Redes sociales y pantallas: beneficios y daños

Por las redes sociales podemos hacernos una idea del tipo de sociedad en que vivimos, de su nivel de escolaridad y sus valores, de cómo la gente usa o estropea el idioma. Y, si la información que nos ofrecen los medios tradicionales de comunicación son creíbles, como es nuestro caso, las personas podemos informarnos más rápido y objetivamente. Eso es bueno.

Sin embargo, existe el riesgo de adicción en jóvenes y adultos a las redes sociales y pantallas, y que nuestro ejemplo induzca al niño a lo mismo. La Academia Americana de Pediatría y los pediatras en general recomendamos no permitir pantallas (TV, teléfonos inteligentes, tabletas) a niños por debajo de los 4 años, y, después de esa edad, por no más de 30 minutos y con su supervisión. Estos dispositivos en lugar de activar el intelecto del niño, lo aísla de las personas y del medio que le rodea. ¿Qué recomendamos?, que el niño interactúe con otros niños y adultos, que aprenda a conocer a las distintas personas y a ellos mismos, lo que le servirá en el desarrollo de su personalidad y en un mejor conocimiento de sus semejantes con los que siempre tendrá que interactuar.

Desde su nacimiento el niño debe ser estimulado, y desde los primeros meses con lecturas, cuentos, historias reales o inventadas en la voz de sus padres, abuelos y hermanos mayores, que son las voces que él quiere y necesita oír. Llevarlo al parque, al campo, y enseñarle las aves y otros animales, las plantas y las flores por sus nombres etc. Esos son los estímulos que verdaderamente le ayudarán en su desarrollo, le irán enseñando a respetar y amar la biodiversidad y a manejarse en la vida.

Ahora, la nueva tecnología, que es buena, amenaza con alterar las relaciones sociales y naturales de la familia, que se puede manifestar en la edad pediátrica con sedentarismo, sobrepeso y trastornos de la personalidad. Sin oponernos a los avances de la ciencia y tecnología, actuemos con tal moderación y equilibrio que estas cosas no sucedan a nuestros hijos.

El autor es pediatra. Puede hacer sus preguntas por email a marcosdiazguillen@gmail.com