Conciencia minoritaria

A pesar de que el trabajo humano es un recurso productivo, igual que como lo son las maquinarias, las tierras y la tecnología, tiene una forma distinta de agruparse, reclamar derechos y adquirir poder político.

No es que los demás recursos no se agrupen. Aunque no conocemos casos en que maquinarias o equipos se hayan puesto de acuerdo para hacer una huelga, sus dueños sí forman asociaciones y grupos de presión para hacer valer sus intereses, influir sobre las políticas públicas y hasta controlar gobiernos. La diferencia está en las causas que definen los lineamientos de la agrupación.

Aparte de los grupos que se forman en torno a profesiones y sindicatos, han ganado fuerza las divisiones laborales en base a minorías, cuya existencia no está definida por la actividad económica que realizan sino por compartir determinados rasgos, tales como origen, idioma o raza. Desde el ángulo económico esas minorías adquieren relevancia cuando sus integrantes se hacen conscientes de ser parte de ellas.

Se observa a nivel mundial una creciente identificación con minorías, alejadas de su objetivo anterior de asimilarse dentro de la mayoría, lo cual conduce a actuaciones conjuntas que eran infrecuentes o inexistentes en el pasado. Los hispanos en los Estados Unidos son un ejemplo de esa tendencia.

La división por minorías trasciende el análisis económico tradicional y puede tener graves consecuencias. Esta semana, por ejemplo, cientos de jóvenes inmigrantes o descendientes de inmigrantes han estado incendiando vehículos y edificaciones en la capital de Suecia, una de las ciudades más ricas del planeta.

El detonante de esos eventos es la percepción de discriminación. No es probable que se discrimine a un equipo por ser HP, Apple o IBM, o a un camión por ser coreano o por estar pintado de azul o negro, pero a las personas sí se les discrimina y eso es lo que fomenta su conciencia minoritaria.