momento.

La tasa que paga por depósitos a los bancos fue bajada a -0.4%, y las que les cobra por refinanciamientos y por préstamos de un día para otro disminuidas al 0% y 0.25%. En cuanto a los activos, aumentó el monto mensual que compra desde 60 a 80 mil millones de euros, e incluirá bonos corporativos entre ellos.

La presión sobre otros bancos centrales se debe a que las medidas del BCE tienden a reducir el valor del euro en relación con el dólar, el yen y demás monedas, al incrementar su oferta y fortalecer las expectativas sobre la demanda de esas otras divisas. La depreciación del euro otorga ventajas de precio a los productores europeos frente a sus competidores de fuera de la eurozona, lo que obviamente presiona a los otros bancos centrales a aplicar por igual medidas de estímulo o retrasar, en el caso de los EE.UU., el retorno a políticas monetarias más convencionales.

Las decisiones del BCE fueron motivadas por estimados de inflación de apenas un 0.1% para el 2016, casi bordeando territorio negativo y muy por debajo del 1.0% previsto inicialmente. Favorecen a los gobiernos de la eurozona, que podrán continuar endeudándose a bajas tasas de interés sin tener que reducir sus déficits fiscales, y a los bancos de inversión, alentados por las perspectivas de alzas en los índices de precio de las acciones y otros valores.

Aunque el BCE adquirió activos por 700 mil millones de euros en el 2015 y los gastos de consumo han crecido, la confianza del sector empresarial se mantiene débil.

gvolmar@diariolibre.com