Bancos problemáticos

Las recientes quiebras de bancos en los EE.UU. han generado dudas acerca de la solidez del sistema bancario de esa nación. Ya que cualquier episodio de desestabilización tendría serias repercusiones sobre el crecimiento económico mundial, la inquietud no se limita a los círculos financieros directamente involucrados.

En principio, el principal factor de riesgo proviene de la reacción de los depositantes a los informes de que tales o cuales bancos están en problemas. Y, a su vez, esa reacción depende de si sus depósitos están o no cubiertos por el seguro de depósitos que provee la agencia aseguradora FDIC. Con ese fin se suele suponer que todos los depósitos de más de 250,000 dólares no están asegurados, pero ese cálculo exagera el monto sin seguro pues la cobertura real es mayor, influida por los diferentes tipos de cuentas y sus beneficiarios.

Datos también utilizados como indicios de riesgo son la relación entre el total de los depósitos y el número de depositantes no duplicados, así como el monto promedio de depósitos por oficina. Aquellos bancos con muchos clientes y que operan un gran número de sucursales, tienden a ser menos susceptibles a ser golpeados por corridas debido a rumores en su contra.

Las dificultades actuales han sido el resultado de la política monetaria restrictiva puesta en ejecución por la Fed, el banco central estadounidense, a fin de combatir la inflación promovida por los excesos de estímulos aplicados anteriormente. Esa característica convierte dichas dificultades en un proceso transitorio de ajuste para frenar las alzas de los precios de los bienes y servicios, habiendo ya ocurrido una disminución casi a la mitad de la tasa mensual más alta a la que se llegó.

Esa percepción de ajuste es reforzada por los datos del FDIC sobre bancos en problemas, los cuales muestran un declive sostenido en el número de esos bancos. De 651 bancos a fines del 2012, la cifra bajó a 291 en el 2014, 123 en el 2016, 60 en el 2018, 56 en el 2020 y sólo 39 en el 2022.