Penas y amores de los valientes líderes de la separación dominicana

Persecuciones, condenas, exilios y decepciones marcaron a los héroes

El héroe le toca la guitarra a una joven. Recreación del Museo de Cera Juan Pablo Duarte.

SANTO DOMINGO. Las notables vidas de los principales héroes que lucharon por la liberación dominicana del dominio haitiano estuvieron marcadas por el infortunio, las precariedades, las decepciones, los amores y “desencuentros”.

No obstante, fueron hombres tenaces que se empeñaron en hacer realidad sus ideales libertarios en condiciones adversas.

Aunque muchos otros se afanaron porque la parte Este del Santo Domingo español se separara de Haití la historia ha reservado posiciones relevantes a Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez, considerados padres de la patria dominicana, hombres de carne y hueso que cosecharon triunfos y fracasos.

Pedro Santana, del bando conservador, quien luego de la Independencia Nacional gestionó un protectorado de Francia y años después propició la Anexión a España, también forma parte de las figuras destacadas de las refriegas libertadoras, abatidas por la adversidad.

Pero ¿cómo eran y cuáles fueron las difíciles situaciones que enfrentaron estos titanes del siglo XIX en determinados momentos de sus singulares existencias?

Duarte y sus martirios

Soto Jiménez manifestó, asimismo: “Duarte fue un hombre en el sentido normal de la palabra: enamorado, amante y suponemos que apasionado. No procreó descendencia conocida, porque como otros grandes auténticos revolucionarios, consagró su vida a la causa nacional, la que absorbió sus otros aspectos familiares”.

Con 30 años, en 1843, Duarte laboraba como comerciante en un negocio de venta de artículos para buques y quincallería de su padre, situado en La Atarazana, próximo a la Puerta de San Diego, en el puerto de Santo Domingo. El héroe era culto, un gran lector y escribió varios poemas, entre ellos “La cartera del proscrito”.

En su obra “Vicisitudes de Juan Pablo Duarte”, el historiador Juan Daniel Balcácer escribe que el patricio, “... al igual que sus compañeros de partido, fue victimizado desde los inicios de la República, mediante la Resolución núm. 17 de la Junta Central Gubernativa, que lo condenaba al ostracismo de por vida, con órdenes de ser fusilado en caso de ingresar al territorio nacional”.

Además, recuerda que el 10 de septiembre de 1844, “humillado, engrillado y confinado en La Torre del Homenaje”, Duarte fue embarcado hacia un nuevo exilio de 20 años que vivió en Venezuela. En esa nación murió el 17 de julio de 1876, a causa de una tisis severa, con 63 años de edad.

Balcácer rememora que el revolucionario fue objeto de inmerecidos infundios y calumnias desde antes de cristalizarse el movimiento político por el cual sacrificó su juventud y el bienestar de su familia y que esa campaña de descrédito se inició en Santo Domingo, a mediados del 1843, y fue promovida por “un reducido círculo de compatriotas cuya cosmovisión de los acontecimientos divergía sustancialmente de la concepción política preconizada por Duarte y sus correligionarios”.

El héroe era un ser carismático, que consiguió darle dirección y propósito a un grupo de jóvenes valerosos. Compartió los conocimientos adquiridos en sus estudios particulares y durante sus viajes a los Estados Unidos y a Europa, e impartió gratuitamente clases de matemáticas, latín, esgrima y tiro. El patricio, quien poseía formación militar, era un luchador. Sus afanes patrióticos le produjeron innumerables sufrimientos y llevaron a la pobreza a su familia, pues invirtió sus bienes en la lucha independentista.

Desventuras de Mella

A Matías Ramón Mella se le considera una de las figuras más importantes de las luchas independentistas. Tenía 28 años cuando desempeñó un papel protagónico la noche de la proclamación de la Independencia, ya que disparó el emblemático trabucazo que selló el nacimiento de la República Dominicana.

Antes, a los 20 años, contrajo matrimonio con Josefa Brea, compañera en las luchas patrióticas, y con ella procreó cuatro hijos: Ramón María, Antonio Nicanor, María América e Idelfonso. Para sustentar a su familia se dedicaba al corte de caoba, primero en San Cristóbal y luego en Puerto Plata.

