Oportunidad dorada

Su presencia en las calles, transportando pasajeros y haciendo entregas, le ha traído conflictos con los operadores de taxis, los reguladores del sector, las centrales sindicales, los organismos laborales y los departamentos fiscales. La vida de Uber y sus afiliados ha sido, en muchos lugares, tormentosa. Pero a pesar de eso, Uber se ha abierto paso, siendo hoy un medio de transporte reconocido y habitual en numerosas localidades del mundo, incluyendo la República Dominicana, hasta el punto de atreverse a dar el paso de ofrecer públicamente sus acciones a la venta.

Durante varios años, Uber recabó fondos de forma privada. Quienes invirtieron en sus acciones entendieron que estaban aprovechando una oportunidad dorada. Anticipaban que el valor de su participación en el capital de la entidad se multiplicaría más adelante, a medida que la compañía fuera expandiendo sus redes y consolidando su posición en más territorios. Y Uber, luego de muchas vacilaciones, decidió que había llegado el momento de ofertar sus acciones de forma pública, lo que daría a sus acciones un alto valor real de mercado que recompensaría la confianza que los inversionistas anteriores le habían brindado.

Contaba para ese propósito con el optimismo de personas e instituciones, estimulados por las bajas tasas de interés, las historias de éxitos, y las montañas de dinero puestas a circular por la Fed y otros bancos centrales. En ese ambiente de exuberancia colectiva, consideraba que las grandes pérdidas en que la empresa incurre no deberían ser un obstáculo para que los recursos fluyeran en su dirección. La oferta pública, sin embargo, no resultó como se esperaba. El precio de las acciones quedó un 7% por debajo del nivel de oferta inicial y se tambaleó posteriormente.

Uber enfrenta la competencia de diversos rivales, la mayoría de los cuales tampoco tienen beneficios. Quiere incursionar también en el transporte de carga y en servicios financieros.