Al rescate de don Antonio Imbert Barrera: familias italianas al servicio de la nación

Extracto de Antonio J. Guerra Sánchez, presidente del Patronato del Archivo General de la Nación, contenido en el libro “El Legado Italiano en República Dominicana. Historia, Arquitectura, Economía y Sociedad”

Los esposos Mario?Cavagliano?Broglia?y?Dirce?Strozzi?de?Cavagliano, diplomáticos italianos que dieron protección a varios políticos dominicanos. (Antonio Guerra )

Por el 1960 residía en la calle Caonabo #45 de Santo Domingo el señor Antonio Cosme Imbert Barrera, natural de Puerto Plata. De vecino estaba el señor Francisco (Queco) Rainieri Franceschini, nacido en Bologna, Italia, en 1904, hijo de una familia italiana asentada también en Puerto Plata.

Una amistad que se prolongaría por siempre entre ellos y sus descendientes. Cabe señalar el parentesco colateral entre la familia Imbert y la familia Rainieri resulta del matrimonio de una hermana de don Queco, Yolanda Celia Rainieri Franceschini, quien se casó con Enrique Manuel Imbert Peralta, primo hermano de don Antonio Imbert.

Don Queco contrajo matrimonio con Venecia Margarita Marranzini Lepore, natural de San Juan de la Maguana e hija de italianos procedentes de la región de Avellino, Campania. Esta familia conocía de manera parcial detalles de los eventos que a continuación narramos. Don Antonio Imbert, previo a estos eventos, les pidió que cuidase de su familia, en caso de él encontrarse ausente.

Un hecho transcendental que marca un antes y un después, en la historia del siglo XX de la República Dominicana fue el ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina la noche del 30 de mayo de 1961. Entre los conjurados se encontraba el posterior general Imbert Barrera, herido en esa noche memorable. Le tocó esa misma noche al doctor Manuel Antonio Durán Barrera, primo hermano de don Antonio, curar sus heridas en su casa ubicada en la calle Cayetano Rodríguez #18, a dos cuadras de la avenida Máximo Gómez, en donde estaba la sede de la Secretaría de Educación.

Después de ser curado, el doctor Durán lo llevó donde su cuñada la doctora Gladys de los Santos Noboa, quien residía a poca distancia, en la calle Santiago #15; allí amaneció el día 31 y pernoctó esa noche, nuevamente.

Muy temprano en la mañana del 1 de junio, le pidió que lo llevara a la calle Santiago, cerca de la Secretaría de Educación; desde ahí, se fue caminando hasta la casa de Julián Suero, y de su esposa, Dolores Marranzini Di Piano, quien era prima de Venecia Marranzini, esposa de don Queco Rainieri; allí se les apareció de improviso. La casa de los Suero Marranzini estaba en la Elvira de Mendoza #17 de Santo Domingo, a tan solo dos cuadras de la Máximo Gómez.

Y es aquí donde hacemos un paréntesis, para indicar lo que textualmente nos relata Frank Rainieri Marranzini, hijo de don Queco Rainieri, destacado empresario y hombre de bien, que además de escuchar la historia de su padre, vivió esta experiencia:

«Vivíamos en la Caonabo a cuatro casas de distancia. Mi padre estaba al tanto del plan de ajusticiamiento de Trujillo en curso. El domingo 28 de mayo del 1961, día de las madres, estuvieron en casa tío Julián Suero Moquete y tío Antonio Imbert, entre otras familias. Ese día, tío Julián habló del tiro de arroz que venía desde San Juan de la Maguana a su almacén en la vecindad del Mercado Modelo.

La noche del 30 de mayo, tío Antonio llegó a casa alrededor de las 6:30 para decirle a mis padres que sería esa noche. Papá había quedado en cuidar a sus hijos Tony, Leslie y Oscar. Cerca de las 11:00 p.m. tío Antonio llamó a papá para informarle que ya habían cumplido. Papá y mamá cruzaron a la casa de tía Guachy.

Tía Guachy se encontraba en ese momento con doña Urania, la de Salvador, con los niños, Luichi y su hermanita, e iban a llevarles ropa a los ajusticiadores que las tenían ensangrentadas, donde el doctor Durán. Papá bajó caminando a las oficinas de la Cancillería de la delegación italiana. Detrás de estas oficinas, vivían Mario y Dirce.

Papá encontró a Trotti, el ministro consejero, en una mecedora borracho con una señorita, por lo que optó por retirarse. Papá era cónsul honorario, pero no tenía inmunidad ni placa diplomática, ni nada de eso.

Cuando regresó, tía Guachy había decidido que esa noche los muchachos se iban a quedar en su casa, pues ya Oscar estaba durmiendo. Al día siguiente, 2 de junio, mamá los va a buscar y Leslie, Oscar y Tony van a dormir a casa.

Al rescate de don Antonio Imbert Barrera: familias italianas al servicio de la nación

Los detalles del día que llega tío Antonio a donde tío Julián los conservan Camilito Suero y Rhina en los expedientes del Archivo General de la Nación, que se los enviaron el año pasado. Tío Antonio pretendía llegar a la frontera con Haití en uno de los camiones de tío Julián. Como no resultó esto posible, tío Antonio le pidió a tío Julián que hablara con papá. Tío Julián fue a casa y papá le dijo que regresara a las 3 p.m.

Papá fue donde Mario Cavagliano y le pidió que escondiera a tío Antonio como había hecho con Yuyo D’Alessandro. Mario le contestó junto a Dirce: “Señor cónsul, ¡lo que usted desee!”. A todo esto, Antonio Imbert nunca había tan siquiera visto a Mario.

Papá le dijo a tío Julián que no encendiera la luz de la galería ni de la marquesina y que a las 7:00 p.m. en punto iba a entrar a recogerlo. Así lo hizo.

_____________

Puede seguir leyendo el artículo completo consultando la página Ciaosantodomingo.com

Periódico líder de República Dominicana centrado en las noticias generales y el periodismo innovador.