En los aprestos separatistas, Duarte le encargó a Mella viajar a Les Cayes, en Haití, para hacer una alianza entre los trinitarios y reformistas haitianos, que buscaban derrocar al presidente Jean Pierre Boyer, finalmente depuesto en marzo de 1843.

Mientras laboraba a favor de la independencia, Mella fue hecho prisionero en Cotuí por el general Herard. Fue puesto en libertad a finales del año 1843

Luego de la proclamación de la independencia, Mella (1816-1864) organizó la región cibaeña para oponerse a los posibles ataques haitianos y partió hacia el Sur para incorporarse a las filas de los combatientes.

Previamente, firmó el manifiesto del 16 de enero de 1844, llamado también Acta de Separación.

Después de que los haitianos se retiraron, el hijo de Antonio Mella y Francisca Castillo volvió al Cibao y el 4 de julio proclamó a Duarte presidente de la República, para evitar que ocupara el poder alguno de los llamados afrancesados, partidarios del colonialismo, por lo cual fue expatriado por Pedro Santana hacia Europa. Después se estableció en Puerto Rico y no volvió al país hasta 1848.

A su regreso al suelo dominicano, este hombre de acción se sumó a las luchas entre las facciones conservadoras y respaldó a Santana, con el que rompió relaciones después, entre otras razones debido al interés del caudillo de que se produjera la Anexión a España. El nacionalismo del prócer se reafirmó cuando apoyó a los restauradores en 1861, con los que combatió para expulsar a los españoles como antes lo había hecho contra los haitianos.

Penurias de Sánchez

Como un “adalid” de las luchas nacionales en el siglo XIX describe el historiador Roberto Cassá en su obra “Padres de la Patria” a Francisco del Rosario Sánchez, arrojado mulato que batalló intensamente por la libertad.

Por sus esfuerzos, la historia ha ubicado en un lugar elevado a este compañero confiable y solidario de Duarte.

Cassá señala que Sánchez se contó entre los pocos fundadores de la sociedad La Trinitaria que no era de color blanco. De origen humilde, pudo ascender socialmente por la ubicación urbana de sus padres, Narciso Sánchez y Olaya del Rosario, y su dedicación y entereza.

Su educación, esmerada para la época, fue orientada por su madre y su tía María Trinidad Sánchez, heroína de febrero. Autodidacta, aprendió inglés e hizo estudios de la Biblia, latín y filosofía. Luego se convirtió en abogado.

En el 1859, por discrepancias políticas con el presidente Buenaventura Báez se exilió en Saint Thomas y en esa isla vivió privaciones y estuvo en un estado de casi indigencia.

A Sánchez (1817-1861) se le atribuye la planificación y ejecución de la declaratoria de la independencia el 27 de febrero de 1844. Debido a que Duarte tuvo que salir del país para preservar la vida, el patriota lideró el movimiento triunfador.

Luego de ser exiliado en agosto de 1844, cuando fue declarado “traidor a la patria”, Sánchez se radicó en Curazao y allí se casó con Leoncia Rodríguez, con la que tuvo una hija, Leoncia, antes de que falleciera. Al volver al país en 1848, restableció relaciones con su antigua novia, Balbina Peña, con quien se mantuvo unido hasta su muerte. Con esta señora procreó a Juan Francisco y a Manuel de Jesús.

Sánchez fue un padre prolífico. Engendró varios hijos con varias mujeres. La primera fue Felícita Martínez, con quien tuvo a Mónica. Luego, con María Evarista Hinojosa procreó a María Gregoria (Goyita). Posteriormente, con Mercedes Pembrén Chevalier concibió a Petronila.

Con la amnistía dispuesta por el presidente Manuel Jimenes, Sánchez en 1848 pudo regresar al país, luego de su destierro, y en la siguiente década desempeñó diversos cargos públicos.

En 1861, a los 44 años, el prócer fue fusilado el 4 de julio en El Cercado, San Juan de la Maguana, como consecuencia de su lucha contra la Anexión de la República Dominicana a España.