Patentes y producción
El argumento a favor de las patentes es bien conocido. Hace referencia a la recuperación de los costos incurridos en el desarrollo del producto
No es ahora, por la pandemia, que el debate sobre las patentes de medicamentos ha surgido. La controversia al respecto viene desde hace tiempo, y es probable que persistirá en el futuro. El asunto es espinoso, dada la sensibilidad de los bienes de que se trata. No es lo mismo patentar un diseño, por ejemplo, que patentar un producto del que pueden depender las vidas de muchas personas. Si se percibe que debido a la patente del medicamento éste escasea o es más costoso, la reacción natural será reclamar que sea suspendida temporalmente o suprimida. Desde ese ángulo, los tenedores de la patente son vistos como desalmados y codiciosos, dispuestos a sacrificar a quienes necesitan el medicamento a fin de aumentar sus ganancias.
El argumento a favor de las patentes es bien conocido. Hace referencia a la recuperación de los costos incurridos en el desarrollo del producto, no sólo del propio medicamento en cuestión, sino también de las otras investigaciones realizadas que no dieron resultado, citándose en ese sentido que los productos exitosos son apenas una pequeña fracción de los que fueron probados. Ante la dimensión humana involucrada, sin embargo, es entendible que usualmente ese argumento no sea bien recibido.
Los países con fuertes sectores farmacéuticos suelen salir en apoyo de sus industrias, defendiendo sus patentes, pero los importadores de medicamentos son más propensos a oponerse a ellas. Acompañan a estos últimos varias entidades internacionales cuya misión es promover el acceso de la población a la salud, en particular en naciones pobres.
En el caso específico de las vacunas contra el COVID-19, el punto crítico no ha sido tanto el precio sino la escasez, acusándose a los fabricantes de no suplir las dosis comprometidas. Frente a esa crítica, los productores y países como Alemania han señalado que suspender las patentes no asegura que aumentará la capacidad de producción, y que la calidad del medicamento no podría ser entonces garantizada.