Los escollos del campo dominicano

Un agricultor trabaja en un proyecto de cultivo. (Pedro Bazil)

Texto: Kirsis Díaz / Fotos y video: Pedro Bazil

Este reportaje forma parte de una serie de tres entregas en las que se pone en contexto el trabajo que se realiza en el campo dominicano donde encontramos cómo los bajos salarios golpean a los obreros de la agropecuaria y a productores y exportadores que hacen frente a situaciones como los cambios de las condiciones climatológicas y los financiamientos limitados para mantener su producción.

SANTO DOMINGO. El trabajo en el campo, tan antiguo como la cultura nacional, mantiene innumerables retos. No han bastado las 203 visitas a 1,567 proyectos realizadas por el presidente Danilo Medina en el territorio dominicano. Tampoco la inversión de más de RD$33 mil millones ejecutada en los últimos seis años. Falta más.

En las actividades agrícolas y agrónomas de República Dominicana hay 177,799 productores y más de 30 millones de tareas de tierra dedicadas a la agropecuaria. Solo el sector agrícola representa alrededor del 6.5% del Producto Interno Bruto (PIB), constituye cerca del 21% del ingreso por exportaciones y más del 31% del empleo nacional. El país tiene el potencial para producir cacao, banano, habichuelas, café, aguacate y hacer otros cultivos.

Aunque el gobierno dominicano declaró mediante el decreto 437-17, el 2018 como Año del Fomento a las Exportaciones, las quejas de los productores denotan que es necesario continuar desarrollando nuevas políticas para el campo con miras a aumentarlas.

Los cambios de las condiciones climatológicas forman parte de los principales retos del sector. El país experimenta episodios de sequía tan intensos como las precipitaciones que se han duplicado en los últimos 40 años y con ellas las amenazas al sector.

Desde hace dos décadas, la nación se encuentra dentro de los diez países del mundo más afectados por eventos climáticos extremos, por lo que desde 1997 a 2016 ha perdido más de US$243 millones, según elGlobal Climate Risk Index 2018.

Un informe reciente del Banco Central República Dominicana (BCRD) reporta que la tasa de crecimiento por actividad económica en el sector agrícola se desaceleró durante el primer trimestre de 2018 en comparación con 2017. De enero a marzo del 2017, tuvo un incremento de un 9.5 %, mientras que en el periodo de 2018 se redujo el ritmo de crecimiento a un 5.4 %.

Se estima que, en conjunto, las lluvias de noviembre de 2016 a abril de 2017, y los huracanes Irma y María, provocaron pérdidas ascendientes a unos RD$49,837.41 millones, equivalentes a US$1,044.37 millones. Esta merma representa un 7.98% del gasto público presupuestado para 2017 y el 1.5% del PIB de 2016. Del total perdido, RD$4,993.14 millones corresponde a la agricultura.

Solo las inundaciones dejadas por el huracán María afectaron 790,781 tareas de cultivo. Las producciones más laceradas fueron el banano, arroz, pasto para ganadería y cacao y estuvieron centradas en Mao, Montecristi, La Vega, Moca, Espaillat, Nagua, Samaná, Sánchez Ramírez y Bajo Yuna.

En 2010, varias regiones agrícolas reportaron graves pérdidas debido a las severas condiciones de la sequía. Durante este evento la producción a nivel nacional disminuyó entre 10 y 15%.

Aunque las variaciones en las condiciones climáticas son el mayor riesgo que enfrentan los productores, hay otros elementos que también ponen en peligro la armonía de la producción en el campo y en la elaboración del banano y el cacao orgánico, ambos líderes mundiales de exportación, este medio identificó varios de ellos.

Banano: líderes a tropezones

La República Dominicana es el mayor productor mundial de banano orgánico, representando más del 55% de la producción mundial de este rubro. A pesar del título, los productores se quejan del escaso apoyo que reciben de un Estado al que ven como enemigo, y enumeran los motivos.

1. El Código de Trabajo les exige un 80-20 (mayoría de empleados dominicanos y minoría haitianos) que no pueden cumplir: “Si llega un inspector del Ministerio de Trabajo y ve que estás violando esta parte de la ley nos aplica una multa de 10 a 14 salarios mínimos, aproximadamente 95 mil pesos, o el inspector nos dice que podemos resolverlo con dinero por debajo”, revela un productor de banano de quien omitimos su nombre.

