Vuelta al reparto

Aparte de la incertidumbre acerca del rendimiento de los recursos de los fondos individuales de pensiones, un riesgo de pérdida surgiría si fueran colocados de forma osada o imprudente.

Aquí tal posibilidad es hasta ahora exigua, dados los criterios de inversión existentes y por el hecho de que los recursos han sido mayormente prestados al Banco Central, al gobierno y a instituciones financieras. En otros países, sin embargo, las pérdidas que han ocurrido, o los pronósticos de su inminente ocurrencia, han sido esgrimidos como justificación para retornar al sistema de reparto basado en un fondo común.

Que el anterior gobierno argentino haya estatizado los fondos privados de pensiones podría achacarse a sus inclinaciones populistas, pero que algo así haya sucedido en Hungría, país miembro de la Unión Europea, es más difícil de entender.

Cuando el esquema individualizado de pensiones fue establecido allá, se hizo obligatorio para los recién llegados al mercado laboral con menos de 42 años de edad, pudiendo los demás quedarse en el sistema estatal de reparto si así lo deseaban. La mayoría optó por el nuevo esquema, pero en el 2001 el gobierno húngaro dispuso que los aportes fueran voluntarios, y en el 2010 ese mismo gobierno retornó al poder y conminó a los afiliados a volver al sistema de reparto, quedando quienes no lo hicieran sin la posibilidad de una pensión del Estado.

De más de 3 millones, sólo unos 60 mil, agrupados en cuatro fondos privados, decidieron no volver. El gobierno prometió mantener vigentes las cuentas individuales dentro del sistema de reparto, pero como los beneficios a recibir eran predeterminados, esas cuentas sólo servirían para fines estadísticos.

Dado que el 50% de los cerca de US$12 mil millones de los fondos privados estaban invertidos en bonos del gobierno, su traspaso al Estado redujo la deuda pública. Aún así, nuevos préstamos la han mantenido en 80% del PIB.

gvolmar@diariolibre.com