Escuchar y hablar

La edad me ha enseñado que a veces es mejor callarse. Por mi efervescente personalidad solía decir en voz alta toda idea que me cruzaba por la cabeza, incluso aquellas que se saltaban esa parte e iban directas a la boca. Ahora no. Hay personas con las que no se puede razonar, otras que no quieren escuchar, aquellas que sólo se oyen a sí mismas, y luego con las que sí hablo: aquellas que escuchan, razonan y hablan.