Desde su finca en Mao, Valverde, explica que se les hace difícil cumplir la cuota porque los dominicanos no quieren trabajar en el campo, por lo que necesariamente han debido emplear haitianos, su principal mano de obra. La otra opción sería parar la producción del rubro.

Productores y trabajadores del campo

Bajo el intenso sol de las 2:30 de la tarde, un grupo de obreros carga carretillas de cacao en una exportadora ubicada en Hernando Alonso, Villa Las Matas, provincia Sánchez Ramírez. Entre ellos un joven de 35 años. El sudor corre por su delgado rostro.

La carga, calculan los otros obreros que le acompañan, pesa unos 50 kilogramos -125 libras- que levanta con sus 127 libras. Aunque terminó la secundaria, trabaja desde hace tres meses en esta exportadora de cacao. Allí todos los días de 7:30 a 6:30 espera el cobro de los RD$9,000.00 que devenga al mes. RD$12,000.00 fue el sueldo más alto encontrado entre los obreros del cacao. Con este sueldo, el joven intenta cubrir sus necesidades económicas y las de su esposa embarazada. Su otra función es lavar desde arriba los techos de los túneles que cubren el cacao de exportación de las lluvias.

“Me amarro la manguera a la cintura y trepo con cuidado hasta arriba”, dice mientras por el lado pasa en un productor de cacao montado en un viejo motor.

¿Es rentable producir cacao?, se le pregunta al productor. “No se puede vivir solo de eso”, responde. Su respuesta coincide con la de otros productores del sector.

Roberto Rodríguez posee 181 tareas para la siembra de este rubro. Se queja de que tras 18 años de producción, este es el año que ha debido vender el quintal más económico.

“Vendemos el cacao a los exportadores, con ellos hice un acuerdo verbal para que lo compren a 4,300 pesos el quintal. Es un monto muy barato, no compensa, pero qué voy a hacer”, manifiesta el hombre de 47 años. En años anteriores ha vendido el quintal de cacao en RD$5,500.

Por año invierte unos RD$190 mil para mantener su producción anual de 181 quintales.

“Tenemos que chapear la finca con regularidad, por eso pagamos la mano de obra a RD$500 más comida al día, la misma cantidad pagamos por la poda de matas. Preferimos utilizar dominicanos para hacer este trabajo, aunque hay compañeros que ponen haitianos a trabajar y les pagan RD$400”, detalla.

Así como en la producción de banano, los productores de cacao enfrentan grandes dificultades para mantenerse en el negocio. Hablan de los escasos financiamientos, pues los que existen son bajos y están dirigidos a la comercialización a corto plazo.

“Necesitamos una intervención a largo plazo para la mejora de las infraestructuras para los manejos de pos cosecha. El país pierde una gran producción de cacao a la que no puede dársele un buen trato en el manejo y tiene que irse como cacao de mala calidad al mercado internacional”, agregó Jesús Mosquea, productor y exportador.

Todos los rubros se enfrentan a diferentes enfermedades. En el caso de la producción de cacao uno de los problemas es el ataque de ratas, incidencia de males como la podredumbre negra de la mazorca, y ataques de pájaros carpinteros. Se estima que cerca del 25% de la producción total de cacao se pierde cada año en el país debido a los efectos combinados causados por estas plagas y enfermedades, según informes del Banco Mundial.

Otros factores que limitan la producción de este producto son las relacionadas al mal manejo de la sombra de los árboles y la selección inadecuada de las variedades de cacao que son más susceptibles a las enfermedades y/o producen menos.

En la imagen unas mazorcas de cacao enfermas producto de las intensas lluvias.

Danilo muestra a la prensa su producción de cacao. Dice heredó el oficio de sus padres.

Juan Peña, apodado Danilo, mostró a este medio su finca sembrada de cacao y las mazorcas enfermas debido a los continuos aguaceros. Al día siguiente debía cortarlas para evitar el contagio al resto de la plantación.

“Yo tengo toda mi vida en la producción de cacao y puedo decir que los precios, las lluvias y con ellas las enfermedades de las mazorcas son los riesgos que tenemos. Siempre uno queda debiendo. Hay año que pasamos recogiendo mazorcas pero hay otros que nada más son cuatro meses. Ahora tuvimos una cosecha buena, pero entonces se han muerto la mayor parte por los aguaceros”, precisa el hombre que ha dedicado 32 años de su vida a producir en el campo dominicano.