Esta vez, pequeños negocios y consumidores individuales deberían recibir los rescates

Las pequeñas y medianas empresas ya estaban operando con márgenes muy estrechos y no pueden sobrevivir a una carga de deuda adicional

Pequeñas empresas están en riesgo. (Shutterstock)

En la crisis anterior, Washington rescató a los bancos. Actualmente, está a punto de rescatar a las grandes empresas. El sector corporativo se parece mucho al sector financiero antes de 2008: cargado de deudas, con algunos sectores altamente apalancados, y la mayoría de ellos dependen de la ingeniería financiera para crear la ilusión de crecimiento e innovación.

Las compañías estadounidenses solían reinvertir sus ganancias para aumentar la capacidad de producción. Ahora, principalmente generan “valor” reduciéndose y dándoles dinero a los estadounidenses más ricos.

La pregunta, ahora que toda la economía está colapsando simultáneamente, es ¿quién será el primero en la fila en ser rescatado?

¿Serán las aerolíneas, que gastaron la mayor parte de sus abundantes flujos de caja en los últimos años en recompras?

¿O serán los fabricantes como Boeing, uno de los grandes subcontratistas de todos los tiempos, que dice que necesita US$60 mil millones para conservar los empleos en su cadena de suministro?

¿O deberían escribírseles los primeros cheques a las grandes compañías petroleras, a la industria de los cruceros, a los hoteles, hospitales, casinos o restaurantes? Incluso los productores de carne de cerdo, las compañías farmacéuticas y los fabricantes de drones ven la oportunidad de subirse al tren del estímulo fiscal.

Antes de considerar a quién se le debe permitir ponerse al frente de esta larga cola, consideremos por un minuto cómo llegamos a esta situación. En 2008, la crisis de las hipotecas subprime desencadenó una crisis financiera sistémica que requirió un rescate de los bancos para evitar lo que podría haberse convertido en una segunda Gran Depresión. Pero los más fuertes de estos bancos prosperaron y se volvieron más ricos y más concentrados que antes de la crisis.

Mientras tanto, a millones de estadounidenses les quitaron sus casas porque no podían pagar sus hipotecas. Muchas de estas casas fueron compradas a su vez por grupos de capital privado, que pudieron pagar efectivo por ellas en los tribunales. Blackstone Group — el enorme banco de inversión — se convirtió en el mayor propietario de viviendas familiares del país.

Durante la década siguiente, las empresas tecnológicas, los recortes fiscales, las bajas tasas y el dinero fácil también contribuyeron al aumento de los mercados bursátiles. Pero esta “recuperación” benefició principalmente a la clase propietaria de activos. Para la mayoría de las personas, las ganancias semanales, después de ajustarse a la inflación, se mantuvieron aproximadamente donde estaban en 1974. La ira que esto provocó contra las tendencias dominantes de ambos partidos fue cómo Donald Trump terminó siendo presidente de EEUU. También es lo que ha impulsado durante tanto tiempo a Bernie Sanders, el candidato presidencial socialista demócrata.

Ahora se necesitarán otra vez los rescates, dada la desaceleración del mercado que se asemeja mucho a la de 1929 y la contracción económica que probablemente sea más pronunciada que durante la crisis financiera anterior. Pero si queremos que el capitalismo y la democracia liberal sobrevivan a la Covid-19, no podemos darnos el lujo de repetir el erróneo enfoque de “socializar las pérdidas, privatizar las ganancias” que se utilizó hace una década.

Tenemos que comenzar por proteger a los ciudadanos y los consumidores individuales. El coronavirus ha expuesto cuán vulnerable es gran parte de la población estadounidense.

Mis hijos asisten a las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York, junto con 1 millón de estudiantes más. Una razón por la que las escuelas esperaron un tiempo para cerrar con el fin de frenar la propagación del virus es que tres cuartas partes de sus estudiantes viven en o por debajo del umbral de pobreza.

Uno de cada 10 no tiene hogar. Muchos obtienen la mayor parte de sus calorías diarias de los desayunos y almuerzos escolares gratuitos. (Las escuelas todavía están gestionando operaciones de comida para llevar).

Ésta es una de las muchas razones por las que estoy a favor de los pagos en efectivo inmediatos a los individuos que muchos economistas han sugerido. En un mundo ideal, lo haríamos mediante una evaluación de recursos económicos. Pero no hay tiempo. Podemos recuperar pagos innecesarios cuando estemos del otro lado de la crisis, mediante el código tributario. Mientras tanto, les recomendaría a quienes no necesitan sus cheques que se los den a quienes sí los necesitan: trabajadores como la señora que me ayuda con la limpieza, que no pueden trabajar desde casa.

También me encantaría ver una moratoria de tres meses garantizada a nivel federal de todos los pagos de alquileres, hipotecas y deudas estudiantiles, así como el reembolso por parte del gobierno de todos los gastos de atención sanitaria asociados con el virus.

“El paso más importante en este momento es el aplazamiento de la deuda”, dice el experto en crédito Richard Vague, quien ha estudiado las consecuencias de las crisis financieras anteriores. “No creo que esto vaya en detrimento de la economía a largo plazo”.

Cuando se trata de rescates corporativos, las pequeñas y medianas empresas deberían ser las primeras. Más del 96 por ciento de ellas dicen que ya están sufriendo el impacto de Covid-19, y más de la mitad afirma que no podrán mantener sus negocios durante más de tres meses en la situación actual, según una encuesta de Goldman Sachs.

Deberían recibir subvenciones, no préstamos. Muchas ya estaban operando con márgenes muy estrechos y no pueden sobrevivir una carga de deuda adicional. Estas pequeñas y medianas empresas, que representan el 83 por ciento de las nóminas de EEUU, deberían ser las primeras. A diferencia de las grandes compañías, sus gastos de capital también han aumentado en los últimos años. Éstas son las empresas que tenemos que salvar ahora.

En ese sentido, a los legisladores debería avergonzarles que el proyecto de ley de ayuda del virus aprobado por el congreso sólo requiere que las empresas más pequeñas — no las grandes empresas — les proporcionen a los trabajadores licencia pagada por enfermedad. En la medida en que Washington otorgue rescates corporativos, no debe permitir que las grandes compañías se salgan con la suya y abandonen a sus empleados.

Si estas compañías quieren dinero del gobierno, también necesitan proteger a sus trabajadores. Washington también debería considerar tomar participaciones accionariales en dichas compañías. A diferencia de los rescates bancarios de hace 12 años, debemos socializar no sólo las pérdidas sino también las ganancias.

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