Retorno al aire

Por causa de la pandemia muchas personas perdieron la vida, y sus almas, así esperamos, subieron de la tierra al cielo. Y en un plano mucho menos trascendente, la pandemia hizo que muchas aeronaves bajaran del cielo a la tierra.

Sin rutas que cubrir, dado el cierre de las fronteras, los aviones tuvieron que dejar de volar y ser mantenidos en lugares apropiados. Como la humedad y la corrosión son sus grandes enemigas, los sitios preferidos son secos y desérticos, como los existentes en algunas zonas del oeste de los EE.UU. Una vez allí, es común sellar turbinas y cabinas, dando la impresión de que se han convertido en momias.

Desde el punto de vista económico, es un proceso de preservación del capital de las empresas, representado por su principal activo, sea para uso propio o para arrendar a otras compañías. La conservación conlleva costos, sobre todo el representado por la cesación de operaciones, pero fue la decisión correcta ante un evento cuya duración y consecuencias finales eran desconocidas. Fue lógico preferir estar preparado para reactivar los vuelos en el momento en que las circunstancias lo hicieran factible.

Haber sido colocada en un estado parecido a la hibernación, no garantiza que una aeronave vaya a reintegrarse al servicio activo. Situaciones sectoriales de crisis, como la que atravesó la aviación comercial por la pandemia, frecuentemente conducen a desapariciones y fusiones de compañías, así como al surgimiento de nuevos competidores más eficientes cuando las condiciones se normalizan. Eso implica que el mercado para los servicios aéreos, y por ende el mercado para los equipos, puede cambiar significativamente, haciendo preferible renovar las flotas, reemplazando las unidades anteriores con otras de mayor rendimiento. Esto así especialmente en sectores en los que es habitual el empleo de equipos arrendados.

Las ayudas gubernamentales fueron esenciales para que las aerolíneas, al ser reconocido su rol estratégico, pudieran sobrevivir a la pandemia.