5 maneras de mejorar la relación con tus hijos

¿Qué esperas que tus hijos hagan por ti cuando seas tú quien los necesite en la madurez? Aún es tiempo de reparar esos baches y aquí algunos tips para hacerlo

La relación que tienes hoy con ellos será la base y el diagnóstico de tu vínculo cuando sean adultos. (Freepik)

¡Cuánto ha cambiado mi vida y mi nivel de satisfacción con mi ejecución como madre desde el coaching! Hacerlo mejor como padres es un bonito reto que eclipsa otras metas, ocupaciones y preocupaciones de menor o nula importancia. Con la intención no es suficiente, pues para hacerlo bien hay que saber más y no contar solo con la intuición y nuestro sentido común. El conocimiento y las experiencias de otros pueden ser una fuente muy valiosa.

Cuando una madre me dice “es que yo no tengo paciencia”, le explico que todos los humanos nacemos con los mismos recursos. Las circunstancias y el entorno nos llevan a usar uno u otro con más frecuencia, porque vimos a alguien hacerlo y aprendemos por repetición. Esto no quiere decir que no podamos hacer bien lo que otro está haciendo, o que no podamos aprender ahora, en esta etapa de la vida, algo que nunca necesitamos anteriormente, pero que hoy es imprescindible para lograr la paz, la armonía, el amor y el respeto que esperas en tu relación con tus hijos.

La relación que tienes hoy con ellos será la base y el diagnóstico de tu vínculo cuando sean adultos. ¿Qué esperas que ellos hagan por ti cuando seas tú quien los necesite en la madurez? Aún es tiempo de reparar esos baches y aquí te comparto algunos tips para poner en práctica.

Las personas no nos pertenecen. Este es uno de los principios más importantes del coaching. Se refiere a que tendemos a hacernos ciertas expectativas sobre las personas. Pareja, empleados, hijos incluidos. Cuando somos capaces de entender que las personas no nos pertenecen, entendemos que ellos no vinieron al mundo para complacernos, ni para hacer las cosas exactamente como las quiero yo, pues no me pertenecen.

Los hijos serán nuestra responsabilidad por un tiempo de sus vidas, pero son mentes y corazones independientes a nosotros, con percepciones, visiones y acciones que por más que nos desgastemos en tratar de controlar, será imposible. Cuando entendemos esto, más que seguir controlando, lo que hacemos es que nos amoldamos, adaptamos y guiamos, sin sentirnos decepcionados, pues no vinieron al mundo para hacernos felices. Sino para ser felices.

Jamás invalidar una emoción. Uno de los principios del coaching es que “el mapa no es el territorio”. Esto se refiere a que mi forma de ver el mundo es simplemente mi forma de ver el mundo. No es el mundo. Esto nos da la flexibilidad de entender y respetar que los demás piensen y sientan las experiencias diferente a mí. ¿Alguna vez te dijeron: “Y tú ta' llorando por ese disparate?", “tú si eres ñoña” o "mira.... lágrimas de cocodrilo” ¿Cómo te sentiste en esa ocasión? ¿Invalidada? ¿Necesitas pedirle permiso a alguien para sentirte de una manera y otra? ¿Entonces porque lo necesitarían nuestros hijos?

Cuando un niño llora, para él tiene sentido ese llanto. Invalidarlo no es la solución para que deje de hacerlo, ya has visto que no funciona. Lo que sí podemos hacer es darle herramientas para que aprenda a manejar esas emociones de una forma más potenciadora para él (no para ti) y así ver que tu hijo cada día se vuelve un niño emocionalmente más sano. El problema que hoy no enfrentamos por falta de tiempo, invalidación, o posposición, mañana será un problema que emocional o económicamente nos va a salir muy caro.

Si hoy quieres lograr mejores resultados en tu relación con tus hijos es hora de, como dice Albert Einstein, hacer cambios: “¡Cómo pretendes lograr resultados distintos si sigues haciendo lo mismo!”.

Autora: Kirssy Lorenzo, quien es coach internacional certificada, acreditada por World Coaching Corp, IAC, Village Coach.