15 razones para empezar a correr

“¿Qué pasaría si todo el país corriera?”, me pregunté un día después de terminar un entrenamiento en un estado de euforia, ese estado de alegría y efervescencia en que quedamos los corredores después de terminar una carrera. Pues bien, aquí comparto lo que me respondí: 15 razones que van mas allá del acondicionamiento físico.

1 Todo el mundo sería puntual. Las carreras no esperan. Si están convocadas para las 5:30 de la madrugada, empezarán a las 5:30 a.m. y no esperarán siquiera un segundo a nadie. Los entrenamientos, por igual. Si lo haces en grupo, podría ser que te esperen 10 minutos, a lo sumo. Y es mejor que estés a tiempo, porque cuando te toca un entrenamiento de larga distancia, no es fácil correr más de 15 kilómetros en la absoluta soledad. Correr crea un hábito de puntualidad, de manera que si todo el país corriera, sería una excelente forma de combatir la impuntualidad, ese mal que nos hace perder tanto tiempo, dinero y buen humor, y revela tanta desconsideración por el prójimo, por quien espera.

2 Celebraríamos los esfuerzos y no solo los logros. Las personas acostumbramos a celebrar las metas alcanzadas. En el running también, y, además, celebramos los esfuerzos, los propios y los ajenos, independientemente de que se alcancen las metas. No es que seamos indulgentes ni condescendientes. Los corredores somos duros en el asfalto y nos exigimos, pero somos empáticos en el reconocimiento y la celebración tanto de los logros como de los esfuerzos, que es otra forma de fortalecer la autoestima.

3 Nuestra cultura sería más horizontal. En el asfalto todo el mundo es igual. Tengo amigos corredores que trabajan en una misma empresa, y recientemente oí a uno de ellos decirle a otro: “jefe, tal y cual cosa”. No fue hasta ese momento cuando me enteré que uno era el supervisor del otro en la empresa, a pesar de tener un año corriendo con ambos. En un país con una cultura tan jerárquica como el nuestro, con un elevado Índice de Distancia al Poder, conviene achatar las pirámides para constituirse en equipos. En el running, donde todo el mundo está sudando, jadeando, dándolo todo, dejando la piel en la pista, las jerarquías se olvidan, dando paso a un espíritu de camaradería que elimina las barreras entre los seres humanos.

4 La gente sería más alegre. Es más o menos ampliamente conocido que cuando la gente corre segrega una mayor cantidad de dopamina, serotonina y oxitocina, sustancias todas relacionadas con el buen humor, el gozo, el orgasmo, el amor y la confianza. ¿Conoces tú un corredor malhumorado? Yo no.

5 Mejoraría la vida de alcoba. No leído sobre esto, pero para mí está clarísimo que correr eleva la libido, aumenta la resistencia física en la intimidad y dilata la eyaculación. ¿Demasiado información? Que me disculpen los puritanos. Y a propósito de indiscreciones, alguna corredora me ha confesado que luego de entrenar llega a su casa hecha una fiera.

6 Consumiríamos menos Prozac. Numerosos estudios han documentado cómo el running ayuda a combatir la ansiedad y la depresión, incluso cuando estas son crónicas y graves. Decía el humorista Jerry Lewis que nadie puede odiar mientras ríe. Lo mismo digo, nadie está triste mientras corre. Los problemas se quedan fuera de la pista.

7 Descansaría “la loca de la casa”. El cerebro necesita vaciarse para descansar y poder retomar con más foco nuestras actividades intelectuales productivas. El running te ayuda a vaciar el cerebro, como todas las actividades deportivas, pero esta es la que más me ha funcionado (nado, corro y hago ejercicios de fortalecimiento). Darle un respiro a la “loca de la casa” es, también, una alternativa altamente efectiva contra el estrés.

8 Mejoraríamos nuestra memoria e inteligencia. Según múltiples estudios, los corredores son más inteligentes y tienen mejor memoria, porque hacen más cone-xiones neuronales. Bueno, la mayoría de estos estudios se han hecho con ratones, y a aquellos a los cuales se les ha inducido a correr hacen más conexiones cerebrales que aquellos que han sido mantenidos sedentarios como grupo de control.

9 Tendríamos mayor fortaleza mental. Después de 20 kilómetros, el corredor empieza una batalla mental. La “loca de la casa” empieza a decirte que ya no puedes más, que te vas a desmayar, que ya no puedes respirar, que te estás deshidratando o, simplemente, qué te estás aburriendo, pero tú “never, never, never give up”, como dijo Churchill, hasta llegar a la meta. Es decir, dominas la mente y le ordenas al cuerpo que siga, y él sigue hasta terminar. Cuando dominas la mente, logras fortaleza mental.

10 Seríamos una sociedad más cosmopolita. Hay seis grandes maratones que se hacen a lo largo del año en diferentes ciudades del mundo: Tokio, Berlín, Nueva York, Chicago, Londres y Boston. Al principio, cuando empiezas a correr, piensas, por lo menos así lo hacía yo: “Ni loco me gasto toda esa plata para correr fuera del país. Hay que estar loco para hacerlo”. Pues, poco a poco, con el contagio y el entusiasmo del grupo, te vas metiendo en la dinámica, y haces un maratón y luego quieres hacer otro y otro y otro... En marzo del año pasado corrí el famoso Medio Maratón de Nueva York (21 kilómetros) y seis meses después el célebre Maratón de Berlín (42 kilómetros y 195 metros) y, ya que había cruzado el charco, me dije, “Why not?”, porqué no conocer como turista no solo Berlín, sino también Praga y Viena, y así lo hice. ¿Y saben qué? No sólo me encantaron esas ciudades, sino que regresé apreciando más República Dominicana, luego de estar en los espacios de violencia e intolerancia que han marcado la historia milenaria de la ahora civilizada y pacífica Europa.

11 Correr promueve la equidad de género. Las estadísticas demuestran que hay muchas, muchas, muchas más mujeres que hombres corriendo, muchas, muchas, muchas más mujeres que hombres llegan a la meta y ellas sufren menos lesiones que nosotros. Nosotros somos más fuertes y rápidos, pero ellas son más resistentes y consistentes, y en la distancia larga, la resistencia y la consistencia son más importantes que la fuerza y la velocidad.

12 Un espacio ideal para ligar. Hay cientos, miles de mujeres y hombres solteros, en forma, de buen humor, empáticos, alegres, más o menos sanos mentalmente (algún tornillo suelto tenemos todos) y en una posición económica por lo menos autosostenible, porque si se pueden dar el lujo de correr en Japón, Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, no deben estar muy mal económicamente. ¿O sí?

13 Un excelente espacio para hacer amigos. Hay una autora de libros de viaje, cuyo nombre no recuerdo, que aconseja que para conocer una ciudad lo mejor es preguntar en el lobby del hotel: “¿Quién corre?”. Seguramente encontrarás un cómplice. Los corredores somos una tribu y no importa dónde nos encontremos, si no nos conocemos, ahí nos amigamos.

14 Una excelente práctica para dejar el cigarrillo. En un año que tengo corriendo sólo he visto un solo corredor que fuma. Es que el esfuerzo físico de un entrenamiento intenso es muy grande para luego echarlo a perder por un par de bocanadas.

15 “Pare de sufrir.” Más o menos lo mismo pasa con el consumo de alcohol. No es que echas a perder el trabajo si te das un jumo luego de entrenar. Es que si tomas la noche previa, al día siguiente, cuando vayas a entrenar, el cuerpo te pasará factura de una manera espantosa.

Ah, y un bonus track

Los corredores somos los atletas que más fotos subimos a nuestro Instagram, lo que significa que correr te dará más contenido divertido para compartir... ¿o para presumir?

(IG: melvinpj)