Reemplazo de motores

Tomando como ejemplo que los automóviles, aviones y trenes necesitan tener un motor que les de la fuerza para avanzar, es común decir que las economías deben tener uno o varios sectores dinámicos que las impulsen hacia adelante.

En nuestro país, el motor fue durante años la industria azucarera, siendo ésta después complementada y desplazada por la sustitución de importaciones, el turismo, el oro, el gasto público, las zonas francas y las telecomunicaciones.

China pasa ahora por una etapa de sustitución y diversificación de motores. Su gran crecimiento económico de los últimos quince años descansó sobre el desarrollo de las exportaciones.

Atraídos por los bajos salarios y los incentivos del gobierno, inversionistas extranjeros, primero de Asia y después de todas partes del mundo, crearon conglomerados industriales en polos costeros establecidos por las autoridades nacionales y regionales.

De bajo costo y calidad, los productos chinos capturaron los mercados internacionales, y en todo ese proceso la inversión pública actuó como un motor secundario, de apoyo a las exportaciones.

A medida que el desarrollo industrial avanzaba, una gran demanda de terrenos, apartamentos y locales para oficinas y comercios hizo que sus precios se multiplicaran, dando origen a una burbuja inmobiliaria que preocupó a las autoridades.

Las exportaciones ahora están creciendo más lentamente, el auge inmobiliario ha sido frenado por el gobierno y la demanda interna de consumo no puede todavía llenar el vacío.

Aunque la economía creció al 7.3% anual en el tercer trimestre, la expansión está declinando y se requiere de otro motor que la empuje.

Con ese fin, el gobierno chino anunció el sábado pasado proyectos de infraestructura por más de US$110 mil millones, incluyendo 16 ferrocarriles y cinco aeropuertos para que actúen como un motor primario. Cuando de China se trata, los motores no pueden ser chiquitos.