Por qué tiene sentido preocuparse por la basura espacial

El espacio (Foto Shutterstock )

La basura en el espacio provoca colisiones y causa la caída de chatarra sobre la Tierra.

A finales del año que entra, el primer laboratorio espacial chino caerá sobre la Tierra. La mayor parte de Tiangong-1, que significa “palacio celestial”, se quemará al reingresar en la atmósfera. La agencia espacial de China ha afirmado que emitirá advertencias cuando se acerque el momento si se piensa que el palacio cósmico caduco de 8.5 toneladas puede amenazar a otros satélites.

Tiangong-1 es uno de 18,000 objetos originados por el hombre, que se pueden monitorear, que vuelan alrededor de la Tierra a una velocidad de 28,000 km/h. Sólo unos cuantos siguen funcionando; más del 90 por ciento, incluyendo satélites caducos e impulsores descartados, se consideran basura espacial.

Algunos satélites son dirigidos hacia nuevas órbitas conocidas como órbitas cementerio cuando dejan de ser viables; otros se han quedado sin energía y están fuera de control, destinados a circundar la Tierra como reliquias fantasmagóricas hasta que un impacto o el roce de la atmósfera alteren su rumbo.

Los investigadores estiman que hay 700,000 objetos de al menos 1 cm de largo, que son demasiado pequeños para ser monitoreados por la Red de Vigilancia del Espacio (SSN, por sus siglas en inglés) pero que tienen la capacidad para chocar con otros objetos, incluyendo con la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés).

Entre más basura espacial haya, hay mayores posibilidades de que haya una colisión, lo cual creará aún más cascadas de basura.

Existen peligros adicionales que pueden ser causados por la caída de basura espacial sobre la Tierra. Se sospecha que en noviembre cayeron los restos de un satélite chino sobre una mina de jade en Myanmar. Al parecer no hubieron heridos.

El año que entra se realizarán varios esfuerzos independientes para solucionar el problema de la basura espacial. El Centro Espacial de Surrey, basado en la Universidad de Surrey en el Reino Unido, probará su tecnología Remove DEBRIS, diseñada para ser un servicio de bajo costo para recoger la basura extraterrestre.

Una tecnología que se está explorando se trata básicamente de una red de pesca diseñada para capturar la basura espacial y jalarla hacia la Tierra, permitiendo que se queme en la atmósfera. La misión de Surrey también probará una “vela de arrastre” la cual se conectará con las piezas más grandes de basura espacial. La vela será impulsada por la radiación solar que empujará el objeto conectado hacia la Tierra, y a un final similarmente ardiente.

La agencia espacial de Japón también está abordando el tema de la basura espacial. Este mes lanzó un “anclaje electrodinámico” de 700 metros diseñado para impulsarse a través del campo magnético de la Tierra. Las fuerzas generadas por el anclaje están diseñadas para empujar la basura hacia la Tierra, donde la atmósfera nuevamente deberá carbonizar la chatarra.

Mientras tanto, la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) ha iniciado una iniciativa llamada Clean Space, cuyo objetivo principal es lanzar una misión en 2023 para capturar un satélite caduco y conducirlo hacia la atmósfera para ser quemado. La ESA es propietaria de unas de las mayores piezas de basura espacial: un antiguo satélite de monitoreo llamado Envisat que es del tamaño de un autobús escolar.

Si no se realiza una limpieza del espacio, el pasado amenazará el futuro. El próximo año marcará el 60 aniversario del inicio de la era espacial, que comenzó con el lanzamiento soviético de Sputnik I, el primer satélite artificial.

Actualmente nuestro planeta es orbitado por satélites diseñados para comunicaciones, navegación, teledifusión, pronósticos meteorológicos, vigilancia del clima y propósitos militares. La vida moderna depende de ellos. Recientemente Boeing y SpaceX solicitaron un permiso para lanzar “mega constelaciones” de miles de satélites que volarían alrededor de la Tierra en una órbita terrestre baja para suministrar banda ancha por satélite.

Pero lo viejo no está cediendo su lugar para acomodar a lo nuevo: los nuevos satélites vuelan entre los cadáveres y las piezas descartadas de sus predecesores. Las reglas recomiendan que los satélites que orbitan a alturas inferiores a 2,000 km (es decir órbita terrestre baja) deben ser desorbitados 25 años después de que dejen de funcionar, pero hay un vacío donde debería de existir un organismo regulador espacial.

Varias agencias — la ESA, NASA, el Mando Espacial de la Fuerza Aérea, la Autoridad Federal de Aviación y la Unión Internacional de Telecomunicaciones — están preocupadas por el problema pero hay una falta de claridad legal sobre quién tiene la responsabilidad por el daño causado por la basura espacial.

China empeoró el problema cuando llevó a cabo un ensayo de armamentos durante el cual disparó un misil hacia uno de sus satélites caducos. El blanco se fragmentó formando una enorme nube detectable de basura que ondeaba en una órbita terrestre baja, amenazando la seguridad de los astronautas en la ISS. El principal experto sobre basura espacial de la NASA dijo que el ensayo antisatélite había sido “la fragmentación más seria y prolífica que había habido en 50 años de operaciones espaciales”.

Ese mismo año, la Asamblea General de la ONU endosó las directrices de mitigación de basura espacial escritas por su comité para el uso pacífico del espacio ultraterrestre. La mayoría de agencias espaciales nacionales las han aceptado pero el cumplimiento es voluntario.

Hay una conciencia cada vez mayor de que no sólo somos responsables por nuestro planeta sino por lo que hay sobre él. Por eso debemos replantear el tema de la basura espacial como una tragedia de los comunes. En lugar de ser un problema de nadie, se debe convertir en un problema de todos, o nuestro planeta tal vez deje de existir en el espacio.

Por Anjana Ahuja (c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved